Tenía tan sólo 16 años cuando llegó a Buenos Aires con 300 pesos en el bolsillo y un bolsito. Alquiló una pieza en una pensión de Palermo y apostó con todo a su deseo: ser actriz. Veinte años más tarde, Natalia Oreiro puede jactarse de un currículum tan variado como sólido.
"La fama no tiene ningún punto bueno. Soy bastante casera. Si me decís cuál es mi mundo ideal: debajo de un árbol durmiendo una siesta".
La actriz se encuentra presentando su último film, Wakolda, de Lucía Puenzo y en una entrevista con el diario Clarín habló de todo. Su carrera, su intimidad, las elecciones que tomó para llegar a donde está y mucho más
“Uno elige toda la vida, pero a los 24 años, más o menos, tuve que decidir si quería seguir expandiéndome o pulir lo que tenía. Y preferí pulir. Tuve una revisión de lo que yo era y quise profundizar más eso. Me empecé a dedicar más al cine. Viajaba mucho, me ofrecieron irme a vivir a los Estados Unidos, continuar con una carrera pop. Y yo no sentía que era eso. Nunca quise ser una bomba latina. Iba perfilada un poco a eso. Pero eso iba a caducar”, aseguró Oreiro sobre rumbo que tomó su carrera.
A muy temprana edad, Natalia vivió el desarraigo y el estrés de las mudanzas. En 36 años de vida, contabiliza unas… ¡40! “Me acuerdo perfectamente de la mudanza sola a Buenos Aires cuando me creía toda una mujer. Se me salía el corazón. Quedé elegida para la telenovela Inconquistable corazón y mis padres me acompañaron dos días para ayudar a instalarme. Después, me las arreglé sola. Lloraba los fines de semana cuando regresaba porque veía en los ojos de mi papá la angustia de la pérdida de su nena. ¿Pero sabés? Me duraba diez minutos hasta salir de la terminal. Antes quería comerme el mundo. Ya no”, confesó la protagonista de Solamente vos.}
"Antes quería comerme el mundo. Ya no".
Sobre el final, Natalia habló sobre las diversas aristas que tiene ser reconocida. “La fama no tiene ningún punto bueno. Es la consecuencia extrema de la elección de vida que tomaste. Pero es algo de los otros, lo que los otros ven de vos. No es algo que vos llevés adentro. Uno no puede hacer nada con eso que el otro ve. Yo no soy muy sociable. Soy bastante casera. Si me decís cuál es mi mundo ideal: debajo de un árbol durmiendo una siesta. O haciendo repostería. O cuidando la huerta. Este año tengo un poco de acelga, espinaca, unas frutillas chamuscadas, salvia, tomillo, orégano, perejil. Siempre plantaba de todo, pero con tanta televisión, mi huerta está precaria”, concluyó.