La mezcla permanente de estilos de Emma Shapplin (40) hace que, incluso para la prensa especializada, sea complicado definir con precisión la naturaleza de su arte. Cuando surgió, fue considerada la sucesora de María Calas, pero con el tiempo ella renegó de las comparaciones. Es que la innovación de Emma descolocó a las compañías discográficas tradicionales, que también la encasilló en el mismo estilo que Il Divo o Andrea Bocelli, muy a pesar de la francesa.
"Me identifico con la personalidad de David Bowe, con Queen y Freddie Mercury, Pink Floyd, Annie Lennox o Kate Bush. Son artistas que escuchaba de adolescente que cantan como personajes", reconoce Emma.
El pálido y angelical rostro de la cantante se complementa a la perfección con la dulzura de su voz y la inocencia de sus facciones, incluso a pesar de que Dust of a Dandy -su último disco- experimente con el punk rock. En su regreso a Argentina para presentar su nuevo álbum, este miércoles 10 de diciembre en el Teatro Coliseo, la talentosa lírica francesa se confesó en un mano a mano con Ciudad.com en el que reveló -entre otras cosas- la particular decisión que la llevó a adoptar su nombre artístico y dejar de ser Crystêle Joliton, tal la bautizaron sus padres.
-¿Cómo surgió tu pasión por el canto lírico?
-Desde chica disfrutaba cantar ópera, aunque no sabía que era ópera, sólo practicaba. Después de un tiempo, comencé a entrenarme con una profesora y me encantó. Fue un gran momento de mi vida. Hasta que por cuestiones de mi vida personal debí abandonar el curso de forma abrupta.
-¿Coincidió con tu etapa de cantante de rock?
-Sí. Estaba muy triste, enojada ¡y era adolescente! Ja, ja. Estaba rebelde, quería destruir cosas, gritar y expresar que estaba en desacuerdo con lo que me pasaba. Fue así que, como en mi colegio había un grupo de chicos que buscaban a un cantante de rock pesado, me postulé a pesar de que no era hombre y me aceptaron. En esa época quería "romperme la voz" porque pensaba que no la iba a usar más. Aunque al tiempo volví a extrañar la ópera y a los 18 años encontré a otra profesora particular y para ensayar en un conservatorio, pero no cursé ahí porque no me gustaba el ambiente hostil y competitivo.
-¿Cómo comenzaste profesionalmente?
-Cuando conocí a mi primer productor, con el que pude mezclar mi técnica, experimentamos sonidos hasta sacar el primer álbum en 1997, Carmine Neo. Luego edité con mi propio sello discográfico Discovering Yourself y Etterna en 2002, a los que denomino mis discos neoclásicos. Después, quise experimentar nuevas aproximaciones para cantar, escribir y componer. Buscaba una música más cercana a este mundo, fue como nació Macadam Flower en 2009, un álbum electro pop. Hasta llegar a Dust of Dandy, que es casi punk rock, es un trabajo más arrogante, algo que buscaba.
-¿A qué artistas admirás o en quiénes te inspirás?
-Sin pretensiones, no es que me estoy comparando con ellos porque son gigantes y el estilo musical es diferente, pero me identifico con la personalidad de David Bowe, con Queen y Freddie Mercury, Pink Floyd, Annie Lennox o Kate Bush. Son artistas que escuchaba de adolescente que cantan como personajes, disfrazados. Porque no siento que tenga que ver con Sarah Brigthman, Il divo, la "world music" o los "cross over". Mis primeros álbumes se pueden comparar con ellos quizás, pero no los últimos.
-¿Cómo lográs que el público se enamore de tus temas a pesar de que es probable que muchos no comprendan el idioma?
-Simplemente no sé cómo sucede, porque canto en inglés, francés y hasta en italiano antiguo ja, ja. Eso hay que preguntárselo al público.
-¿Tenés alguna fórmula para crear música?
-Cuando escribo nueva música clásica, como sé que voy a usar mis técnicas líricas, reviso el diccionario de italiano antiguo y sobretodo de poetas de la época. Sumergirme en el idioma porque creo que es el lenguaje que mejor refleja los sentimientos. Puedo estar sola por días, sin atender el teléfono, caminando por el bosque de mi casa, que está a 70 kilómetros de París. En una segunda etapa, trato buscar sinónimos de las palabras para acoplarlas a la lírica de la melodía, porque son como poesía, modestamente.
-¿A qué se debe que tu discografía sea tan ecléctica, y pase de la neoclásica al punk rock?
-Cada disco refleja una faceta de mi personalidad. Por eso decidí que quería tener mi propia productora discográfica, para que no me impongan lo que tengo que hacer. Siento que estoy lista para concretar el nuevo álbum. Los dos últimos discos se crearon en mi mente mientras caminaba por el bosque. Cada uno representa como pequeñas burbujas de muchos mis sentimientos, emociones y cosas que pensé luego de ciertos momentos de mi vida. Son como una cristalización de esas emociones. Por eso también reflejan cada una de mis múltiples personalidades. Los dos primeros hablan mucho de mi amor por la opera, la poesía antigua.
-¿Cuál sería más parecido a vos?
-Macadam Flower expresa algo más cercano a mi vida cotidiana y representa muchísimo de sensibilidad femenina. Dust of a Dandy evoca mi masculinidad y es más serio, maduro, especialmente en las letras, muy arrogante. Para mí no es oscuro, al contrario, es muy natural e intuitivo, todo fluyó. Creo que hice este trabajo porque estaba buscando un instinto animal dentro de mí, algo más brutal, salvaje para sentirla, tocarla. Es fantástico porque con este álbum usé técnicas que estaba extrañando. ¡Y estoy preparando un álbum de ópera!
-Si bien te llamás Crystêle Joliton, tu nombre artístico es Emma Shapplin. ¿Cómo nació tu alter ego?
- Ja, ja. Ya ni siquiera en mi familia me llaman Crystêle. Para mí Crystêle es muy frágil, como un cristal que no está roto, pero es muy delicada para sobrevivir. Si se traduce mi apellido al castellano es muy gracioso, queda como si fuera "tono bonito". Por eso, cuando cumplí los 19 y estaba en Nueva York, decidí que me iba a llamar Emma, que es un nombre más fuerte por la doble eme.
-Hablás muy poco de tu intimidad. ¿Con quién vivís?
-Tengo mi gato y mi perro, es muy acogedor. Siempre hay gente que viene de visita a mi casa...
-¿Qué es lo que te atrae de Buenos Aires que siempre venís a presentar tus trabajos?
-Los fans que tengo en Argentina son muy afectuosos, cálidos y comunicativos, más ahora con las redes sociales. Casi que están presentes todos los días de mi vida. La realidad es que Argentina es muy especial para mí.
-Tu voz es un don, ¿cómo lo cuidás?
-Los días que tengo show son una rutina, me quedo tranquila en mi habitación, hablo bajito y trato de conversar poco. De hecho, no suelo dar entrevistas porque quiero cuidar la voz y conservar la energía y concentrarme. Por lo general no tomo nada tomo nada muy frio ni nada muy dulce porque puede dañar la garganta. Como no soy muy corpulenta, como pasta para alimentarme bien. Es cierto que de ser más gordita me sería más fácil, pero intenté engordar y me sentía pesada. Me gusta sentirme ligera.
-¿Tenés otras pasiones?
-Sí. De a poco estoy tratando de preparar una exhibición de arte fotográfico y además pinto. Pero las pinturas no son suficientemente buenas, sigo trabajando en eso. Pero la vida es tan rica en experiencias, que la vida misma es un arte, hasta cocinar...