Volvió Jaime. Pasaron cinco años desde la grabación de Contraseña, su trabajo anterior, pero además del tiempo, pasaron cosas que lo marcaron. Giras interminables sin tiempo para componer, la enfermedad y la muerte de su mamá, el enamoramiento. Volvió Jaime y lo hizo con Fuera de Ambiente, un disco "personal y casero" en el que explica donde estuvo.
Cuando suena Fuera de Ambiente, ¿vos qué escuchás?
Podría decirte que escucho lo que durante 20 meses estuve intentando hacer. A veces existe el síndrome pos mezcla que provoca que, una vez grabado el disco, no lo puedas oír durante tres meses. Pero con éste no me pasa y me produce alivio. Siento, además, que tiene un estilo propio en relación a los anteriores y poco más puedo decir. La visión del disco está dada a través de un entorno personal, yo diría casero. Se trata del mundo más inmediato de una persona, que es su familia, sus amigos cercanos. Sin embargo, mi vida personal no tiene particular interés, lo que sí lo tiene, en todo caso, es lo que se puede sacar de allí, lo que se puede filosofar a partir de cosas que son pequeñas, pero que a través del tiempo se pueden volver infinitamente grandes.
¿Qué estuviste haciendo en los últimos seis años?
Entre 2001 y 2003 hice una gira muy intensa, en la que recorrimos continentes y llegamos, incluso, a inaugurar el Mundial de Japón y Corea. Al mismo tiempo hice trabajos para cine, producción para otros artistas, un poco de todo. Esos tres años fueron intensos y no me permitieron trabajar en un nuevo disco. El 2004 fue un año muy complicado para mi, fue un año duro en lo personal y familiar que me obligó atrasar el trabajo del álbum hasta el otoño de 2005. El detalle es que cuando finalmente empecé, yo no tenía los temas escritos pero tenía muchas ideas, mucha efervescencia interior para convertir en canciones. Entonces comenzó un proceso de diez meses de componer las letras y luego otros diez, en los que estuve prácticamente encerrado en el estudio y no hice otra cosa.
¿Qué detalles del disco reflejan todo eso que pasó?
Bueno, vos fijate que hay tres canciones de amor para este disco y las tres son escritas para Verónica, la mujer de la que me enamoré y con quien me casé. También hay una canción que le escribí a mi madre, que coincidió con el momento en que ella se enfermó. Fueron cinco meses muy duros de pelea hasta que falleció. La canción fue escrita en ese momento y obedece a lo que yo sentía en ese entonces. Incluso tuve la suerte de poder mostrarle la letra una semana antes de que ella muriera. El tema Por la mirada, por ejemplo, está escrito para la intuición, esas famosas antenas que tienen las mujeres, que las llevan a conocer la verdad a través de la mirada de alguien y no a través de su palabra. Eso lo aprendí también en este tiempo. Justamente, este disco lo que hace es hablar de lo que me pasó en toda la vida, pero con una óptica centrada en cosas de estos últimos cinco años.
Con 30 años de carrera encima, ¿cuánto pesa la opinión de los demás sobre un trabajo nuevo?
A pesar de que, como dijo Astor Piazzolla, el disco fue hecho para mí con la esperanza de que le guste a los demás, yo les pregunto a mis amigos como lo sienten.
¿Y qué te dijeron de Fuera de Ambiente?
Me parece que están un poquito sorprendidos...
Para Roos, "el rock uruguayo pasa por su mejor momento a nivel histórico". Pero tiene entre sus elegidos a tipos "de la época en que el pelo largo era un símbolo de rebeldía y no un modo de llevar el cabello", e incluso de mucho antes. Julio Sosa, Alfredo Zitarrosa, el mítico murguero Pianito, Daniel Viglietti (que también está editando un nuevo disco), Los hermanos Fattoruso, Rubén Rada ("actualmente, la mejor voz de América Latina") y Jorge Drexler son, para él, jugadores irremplazables en la selección celeste de la música. ¿Su lugar en el equipo? "Si me hacés jugar, poneme el número 5 en la espalda", dice como buen armador.
Más allá del ritmo que te toque interpretar, vos te definís como un músico con actitud rockera, ¿de dónde viene eso?
Sucede que yo tenía una doble vida musical. Me crié tocando rock and roll, pero en mi barrio tenía una vida paralela muy importante para mí, que era el candombe y la murga. Pero, ¿qué pasaba? Eran dos cosas absolutamente distintas. Era imposible ponerlas juntas, hasta que aparecieron gente como Rubén Rada, como los hermanos Fattoruso. Todos músicos de mediados de los 60 que fusionaron el candombe, primero con el jazz y luego con el beat. Entonces llegó un momento en que me di cuenta que la murga y el candombe tenían tanto rock and roll como el propio rock and roll, que eran músicas hermanas que podían convivir. Y ahí empecé a hacer mi música. Por es, mi actitud en el escenario no es la de un murguero, sino la de un rocanrolero sin circo.
¿Te sentís un precursor de la fusión de estilos que se dio en el rock rioplatense?
En cuanto a la fusión con el candombe y la murga uruguaya, sí. También en la mentalidad de tomar determinada estética callejera, propia de las ciudades en que vivimos. Acá no te estoy hablando de la parte musical. En los 90, el rock se hizo más social, más con olor a esquina de Buenos Aires y dejó de mirar con tanta atención a lo que sucedía en Los Angeles. En esos detalles también puede haber una influencia de lo que hice junto con otros grupos uruguayos, especialmente las murgas que vinieron a dar vueltas por aquí. Pero también se ha dado con los músicos de jazz, que han incorporado estos géneros a sus repertorios; con los músicos de tango, de folklore. Lo bonito para nosotros es que los géneros uruguayos han pasados a ser moneda común, moneda corriente de un gran abanico estilístico.