Se trata de una de las imágenes históricas de la Alemania nazi. Y es la que muestra a un alemán, August Landmesser, negándose a realizar el saludo oficial a Adolf Hitler, gesto que era obligatorio y no hacerlo podía considerarse un desafío al Tercer Reich y a su líder.
Landmesser se había unido al partido Nazi en 1931, aunque no por simpatía sino para conseguir trabajo, ya que la afiliación era recurso esencial para obtener uno. Sin embargo, en 1935 el hombre fue expulsado cuando se supo que se había comprometido con una mujer judía llamada Irma Eckler.
La pareja llenó una solicitud para casarse en agosto de 1935, pero la misma fue rechazada ya que las Leyes de Nuremberg, promulgadas en aquella época lo impidieron. Un alemán no podía casarse con una judía. Pese a todo, se fueron a vivir juntos y tuvieron a Ingrid, en octubre de 1935.
Todo cambió a partir del 13 de junio de 1936, cuando el Partido Nazi organizó el bautismo de una nueva nave de la Armada alemana en los astilleros de Blohm + Voss, en Hamburgo. Los obreros asistieron en masa y tuvieron que realizar el saludo nazi.
Fiel a sus convicciones, Landmesser se mantuvo de brazos cruzados. Así entró a la historia: con una foto que se convirtió en un emblema del desafío, pero también en su certificado de defunción en vida.
Al año siguiente, en 1937, Landmesser trató de huir de Alemania con su mujer e hija para dirigirse a Dinamarca. Fue detenido en la frontera y otra vez le impusieron las Leyes de Nuremberg. Fue acusado de “deshonrar a la raza” y de “infamia racial”.
Un año después, Landmesser fue absuelto, pero obligado a romper su relación con Irma. El hombre se negó y su valentía le costó que lo enviaran tres años a un campo de concentración.
Por su parte, Eckler, que estaba embarazada otra vez, fue arrestada y llevada a otro campo de concentración, donde dio a luz a Irene, la segunda hija de la pareja y la que nunca pudo ver su padre. Irma fue separada de sus hijas y llevada a un campo de exterminio donde fue asesinada.
En 1941 Landmesser salió en libertad. No sabía dónde estaban sus hijas, ni jamás se enteró que su mujer ya había sido asesinada. Pero su dolor no terminó allí. Terminó siendo reclutado para la guerra y declarado desaparecido meses después.
La historia de la pareja se mantuvo en secreto hasta 1996 en que fue dada a conocer por Irene. La pequeña había sido llevada a un orfanato tras separarla de la madre y más tarde fue adoptada.
Su hermana Ingrid tuvo más suerte. Vivió con su abuela materna. Hoy, la esvástica, el saludo hitleriano, el himno del partido nazi: el uso y la distribución de los símbolos y canciones nazis están prohibidos en Alemania.
Fuente: Clarin.com