Cábala, costumbre o, simplemente, porque sí. Rafael Nadal, el número uno del tenis mundial, tiene un hábito que religiosamente repite luego de la obtención de un título: mira fijo ante las cámaras y le mete (sic) un "tremendo mordiscón" al trofeo de turno. Después ríe, sí, más allá del escalofrío que le cruza por el cuerpo.
El español lo hizo una vez, allá lejos, y le gustó tanto a él como al público. A partir de ahí, "la apretada" se transformó en un clásico que espera el "gatillo fácil" de fotógrafos y también de fanáticos.
Rafa amplió su cada vez más cómoda ventaja en el ranking mundial de la ATP sobre el suizo Roger Federer. Incremento su puntaje a 15.390 tras ganar ayer su quinto título consecutivo en Montecarlo, en tanto que Federer bajó a 10.760. La diferencia entre ambos, que hace una semana era de 3.450
puntos, es hoy de 4.630.
Las perspectivas no son buenas para Federer, ya que quedan por delante los torneos más importantes de la temporada sobre arcilla, justamente la superficie menos amable para el juego del ex número uno del mundo y a su vez la preferida de Nadal.
El argentino Juan Martín del Potro se mantiene como número uno de Latinoamérica, en la quinta posición de la clasificación general. Mientras que David Nalbandian está decimoquinto.