Sebastián y Guillermina sintieron la necesidad de hablar con los periodistas, fuera de cámara, para explicar detalles de la crianza y manutención de sus tres hijos: vivienda, colegios, actividades extracurriculares, obra social y demás. Ahora, cuando las cámaras se encienden, juegan con los noteros a no querer dar declaraciones. Hablan hermanos, abogados, amigos. Ellos juegan a la huida mediática.
"Parece que la que me regaló el anillo en la calle y me sacó una foto, logró lo que quería. Que hablen... Me lo saqué enseguida, hice la foto por ella. No es mi estilo... ni el anillo, ni provocar... Y si salí con la mano así en una tapa... Qué se yo... Seguro había otras fotos... Buen finde", aclaró Guillermina Valdés en su cuenta de Twitter (con más de 235.000 seguidores). Este mensaje es una de las tantas innecesarias "aclaraciones" que la modelo hizo en estos tiempos. Tanto ella como su ex marido Sebastián Ortega se la pasan aclarando versiones, informaciones, rumores y hasta una foto inocente como la del anillo.
Los dos conocen muy bien el medio y saben que la repetición de ciertas informaciones terminan construyendo una imagen pública. Y ambos quieren cuidarla. Siempre lo hicieron, hasta la llegada del escandaloso divorcio. En parte hacen lo correcto, ya que cierta parte del periodismo se dedica a inventar datos todo el tiempo. La desesperación de los portales por llenar espacios los lleva a dibujar realidades inexistentes. Esos sitios luego nutren a los diarios y a los programas de radio y TV. Y así se conforma una cadena interminable que muchas veces, es sólo una cortina de humo. Pero esas cenizas terminan manchando a los involucrados.
El bajo perfil que tuvo este matrimonio durante las buenas épocas, se quebró con la irrupción de Marcelo Tinelli en la vida de Guillermina. Hasta entonces, poco y nada se sabía de los detalles del fin de la pareja. Tanto Ortega como Valdés habían reiniciado sus vidas sentimentales; el productor con su actual pareja, y ella con un novio de su ciudad natal: Necochea. La aparición de Marcelo en esta historia fue lo que hizo explotar al propietario de Underground. Seguramente se le mezclaron un montón de cosas. Y es entendible.
Lo incomprensible vino después. Los excónyuges sintieron la necesidad de hablar con los periodistas, fuera de cámara, para explicar detalles de la crianza y manutención de sus tres hijos: vivienda, colegios, actividades extracurriculares, obra social y demás. Ahora, cuando las cámaras se encienden, juegan con los noteros a no querer dar declaraciones, se esconden, evaden las preguntas o envían emisarios para que se explayen en nombre de ellos. Hablan las hermanas, los abogados, los amigos; y en cambio ellos, protagonistas adultos de esta historia que escribieron, siguen jugando a la huida mediática.
El único que no habló es Tinelli. Si bien jugó con sus tweets al sumarse a la red social, jamás dio declaraciones. Si lo hiciera en este momento, ¿qué provocaría en estas dos familias en guerra? Solo él conoce esa respuesta, y por eso se mantiene en silencio. Que a veces, es sinónimo de salud.
El único que no se refirió publica y directamente sobre lo sucedido es Marcelo Tinelli. Si bien el animador jugó con sus tweets cuando abrió su cuenta con explosivos mensajes (hoy está cerca del 1.500.000 seguidores), subió links de canciones, y hasta lanzó algunas indirectas desde ShowMatch, jamás dio declaraciones al respecto.
Así como se analizó el anillo de Guillermina, un "ja, ja, ja Miami Beach" de Marcelo en la red social también generó notas y todo tipo de comentarios. Sin embargo, la estrategia del bolivarense es una muy conocida: el estricto silencio. Tinelli sabe perfectamente cuánto peso tiene su palabra y que podría ocurrir si lanza todo lo que siente o sabe de esta historia. Obviamente, conoce mucho la vida de Sebastián Ortega, al que tuvo de empleado muchísimos años. Sin dudas, conoce a la perfección la versión de Guillermina sobre los últimos acontecimientos personales y judiciales. Evidentemente, todo esto lo afecta y le interesa, pero sabe guardar silencio.
Si se analiza hasta el cansancio una foto de un anillo, otra en una reposera o un tweet, ¿qué podría desencadenar una declaración contundente de la estrella máxima de la TV argentina? ¿Cuánto tiempo duraría el efecto expansivo de sus palabras?
Mas allá de las consecuencias en los medios, una declaración de Tinelli en este momento, ¿qué provocaría en estas dos familias en guerra? Solo él conoce esa respuesta, y por eso se mantiene en silencio. Que a veces, es sinónimo de salud.