El IV Festival Latinoamericano de Cine y Video de Buenos Aires cerró con Sacachispas, una película que indaga en el mundo del club más conocido del ascenso. Ronen Strier, su director, cuenta algunos secretos de la filmación.
"¡Vamos muchachos, por respeto al fútbol!", arenga en pantalla el director ténico Hugo López a los jugadores de Sacachispas, el célebre club de Villa Soldati que militó en Primera D durante largas décadas y que ascendió hace algunas temporadas a la C (e incluso estuvo a punto de colarse en la B hace dos años). En una práctica semanal, en el vestuario del entretiempo, en la cancha como en la vida, estos bravos gladiadores del fútbol suburbano aparecen retratados por Ronen Strier y Elías Díaz en su documental "Sacachispas". Hinchas Strier de Independiente y Díaz del América de Cali (es colombiano), confiesan que ahora también hay lugar para el blanco y lila de "Saca" en sus corazones. Los dos directores eligieron poner el ojo en las tablas futboleras del fondo, donde "se mantienen los mismos ritos que en el fútbol de los millones, pero con la diferencia de que en Primera C y D no se ve un cobre. La ceremonia es la misma, pero sin glamour", explica Strier.
Sacachispas estuvo en la jornada final del IV Festival Latinoamericano de Cine y Video; y pasó también por los festivales de Madrid, Bogotá, Lima, Ecuador, Colombia, Trieste y Rosario, entre otros. La producción de la película incluyó el seguimiento del equipo durante 19 partidos, en un tour futbolero por el conurbano bonaerense durante la temporada del Apertura 2004 (agosto/diciembre). Además, jugadores e hinchas dejaron plasmadas sus historias personales. E incluso aparece la mítica fundación del club, de la mano de Perón en 1948. "Todo fue muy sencillo: fuimos al club a proponer la idea y ahí nomás empezamos a grabar", explican. "Tenemos en total 90 horas, pero las primeras 30 las descartamos porque había mucho berretaje televisivo... Fue necesario un tiempo largo de acostumbramiento para que la cámara dejara de notarse y se convirtiera en un testigo silencioso", dice Strier. Y cuenta que entrar en confianza con los hinchas fue todavía un poco más difícil: "Soldati es un barrio caliente, estuvimos yendo a la cancha un mes antes de tomar contacto con la barra".
El resultado final vale la pena: salir desde el corazón del monobloc rumbo a la cancha de "Saca" en medio de la hinchada es una experiencia cinematográfica relevante.
Como en el fútbol de ascenso, el rodaje del documental también se hizo a pulmón: "No teníamos demasiados recursos, éramos sólo tres, pero teníamos bien en claro que el fútbol era una buena excusa para contar historias", cuenta Strier. Y cierra: "Las historias del fútbol de ascenso, un ritual que empieza a la mañana, sigue con un chori y termina en la tribuna, donde todos se conocen. Es un ritual mucho más sagrado que el de Primera A".
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