El sorprendente escándalo del año provocó la reacción de la Justicia, que parece, hasta el momento, estar más ocupada en las derivaciones faranduleras que en el fondo de la cuestión.
Sin dudas, el escándalo que ventilaron Ariel Diwan y Gisela Bernal es uno de los más sorprendentes del año. El único antecedente de un tema similar, fue la mucho menos mediática divulgación del conflicto entre Silvia Peyrou y Cacho Castaña. En ese caso, los protagonistas decidieron permanecer en silencio.
Si bien el tema era un "secreto a voces", la desaforada visita televisiva del productor teatral dejó a todos con la boca abierta. No sólo porque decidió contar su historia en Intrusos, un ciclo con el que estuvo enfrentado todo el verano, sino también por el contenido y las formas de sus denuncias. Sin embargo, su ex no se quedó atrás, ya que inmediatamente se comunicó por mensajes con una decena de periodistas, y su abogado, Guillermo Arín, recorrió todos los programas para defenderla.
Este telenovela en capítulos que entregaron los propios protagonistas tomó un giro inesperado cuando la semana pasada una jueza envió una advertencia a los canales de televisión, para que cese la mención del menor. Ese escrito conmina a los periodistas, los familiares, los amigos y el entorno a no realizar declaraciones sobre el chico bajo apercibimiento de una sanción económica, más otras medidas contra las emisoras responsables.
Lo paradójico del caso es que la jueza se olvida de solicitarles a los padres de esa criatura que no aporten más insultos, intimidades ni denuncias. Los únicos responsables de que esta historia trascienda y se convierta en un tema masivo fueron los mismos progenitores del bebé. La mayoría de los comunicadores que abordaron el caso, desde el principio, recalcaron siempre que aquí el único perjudicado era El Niño, de casi tres años. Más allá de esto, tanto ella como él siguieron adelante con su guerra mediática. Y la Justicia miró para otro lado.
Algunos conductores sostienen que es censura previa, otros que es una buena medida para proteger la identidad y los derechos del niño. Más allá de las posiciones encontradas, lo único cierto es que la Justicia actuó tardíamente. A pocos parece preocuparles la real identidad del niño, ni el ocasional daño que podrían provocarle los padres; o más bien la madre y el padre engañado.
La Justicia parece, hasta el momento, estar más ocupada en las derivaciones faranduleras que en el fondo de la cuestión.
Los comentarios publicados en ciudad.com.ar podrán ser reproducidos parcial o totalmente
en la pantalla de Ciudad Magazine, como así también las imágenes de los autores.