Gustavo Bermúdez reveló mucho más que anécdotas de su carrera: mostró la filosofía de vida de un actor que supo escapar de los excesos de la fama para refugiarse en lo esencial.
A los 61 años, el galán que marcó una época con éxitos como Nano, Celeste siempre Celeste, Antonella o Alén, luz de luna, asegura que la felicidad está en lo simple: un asado con amigos, una charla con sus hijas o el recuerdo de su hermano Gabriel.
Con un perfil bajo que ha cultivado durante décadas, Bermúdez reconoce que la fama nunca lo “mareó”. En pleno auge televisivo, cuando las telenovelas superaban los treinta puntos de rating, tomó la decisión de dejar Buenos Aires y mudarse a San Martín de los Andes, donde crió a sus hijas lejos del ruido mediático.

“Necesito poco para pasarla bien. La vida pasa muy rápido y creo que tengo claro qué cosas son importantes y cuáles no”, aseguró en diálogo con Infobae.
Su regreso al teatro lo encuentra con la madurez de quien disfruta más del escenario que en sus inicios.

LA ACTUALIDAD DE GUSTAVO BERMÚDEZ
Hoy protagoniza La cena de los tontos en el Teatro El Nacional, junto a Martín Bossi y Laurita Fernández, un desafío que al principio dudó en aceptar por el compromiso que implica, pero que terminó abrazando por la calidad del material y el equipo artístico. “Antes lo vivía todo con más tensión, ahora disfruto más”, admite.

Sobre su vínculo con la fama, recuerda episodios que podrían haberlo llevado por otro camino: la salida desbordada de los teatros, la devoción del público o incluso experiencias límite, como saltar con una orca en un lanzamiento de novela o volar en parapente para una escena.
“Tuve muchas anécdotas que me podrían haber mareado, pero nunca me pasó. Tuve un entorno familiar que colaboró mucho en eso”, dice, agradecido.

Bermúdez también se define como productor inquieto, interesado en generar proyectos de calidad que trasciendan fronteras, como ocurrió en los años noventa con la venta internacional de ficciones argentinas.
Y aunque confiesa que recibió propuestas para trabajar en el exterior, eligió priorizar su vida en Argentina y la cercanía con su familia. “Somos muy patriotas. Nos gusta mucho nuestro país”, destaca.