Una verdadera experta a la hora de indagar en los más íntimos sentimientos de los participantes de su programa, Andrea Politti es muy cauta a la hora de hablar de su propia vida privada. Con calidez y humor, esquiva dar detalles que desnuden su personalidad: “Me gusta el misterio”, afirma. En diálogo con Ciudad.com, se permite hacer una excepción y hablar sin filtro mientras celebra las setecientas emisiones de Los unos y los otros (lunes a viernes, 15.30 hs. por América).
"Todo lo que implica la profesión hace que sea muy ilusoria en cierto punto y te podés llegar a enganchar con esa vida casi ficticia".
“La importancia de las 700 emisiones tiene que ver con pequeños hallazgos que ha tenido el programa, si bien tiene su antecedente en Gente que busca gente”, asegura Andrea al hacer referencia al viraje que realizó el ciclo, desde sus comienzos en 2011.
Así como ella se animó al desafío de correrse de la actuación para ponerse el traje de conductora en programas como 12 corazones y Cuestión de peso, Los unos y los otros también cambió: ahora el ciclo hace foco sólo en las historias de búsqueda de identidad.
¿El motivo de la transformación? La respuesta de Politti parece pintarla de pies a cabeza: “Siempre vas a ver que yo termino haciendo lo que quiero (risas)", dice con picardía y mucha seguridad.
- ¿Te emocionaste en cámara con algún caso?
- Todo el tiempo trato de evitar la emoción. Para mí, la conducción tiene que pasar porque la persona se sienta plena y se olvide que está frente a cámara. Si me emociono, empiezo a tener el foco de la atención: dejo de ser conductora para ser la estrella de la tarde. El título sería “se quebró Politti” (risas). Pero a veces pasa, me es muy difícil seguir hablando, hay personas que han pasado infiernos. En algunos casos, se trata de sacar agua de las piedras porque la gente no está acostumbrada a hablar en televisión. Es un trabajo difícil, que implica mucha concentración, esfuerzo pero también cariño y emoción porque tenés que ser cálido. Y para ser cálido, tenés que ser así, no es algo que puedas inventar.
- ¿Es difícil sacarte esa mochila emocional una vez que llegás a tu casa?
- Sí, llegó muy cargada, muy movilizada… de verdad. A veces, es plenamente angustia lo que siento, por lo cual trato de ir a tomarme un café para despejarme. En otras ocasiones, tengo una sensación de una tristeza que no es mía, y eso hay que tratar de evaporarlo. Igual, te pega, si sos un ser humano medianamente sensible que escucha, te pega. Salvo que lo hagas desde el lado del show, y eso es otra cosa.
"Al elegir ponerte de igual a igual con los hombres, te sentís mejor con vos misma".
- Hay una pregunta que siempre aparece relacionada a los talk shows: ¿ficción o realidad?
- Es que, para mí, este programa no es un talk show, que es un show de la emoción. Los unos y los otros no es eso: es una búsqueda de la identidad, algo muy distinto. Asocio más el talk show a lo que hacían Moria Casán y Lía Salgado. Esto no es un show, son personas que están buscando sus orígenes, su identidad y cuentan su historia de vida.
- Venís del palo de la actuación pero se te nota muy cómoda en la conducción, ¿cómo lograste hacer la transición?
- Uno se va haciendo con las horas de vuelo, en todo lo que emprende. Entonces, yo ya tengo diez años encima de estar todos los días al aire como conductora. De alguna manera, si no aprendiste después de eso, ¡dedicate a otra cosa porque no servís!
- Recién comentabas que a veces llegas cargada a tu casa, ¿cómo es el lazo con tu familia?
- Mi hijo Galo (12) y mi marido Fernando (están juntos hace 15 años) son fundamentales. Si viviera sola… ¡no sé qué haría! (risas) Son mi cable a tierra. Por un lado, está esto que es trabajo pero la vida es otra cosa: llegás a tu casa, hay momentos para compartir y eso es la vida real. Todo lo que implica la profesión hace que sea muy ilusoria en cierto punto y te podés llegar a enganchar con esa vida casi ficticia. Pero cuando vos tenés una vida real te ayuda a equilibrar lo que es tu laburo con lo que es el placer de vivir, de tener cuestiones cotidianas.
- Tu marido no está relacionado al medio, ¿cómo se combina su vida con la de una famosa?
- Tiene que ver con un encuentro de dos personas, más allá de lo que esas personas hacen. Supongo que estar casada con alguien del medio, implicaría otras locuras y rollos. Nosotros tenemos los nuestros. Uno se enamora de la persona y no del oficio. Entonces, si te aceptan así y vos aceptás al otro de esa manera desde el comienzo, es un pacto. Quince años es toda una vida. ¡Jamás me imaginé esto! Yo era de las que se tenían poca fe en el tema de las parejas.
- ¿Qué tiene Fernando que logró mantenerte a su lado?
- Me supo ver. Me conoció de entrada, no tuve que explicar demasiadas cosas. Son inexplicables las relaciones. El compañerismo que tengo con mi marido no es tan fácil de encontrar.
"¡Jamás me imaginé estar 15 años casada! Yo era de las que se tenían poca fe en el tema de las parejas".
- Decís que él te pudo ver, ¿cómo es la verdadera Andrea Politti detrás de cámaras?
- Eso hay que preguntárselo a Fernando… ¡porque aparte él no te va a contestar! (risas). Así queda el misterio: ¿cómo será en realidad?
- Dicen que sos una mujer de carácter, ¿va con vos esa definición?
- Lo que pasa es que cuando dicen que una es una mujer de carácter, parece que sos una mujer de carácter… de mierda.
- ¿Lo considerás un concepto machista?
- ¡Totalmente! Sé muy bien lo que quiero y me manejo de igual a igual. La mujer tiene dos opciones: o explota su lado femenino, donde empieza a hacer ciertos manejos hacia el hombre porque la mayoría con los que trabajás son hombres, o te ponés de igual a igual.
- ¿Siempre es más fácil el camino de la seducción?
- Sí, es más fácil. ¡Te ponés un escote y te dicen a todo que sí! (risas) Al elegir ponerte de igual a igual, te sentís mejor con vos misma. Si estás trabajando, y sentís que tenés inteligencia y capacidad de creatividad, vale la pena luchar por eso.
- ¿Te encontraste con muchos machistas en el medio?
- ¡Son todos machistas! Creo que uno mismo también es machista, porque estás dentro de esa cultura. Hay que tratar de a poquito, tampoco siendo feminista, de llegar a un equilibrio, como en todas las situaciones de la vida.
- Al final, ¿tomaste el camino correcto?
- Creo que sí, al menos fue el que me salió. Por ahora, va bien… ¡veremos cómo sigue!