Hace siete años, cuando era una niña bonita de 15, viajó de Banfield a la Capital Federal con una amiga y lo que pudo haber sido un paseo que se perdiera con el tiempo en las callecitas de la memoria, hoy esa salida sabe a señal: "Fuimos a una librería de Recoleta y me compré El diario de Ana Frank. Lo empecé a leer ahí y cuando llegué a casa lo dejé porque había cosas que no entendía. Y a los 18 lo leí entero y fue conmovedor. Sentí de todo mientras lo leía: impotencia, compasión, me divertí con sus berrinches, sufrí, la imaginé sufriendo. La admiré de inmediato". Y si bien Vanesa González ya era actriz, jura que "no se me cruzó por la cabeza la idea de hacer ese personaje, nunca, jamás". Pero el año pasado, Helena Tritek la eligió para interpretar a la chica que relató sin eufemismos la crueldad del Holocausto. La eligió para reencontrarlas.
"Toda la información que tengo que dar en esa obra es de una sabiduría tremenda. Es muy loco que haya escrito eso con 13 años... Yo, con 22, me sigo sorprendiendo. Es un personaje soñado, clave en mi carrera", reconoce la protagonista de El diario de Anna Frank (registrado con doble "n"), que se estrenó en el Regina el año pasado y ahora sube a escena en el Multiespacio Los Angeles. "Cuando fui al casting hice un monólogo y me sentí la peor del mundo. Soy un desastre, no sirvo, le dije a un amigo que me había acompañado. Al mes me llamaron y me preguntaron: ¿Seguís teniendo ganas de hacer el diario? No lo podía creer: Nunca dejé de tenerlas y me metí en esa aventura. Y, además, no hay directores como Helena, es única. Trabaja desde un lugar no sólo humano, sino desde un plano muy consciente de lo que es la actuación. No podés sentir miedo con ella, te sabe llevar a lugares muy hondos y no te suelta, te acompaña siempre", dedica apasionada, un condimento muy suyo, sin que por eso pierda una suavidad de terciopelo que tiene al hablar.
Apasionada, entonces, dice: "Vi Agosto ocho veces, sí, no me canso. Ir a ver a buenos actores es una manera muy interesante de aprender. Es una obra increíble, con un trabajo impresionante de todos. Me encantó Mercedes (Morán, su madre en Socias). Y de Norma, ¿qué te puedo decir? Es una actriz adictiva. Y me pasa que cada vez que la veo no le puedo decir más que hola. Me quedo callada como una nena. Ella me fue a ver al teatro y tampoco pude decirle nada. La admiración me puede". Aleandro comparte su podio de referentes junto a Meryl Streep.
"En mi infancia también era fanática de Nicole Kidman. Y el día que vi a Lito Cruz en El garante me sorprendió lo que hacía. Era una nena, pero me acuerdo que dije mirá, hace como si fuera la vida real. Ese tipo de actuación me gustó siempre", comparte quien a los 12 años comenzó a estudiar teatro en dos talleres de Banfield. Dice que "de chica me armé un mundo de fantasía, la imaginación me ayudó siempre. Más allá de que era hija única, tenía un universo propio. En vez de jugar a la mamá con las muñecas, jugaba a que yo era una mamá perro con sus perritos, que eran mis ositos de peluche. Y me imaginaba que los llevaba por las montañas, por las rutas. Producía y actuaba mis historias. Y ya de chiquita les dije a mis viejos que quería ser actriz".
Mientras cursaba el secundario se anotó en la escuela de Lito Cruz, quien, aún siendo su alumna, la dirigió en Así de perras, "una obra que hice con dos amigas durante dos años. Eramos chicas, pero volanteábamos, la peleábamos, era tipo café concert, con monólogos entre las mesas. Y hubo días que sólo teníamos cinco personas, pero no importaba. Es más, eso me obligaba a dar más y me encantaba el desafío".
Frente a un cortado en un bar de Barrio Norte cerca del departamento al que hace unos meses se ha mudado sola, hilvana en la charla un idioma aprendido a fuerza de lectura, combinada con alguna simpática palabra propia, como cuando dice que "después de esa obra empecé a castear (una curiosa adaptación de casting) para Pol-ka, hasta que a los 17 me eligieron para Media falta", la tira juvenil que abrió su camino en la tele, donde trabajó en Son de Fierro y se lució en Socias.
De chica escribía cuentos en una Olivetti, de grande se anotó en un curso de Dramaturgia en el San Martín, "que dejé por el trabajo. También empecé Actuación y Dirección de Artes Escénicas. Y alguna vez estudiaré Sociología... es una asignatura pendiente", avisa la dueña de un mundo de fantasía del que supo salir a tiempo.-