Muchas veces hemos visto móviles que rebalsan de hipocresía y falsedad. Ya sea para vender una obra de teatro o un programa de televisión, a veces las figuras deben dar notas para instalar lo que sea que estén haciendo.
Una situación enmarcada en este trato implícito vivió ayer Julián Weich, que conversó muy amablemente y poniéndose su faceta más simpática en "Intrusos en el espectáculo". Todos felices, todos contentos, pero en cuanto Julián dijo adiós, Marcelo Polino se despachó con el siguiente comentario: "Cómo se nota que está vendiendo un programa, porque siempre que da una nota está con cara de culo".
Lo que el periodista no imaginó es que Weich tardó más de lo usual en sacarse la cucaracha de la oreja y escuchó todo. Y pidió volver a estar al aire sólo para contestarle a Polino, contacto que Rial (viajo zorro televisivo que huele la sangre a kilómetros de distancias) permitió sin importar que su panelista quede mal parado.
"No hablo cuando me corren por Panamericana y pretenden que conteste como si fuera el Correcaminos", comenzó aclarando Julián, y arremetió donde más le duele a Polino: "Cuando me corren para preguntarme cosas que no tienen nada que ver con mi carrera la verdad que me enojan".
De esta manera, Julián dejó en claro que mientras le vengan a preguntar sobre su vida privada va mostrar su peor cara de perro, y que por trabajo siempre va a hablar con una sonrisa en los labios, algo que muchos periodistas de espectáculos no entienden, la diferencia entre trabajo y vida privada.