La mirada profunda, una sonrisa pícara y la mala palabra a flor de piel, típicas de este morocho de ley -ese pibe de barrio por el que todas alguna vez suspiramos-, siguen latentes en Alberto Ajaka (41), a pesar de que hace ya varios meses dejó de interpretar a Rubén Donofrio, su papel consagratorio como el galán reo de Guapas.
La humildad, claro, también resulta inherente a uno de los actores del momento: “Estoy cansado de mí mismo”, bromea mientras posa para Ciudad.com y le preguntan por su reciente popularidad. Pero, tan sólo minutos después, Ajaka se transforma: el antigalán se convierte en un sofisticado dramaturgo que mantiene un apasionante triángulo amoroso en la obra Otro estilo de vida, que protagoniza junto a Inés Estévez y Marco Antonio Caponi en el Teatro Tabarís.
"Soy un hombre de 41 años, un tipo normal y si me quieren decir galán, que me lo digan tranquilos, no me molesta".
“Son tres personas intentando un triángulo amoroso de partes iguales. Una singularidad que hasta hoy no está contemplada por la Ley. La obra transmite la idea de que hay tantas formas de amar como posibilidades de encuentro. Yo conozco una nada más, pero bueno…”, dice entusiasmado sobre la pieza de Noel Coward, este mismo actor que desde hace años se luce por su trabajo en el teatro under.
Sobre aquella "única forma de amar" que conoce se impone el nombre de la actriz María Villar, su mujer desde hace siete años y madre de sus hijos Pedro (4) y Elena (1). Junto a ellos, dirá, transita esta nueva etapa de su vida, en la que trata de comprender qué es esto de hacerse famoso cerca de los cuarenta…
-Es la primera vez que hacés teatro comercial, ¿te emocionó ver tu nombre en una marquesina tan importante?
-¡Es verdad que es la marquesina más grande de Calle Corrientes! (risas) No, la verdad que no… No sé cómo decirlo para que no suene mal. Es lo mismo que me pasa cuando me preguntan por la popularidad, pero me parece que los actores en algún punto estamos preparados para que suceda, porque forma parte de las posibilidades. Y yo siento que era tan actor antes como lo soy ahora. Tampoco es que no me importa, entiendo la diferencia porque no soy ingenuo. Sé lo que eso significa en términos de posibilidades de laburo. Lo que quiero decir es que no es lo que constituye a un actor. Está bueno, mi mamá viene y ve el cartel, se pone contenta… (risas).
-¿Sentís que manejás bien la popularidad al haberla conocido de grande?
-Es probable. La verdad que la fama es algo que estuvo tan lejos de mi realidad durante tantos años que no lo puedo imaginar. Puedo entender que si comenzás de muy joven se produzca agotamiento a lo largo del tiempo, como pasa en cualquier trabajo, o que se te pueda volver adictiva la exposición. Uno puede presuponer que me encontró más armado por mi edad… pero yo soy tan inmaduro en otras cosas que no me animo a asegurar eso (risas).
"A mis hijos les miento un poco y les digo que soy Flash. Al laburar en televisión les puedo decir que soy un superhéroe".
-Trabajaste desde los 17 años hasta los 37 en la imprenta de tu familia, ¿cómo fue ese quiebre que te impulsó a dedicarte a la actuación full time?
-Fue paulatino y se dio sin pensar, sin imaginar. Porque yo nunca pensé que iba a dejar de laburar. No lo imaginé hasta que un día no pude ir más. Dos años antes de abandonar el trabajo, ya venía robándole tiempo y cabeza. Y un día no pude ir más. Fue por agotamiento. La verdad es que fui muy inmaduro en todo ese proceso, no fue algo que decidí con tiempo, ni me senté a hablar con mi familia. Más bien me metí en la cama por tres días y no pude salir más. Fue muy difícil porque era algo muy querido para mí y donde me había desarrollado durante muchos años. Y porque además no tenía nada en concreto. Tuve suerte que a los 15 días que tomé esa decisión, que en ese momento sentía momentánea, me apareció la posibilidad de trabajar en Contra las cuerdas en Canal 7. Eso hizo que alguien tomara la decisión por mí porque tenía que cumplir los horarios de la televisión.
-Empezaste en el teatro under, ¿hoy cómo te llevás con la televisión?
-Me gusta. Tiene sus dificultades, sus vicios de repetición y agotamiento de las mismas situaciones. Pasa eso, desde ya. Pero voy bastante tranquilo a trabajar ahí. Tampoco he tenido tanta responsabilidad de carga horaria. Guapas era un elenco muy coral y mi personaje era secundario.
