Por primera vez en más de 26 años, el apellido Tinelli no suena fuerte en Punta del Este. La postal de cada verano cambió de golpe: Marcelo Tinelli no cruzó el charco y sus hijas, Cande y Mica, enfrentan un cierre de año cargado de nostalgia y tristeza.
La venta de Guanahani, la mansión que fue el corazón de la familia durante décadas, marcó el final de una era. La decisión, que se concretó el 15 de diciembre y tuvo como comprador al empresario Tylor Lawton por 11 millones de dólares, fue el golpe más duro para el clan. La propiedad, con sus 5,2 hectáreas, cinco suites de lujo, pileta climatizada, gimnasio y acceso privado a la playa, era mucho más que una casa: era el símbolo de los veranos, los encuentros y los recuerdos compartidos.
El tema salió a la luz en el programa La mañana con Moria, donde Cande y Mica Tinelli rompieron el silencio sobre cómo viven este momento. “Es el primer año que no está Marcelo Tinelli”, contó Naza Di Serio, mientras Moria Casán ironizó sobre el “milagro navideño” de escuchar a las hermanas hablar en público.
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Ya instalada en Uruguay, Mica se sinceró: “Muy tranquilo, con papá y Cande”, dijo sobre la Navidad. Pero enseguida aclaró que este verano es distinto: “No viene. Se queda en Buenos Aires”. La venta de la casa, donde pasaron “toda una vida, una vida literal”, la obligó a buscar hospedaje en la casa de un conocido. “Amo Punta del Este así que no voy a dejar de venir”, aseguró, aunque reconoció que nada será igual.
Por su parte, Cande no ocultó el golpe anímico que significó despedirse de Guanahani: “Ni me digas, una depresión tremenda”, lanzó, dejando en claro que la noticia fue difícil de digerir para toda la familia. El cierre de la casa fue silencioso, casi en secreto, como si quisieran bajar el perfil de una decisión tan simbólica.
La ausencia de Marcelo Tinelli en Punta del Este no es solo una cuestión de distancia. Es el reflejo de un año atravesado por la crisis económica, decisiones difíciles y despedidas que cambiaron para siempre la dinámica familiar. Ahora, el conductor recibirá el Año Nuevo en una casa de Nordelta que le alquiló a Pampita, lejos del glamour y la tradición esteña.
El impacto de la venta de Guanahani todavía sacude a los Tinelli. El verano, que siempre fue sinónimo de fiesta y unión para la familia, hoy se vive con un dejo de tristeza y nostalgia. El adiós a la mansión es mucho más que una mudanza: es el cierre de una etapa que marcó a fuego a uno de los clanes más famosos del país.
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