El mito de la isla de la noche eterna, en peligro: el Consejo Insular de Ibiza, un órgano legislativo del gobierno de la isla, confirmó la semana pasada que los clubs ya no podrán abrir sus puertas a la fiesta entre las 6 y las 10 de la mañana. Space, DC10 y Bora Bora, los after hours más populares de la isla, se ven forzados a detener los discos y guardar la espuma.
La isla siempre tuvo fama de centro místico-pop: primero, fue punto de referencia para los hippies de los años 60 y los 70, y hasta Pink Floyd le dedicó el tema "Ibiza Bar", en el disco More. Luego, el turismo explotó en los años 80 y se transformó en uno de los principales recursos de la isla, junto a la pesca y la agricultura. Actualmente, Ibiza recibe 1,7 millones de turistas por año, la mayoría extranjeros (y de estos, un 40% son ingleses). Con el turismo, llegaron el jet-set internacional y las discos. El clubbing creció hasta ser la marca cultural de Ibiza: hoy no es casual que cada escudería de música electrónica tenga sus compilados ibicencos. El chill también destacó: la serie Café del Mar sirve como muestra.
Con denuncias de agresiones, ruidos molestos y drogas, el año pasado los clubes DC10 y Bora Bora fueron obligados a cerrar sus puertas durante un mes; y el mítico Amnesia, durante dos, además de tener que pagar una multa de cerca de seis mil euros. Ahora, las cosas parecen haberse ido de control aún más, y la medida tomada por el Consejo Insular responde, en parte, a la necesidad de buscarle un nuevo cauce a la dirección, cada vez más extrema, que está adoptando la noche ibicenca. La nueva iniciativa legal sólo contempla la apertura matinal en determinados fines de semana del año.
Paquita Ribas, concejal de Gobernación de Sant Josep, explicó que la discoteca DC10 sólo tiene licencia de café concert (al mejor estilo Buenos Aires post-Cromañón), un permiso que no permite "bailar en el interior del local". Claro: la ordenanza que rige data del año 1986. "En esa época no existía nada de lo que hay ahora, por lo que está todo desregulado", agregó Paquita Ribas. Por su parte, Carlos Rodríguez, el director de Urgencias del Hospital de Can Misses, propone un horario de cierre aún más largo, considerando que así se reduciría el consumo de drogas y descenderían los ingresos hospitalarios: "La relación entre el tipo de ocio que representan las discotecas y el consumo de drogas es obvio y resulta necesario romper esa realidad peligrosa de que puedes estar tres o cuatro días seguidos sin dormir empalmando una fiesta en una discoteca con otra. La obligatoriedad de cerrar cuatro horas al día es positiva pero creo que se queda corta, habría que lograr un mínimo de ocho horas". Toma como fuente un estudio de la Universidad John Moores, donde fueron encuestados turistas británicos, que dicen que el principal motivo de su visita a la isla es la música (80%), seguido por el buen tiempo (30%) y el consumo de drogas (20%). Además, el 20% declara tomar éxtasis dos o más veces por semana, mientras que en Ibiza lo hace el 80% de los encuestados.
Pepe Rosello, el dueño de la disco Space, no da el brazo a partir, y dijo que las fiestas del after se mueven a la tarde. En cambio, Danny Whittle, de Pacha, sugirió por su parte que los cambios pueden llegar a ser positivos: "No es una prohibición, es una puesta en sincronía con el resto de España", dijo. Y, restándole importancia al asunto, agregó que la medida no iba a afectar a Ibiza. "Creo que la mejor parte de las fiestas diurnas se da a la tarde, cuando la gente ya comió, se bañó y se ve bien".
Por último, Enrique, un lector del diario Público de España, envió una carta a este periódico dejando su testimonio, la mirada del hombre común. Así dicen sus líneas más representativas: "Soy ibicenco, de familia ibicenca de generaciones y espero que mis hijos puedan disfrutar de la isla tal y como lo hice yo: bucear, navegar, montar en bici, hacer paellas y salir de copas con mis amigos. Me da asco ver en que se ha convertido la isla. Yo no quiero gentuza en la isla, ni aunque traigan millones de euros". Con la espuma a otra parte.