-Donofrio terminó siendo protagonista…
-¡Eso fue en los últimos meses! Pero me llevo bien, me la paso bien. Cuando pienso en situaciones de disconformidad tienen que ver con levantarse temprano, básicamente (risas). Y la otra cuestión es la de la espera. Soy bastante inquieto y me gusta sentirme útil y protagonista de lo que se está haciendo. Esa era una de las cosas que más me costaba cuando trabajaba en la imprenta y que me impedía pasarla bien. Muchas veces me preguntaba: ‘¿qué carajo estoy haciendo yo acá?’. No es muy gracioso para el actor, pero es como se hacen las cosas.
"Mi mujer a veces me dice: ‘pará un poco, fijate lo que te está pasando’. Pero a mí me gusta ir para adelante, no miro para atrás".
-Tu personaje en Guapas causó furor, ¿cómo recordás hoy la experiencia?
-Fue una experiencia muy grata, la pasé muy bien. La verdad es que fue un año de mucho trabajo y este se perfila igual así que no me detuve a analizarlo demasiado. No soy una persona de fijarse cómo son las cosas hacia atrás. Mi mujer a veces me dice: ‘Pará un poco, fijate lo que te está pasando’. Pero a mí me gusta ir para adelante, no miro para atrás. Desde ya, tener laburo es una alegría y poder elegirlo, aún más. Cuando me preguntan qué me pasó cuando me ofrecieron el papel de Donofrio, les respondo que lo primero que pensé fue ‘¡tengo trabajo!’. Tuve que aprender porque soy una persona adulta, pero un novato en la cuestión laboral de los actores y en convivir con esos baches.
-¿Cómo te llevás con la fama y la gente que te pide fotos en la calle?
-Súper bien, no tengo problema. No le pongo mucha energía a enojarme con eso ni a molestarme. Me parece que es mucho más rápido sacarse la foto y cruzar una palabra, y si se pone mucha energía en rechazarlo es porque querés hablar de eso. Puede ser que me dé una fobia social en algún momento, no te voy a mentir. Especialmente si alguien me pide una foto y es en un contexto de un bar, por ejemplo, en el que la foto rompe el clima del lugar y otra gente no me conoce o no le importa y se molesta por la situación. Me pone incómodo por esa persona, por ese tercero. Pero, bueno, ¡tampoco me puedo hacer cargo de todo!
-¿Cómo vive tu familia esta flamante popularidad?
-Bien, mis hijos son muy chicos. Elena tiene un año y Pedro, 4. Él entiende que el papá labura en la tele, nada más, y a veces me veía en Guapas. Mi hermano José me contó que el otro día iba en el auto con mi hijo escuchando la radio y justo me estaban haciendo un reportaje. Él no se había dado cuenta de que era yo y de repente Pedro le dijo: “¡Ese es papá!”. Me morí de amor y de orgullo de que me reconociera. Después, les miento un poco: les digo que soy Flash (risas). Al laburar en televisión le puedo decir a mi hijo que soy un superhéroe, así que está re contento de que su papá sea todas esas cosas
-¿Y tu mujer?
-Bien, ella es actriz y trabajamos juntos en el teatro con Colectivo Escalada, mi compañía teatral, donde ella actúa.
"Cuando me preguntan qué me pasó cuando me ofrecieron el papel de Donofrio, les respondo que lo primero que pensé fue ‘¡tengo trabajo!’".
-¿El rol de galán del año pasado no le molestó?
-No, no le jode para nada. Puede tener un día malo como todos pero no le molesta, se ríe.
-¿Vos cómo viviste el rol de galán y el furor que se generó en las redes sociales con tu personaje?
-No tengo Twitter pero tampoco soy ajeno a lo que pasaba. Lo de galán ha funcionado como una especie de mote casi despectivo en nuestro país cuando decimos “galán de telenovela”. A mí no me afecta y también puedo decir, salvando las enormes distancias, que galán también era Vittorio Gassman. Soy un hombre de 41 años, un tipo normal y si me quieren decir galán, que me lo digan tranquilos, no me molesta.
-¿En tu vida también has sido galán?
-Como decía Luca Prodan “nunca tuve problemas con las minitas” (lo dice imitando el acento atravesado del líder de Sumo). Así que yo no actúo para quedar como el gran conquistador, nunca lo necesité. Tampoco era un éxito rotundo, eh. Conozco todas las caras de la moneda, ¡me han dejado tantas veces! La verdad es que después de los 15, 20 o 25 años, dependiendo de la madurez de cada uno, sabés que los resortes que se articulan para que una persona te guste son más sofisticados y complejos. No se trata solo de la apariencia física, que es a lo que suele vincularse la palabra galán. ¿Por qué a uno le gusta alguien? Tiene que ver con un montón de cosas, como el humor y el erotismo. Se produce un efecto de admiración hacia el otro y uno dice “tengo ganas de estar cerca de esa persona”. Claro que mi situación es diferente porque soy un actor que hace un personaje de ficción y las personas, semejante cantidad de gente, no me pueden conocer.
-Por último, ¿hay algo del medio que no te guste?
- No…porque yo no me siento en el medio, ¡me siento atrás! (risas).