Tras la espectacular ceremonia de los Tato, el ego y el escandalo le ganaron a lo importante. Ni los "supuestamente" más comprometidos pudieron escapar a los sentimientos más frívolos y revanchismos que ocasionó la "bendita" grieta.
En otras entregas, varios ganadores aprovechaban para reflejar, criticar o expresarse sobre cuestiones sociales o culturales de importancia: para protestar por las privatizaciones, para pedir justicia por José Luis Cabezas, o para gritar el más gremial “¡aguante la ficción!”. En esta oportunidad, el ego y el escandalo le ganaron a lo importante.
“Yo no sabía el nombre de la chica”, dijo Jorge Lanata. “Yo ni sabía qué eran los Premios Tato”, dijo Paola Barrientos. A una semana de los respectivos “ninguneos”, y del disparador “gordita”, las repercusiones siguen rebotando en los medios.
El martes pasado, el periodista le restó importancia a su discurso en los Tato y las críticas recibidas. Ese mismo día, Pablo Echarri se desubicó burlándose de la enfermedad de Lanata y metiéndose con su esposa y la vida privada del matrimonio. Por la tarde, Lanata levantó la apuesta y les refrescó los rumores más dolorosos para Echarri, Nancy Dupláa y Matías Martin: “Salías con la esposa embarazada de…”. Esto provocó la aparición del galán en TV, que con un tono entre reflexivo y trágico, dio una semi marcha atrás, con una tibia disculpa hacia la mujer del periodista.
Seguramente, esto seguirá hasta el infinito por un par de temporadas. De hecho, todavía recordamos el escándalo con los insultos y chiflidos a Natalia Oreiro en un Martin Fierro, varios años atrás. Así como también la batalla Dupláa vs Suar en una entrega de los Premios Clarín Espectáculos, con posterior reconciliación en una fiesta reciente de Aptra. Indudablemente, los premios despiertan lo mejor y lo peor del medio. Sin embargo, en esta última ceremonia, lo negativo se destacó por sobre todo. Y esto empezó por un “gordita”.
Cuando escribo “lo peor”, no sólo criticó a los actores principales y secundarios de esta telenovela, sino principalmente a los periodistas. Mayormente, la prensa se dedicó a reflejar las esquirlas de la balacera Lanata-Echarri-Barrientos-Urtizberea-Sietecase y satélites. Y lo que trancurrió como un momento colorido de una espectacular ceremonia, tapó el resto de lo ocurrido en el majestuoso Teatro Colon.
Nadie destacó el pedido de Cristina Pérez para avanzar en la libertad de prensa, ninguno se solidarizó con el destrato a Juan Miceli en la TV Pública, ni tampoco nadie se sumó al recuerdo de Chávez al recientemente fallecido Urdapilleta. Todo se lo comió la polémica, y de eso cada uno, desde su lugar, tiene cierta responsabilidad.
En otras entregas, los ganadores aprovechaban el estrado para agradecimientos personales, o para reflejar, criticar, o expresarse sobre cuestiones sociales o culturales de importancia. Como en aquellas entregas de Martín Fierro, donde el discurso se aunaba con distintos fines: para protestar por las privatizaciones, para pedir justicia por José Luis Cabezas, o para gritar el más gremial “¡aguante la ficción!”. En esta oportunidad, el ego y el escandalo le ganaron a lo importante.
Al otro día, nada importó fuera de ese círculo. Nadie destacó el pedido de Cristina Pérez para avanzar en la libertad de prensa, ninguno se solidarizó con el destrato a Juan Miceli en la TV Pública, ni tampoco nadie se sumó al recuerdo de Julio Chávez al recientemente fallecido Alejandro Urdapilleta. Mucho menos debatir ganadores y perdedores, destacar presentes y ausentes, o señalar momentos relevantes o emotivos. Todo se lo comió la polémica, y de eso cada uno, desde su lugar, tiene cierta responsabilidad. Ni los “supuestamente” más comprometidos pudieron escapar a los sentimientos más frívolos y a los revanchismos que ocasionó la “bendita” GRIETA. ¡Otra vez será!
Los comentarios publicados en ciudad.com.ar podrán ser reproducidos parcial o totalmente
en la pantalla de Ciudad Magazine, como así también las imágenes de los autores.