No debe haber en el rock nacional un personaje tan llamativo como Walas. Su perfil cool con su costado súper loser lo ayudaron a componer a ese rockstar que cada vez que Massacre sube al escenario saluda a sus mimados fans con un "¿Cómo están mis amores?". De remera verde y calzas de animal print, un Walas un tanto cansado se anima a dar nota. Es que el lanzamiento del último disco de la banda que lidera es el único que queda de la formación original de Massacre- llega en un momento de consolidación. "Al principio fue un conflicto hacernos conocidos porque nos movimos, crecimos y nos criamos con modelos de perdedores (incomprendidos, losers, suicidas y oscuros) y cuando se nos empezó a venir la fama empezamos a tener rechazo, el famoso miedo al éxito. Ahora no, estamos empezando a acostumbrarnos y empezamos a jugar la figura de la estrella con rock", explica.
Además de la fama, también les llegó el momento de trabajar con un productor artístico como Juanchi Bailerón (Pericos), quien tomó las riendas del mamut para domarlo. "En el disco trabajamos con los tiempos de Juanchi, que es un tipo que no se vuelve loco trabajando hasta las 4 de la mañana, como nosotros sí lo hemos hecho. Es una persona que se toma el tiempo para que todo quede bien, busca la excelencia y hasta que no la encuentra no deja. Nosotros nos subimos a esa forma de trabajo y cambiamos nuestra forma de laburo, pero fue un placer", dice.
¿Qué sentís que cambió para que con El Mamut comiencen a acercarse a la fama?
Cambiaron un montón de cosas. A nivel artístico una de las cosas que cambió fue que nosotros antes los discos los grabábamos de manera muy experimental, sobre todo las voces. En todos los discos de Massacre las voces siempre fueron grabadas y procesadas, pasaban por una serie de distorsiones y quedaban escondidas dentro de las violas. En El Mamut no, las voces están producidas y grabadas al frente: en el disco podrían no estar las letras porque se entiende todo lo que se dice. Es una cosa que ahora nos gusta, que ahora disfrutamos, pero al principio nos asustó porque yo personalmente me sentía demasiado expuesto. Estoy acostumbrado a estar escondido dentro de todo el funcionamiento de Massacre lo cual es un rasgo de inseguridad, pudor y de estar muy cómodo dentro de los ghettos en los que nosotros nos movimos siempre. Ahora no, tenemos que hacernos cargo que tocamos en lugares masivos y para mucha más gente. Una de las características de El Mamut es que es el disco mejor cantado y mejor producido.
Igual en tu postura superstar te reís bastante de eso...
Exactamente. Es que pasa lo siguiente: estuvimos muchos años muy cómodos en un lugar en donde los que nos consumían y observaban eran gente conocida, periodistas, melómanos, especializados y nuestro público. En cambio hace unos años empezamos a salir a otro lado, a darle pelota a festivales y a convocar más gente.
Al trabajar con un productor como Juanchi Bailerón, ¿les incomodó en algún punto quedar en función de sus decisiones?
No, para nada. Estábamos acostumbrados a meternos en un estudio durante un mes o más y hasta que el disco no estuviera terminado no salir. Ahora laburamos con total libertad, con los tiempos de otro. Aparte nosotros no lo conocíamos a Juanchi, más que su figura pública y la verdad que convivir con él es genial.
¿Y cómo fue que llegaron a trabajar Juanchi?
Originalmente la idea era que el disco lo produjera Gabriel Ruiz Díaz, de Catupecu. Cuando el año pasado tiene el accidente, tuvimos que cambiar de idea y pegar el volantazo. Ahí nos acordamos de cuando estábamos grabando nuestro disco anterior en El Abasto estaba Juanchi produciendo las guitarras de Antihumano de Ataque. Ya en ese momento nos había gustado y cuando pasó lo de Gaby que tuvimos que cambiar de idea hicimos un balance entre los productores argentinos y Juanchi es el que más nos gustó.
Por eso también la dedicación del disco a Gabriel Ruíz Díaz...
Claro, él es el productor moral del disco.
¿Porqué dejaron de lado los puentes entre cada tema?
Primero tiene que ver porque tercierizamos la responsabilidad, en cambio ahora al jugar a la estrella de rock nos pusimos en el lugar de "bueno que lo haga el productor". Ahí entonces no nos enfermamos con los separados entre canciones como antes. Si vos agarras cualquier disco viejo de Massacre capaz que entre tema y tema hay un viaje de cinco minutos. En este caso no, digimos ni digipack sino cajita de plástico, ni locuras entre tema y tema, ni prosa y poesía entre canciones. Esas cosas ya no están más: ahora es tema que empieza y termina, simplificamos un montón de cosas, le quitamos un poco de solemnidad. Tiene que ver con la edad y con el entorno, queremos divertimos, pasarla bien pero con equilibrio porque el rock es sagrado.
La palabra psicología siempre ronda el concepto de lo que es Massacre, ¿cómo te juega la cabeza al momento de componer?
Por un lado somos completamente psicologistas, existencialistas y nuestro co-líder es psiquiatra (por el Toro Mondelo). Yo soy hijo casi único de padres separados, me pase toda la infancia yendo a tests psicológicos y aunque ahora me jacte de no ir a terapia toda mi infancia fui. Es más, Pacho O Donnell fue mi psicólogo cuando era chiquito. Eso nutre un poco la lírica de Massacre, pero en El Mamut nos tomamos la libertad de hacer un tema psicologista cómo es Divorcio seguido de La reina de Marte que es un delirio. No nos quedamos en eso, ahora sólo queremos divertirnos y jugar más.
¿Ya tuvieron respuesta de sus seguidores? ¿Les gusto El Mamut?
A todos los chicos seguidores de siempre les encanta el disco. Después están como en toda microsociedad- los más papistas que el papa, que no quieren que Massacre tenga veinte novias, quieren ser ellos tu novia. Entonces critican al público nuevo, los acusan de no saber nada...y se genera esta polémica que ya sabíamos que iban a pasar. Igual son cosas lindas, del crecimiento natural de una banda de rock.