Mañana, tarde y ahora también noche. No importa que llueva, truene, haga mucho frío o calor. En el mundo se está empezando a instalar el "golf puertas adentro" y no se trata de un jueguito de computadora común y corriente, de esos que abundan en la Web. Hablamos de simuladores que permiten al consumidor de turno "sentirse como en la cancha". Por una cuestión geográfica, económica o incluso climática, estos exclusivos modelitos ya son furor en Japón, Estados Unidos y ni hablar en China. "Se instalan en una habitación relativamente confortable y es una aplicación 3D que permite armar una vuelta donde vos quieras, en tiempo real", cuenta Tomás Duster, quien trajo al país el sistema "Golf Simulators Of América".
La cuestión es simple: continuar la pasión por el palo y la pelotita, sin importar el lugar ni la hora. Juntarse, compartir una copa (o varias) y derechito al tee del 1, a sacarse las ganas. ¿Cómo funciona? Primero se elige el escenario en el que uno quiere probarse. Puede ser Augusta o alguna menos complicada, entre un ranking compuesto por las 30 más reconocidas del planeta. Todo a elección del jugador, que antes de empezar su recorrido ingresa en la computadora un hándicap real o ficticio y luego sí, ahí empieza un delirio cibernético. Bajo una competencia feroz, se golpea, de a uno por vez, hacia una pantalla desde una alfombra, que a través de los sensores ópticos profesionales instalados en sus distintos módulos miden y capturan con exactitud toda la referencia necesaria para ejecutar y mostrar el vuelo de la pelota impactada. Uno elige el palo para cada circunstancia y según el swing que haga, hay _sin distinción_ aplausos o silbidos. Hasta se juega el putter, sobre greenes virtuales que tienen la misma velocidad que los verdaderos.
"Es divertido, porque los golfistas somos incurables y siempre queremos dar un golpe más. En Colombia, por ejemplo, se creó un café temático que está abierto prácticamente todo el día. No da abasto. Por eso creemos que en Argentina el producto puede funcionar muy bien", agrega Duster, en su amplia casa que da al tee del hoyo 2 del Hindú Club. "Pero te juro que no piso la cancha, a esta altura estoy obsesionado con jugar bajo techo", bromea.
¿Cuánto cuesta el chiche? Puesto en Buenos Aires, alrededor de 16 mil dólares. Lógicamente, apunta a un mercado claramente ABC1. Aunque no sólo se interesaron particulares, también empresas para llevar a cabo eventos corporativos, varios hoteles top, agencias de turismo y, fundamentalmente, desarrolladores inmobiliarios.
Los buenos jugadores, por lo general, son reacios a aceptar el golf fuera de su hábitat natural. Quieren ver volar la bola, sacar un buen divot de pasto y calcular la distancia exacta arriba del green. Manuel Maglione, uno de los mejores aficionados del país, probó el simulador y le dijo a Ciudad.com: "Llegué con mis dudas y, sinceramente, es un programa divertidísimo para hacer con amigos. Yo soy muy alto y mi primera sensación fue que iba a colgar la cabeza del drive en el techo. Pero no, hay que acostumbrarse. Me gustó, me gustó mucho."
¿Creyó que en el deporte todo estaba inventado? Error, por suerte.