Hay fechas que no se olvidan, aunque el calendario insista en repetirlas como si fueran iguales. Para Gabriela Arias Uriburu (60), el 10 de diciembre era una herida abierta... hasta que la vida decidió sorprenderla.
Hoy se cumplen 28 años del día en el que Imad Shaban, su exmarido, retiró ilegalmente a Karim, Zahira y Sharif, sus tres hijos, de Guatemala (donde residían) y se radicó con ellos en Jordania, su país natal, sin avisarle. Lo que sobrevino fue una lucha incansable por volverlos a verlos y años de reconstrucción del vínculo.
Pero hace dos 10 de diciembre, este día adquirió un sentido completamente nuevo, inesperado y luminoso, en una sincronía que ni la biodescodificación se anima a explicar: es la fecha en la que nació Jena, su primera nieta, hija de su hija.
Con esa mezcla suya de dulzura, fortaleza, espiritualidad y una lucidez conquistada a fuerza de atravesar lo imposible, Gabriela conversa con Ciudad sobre reconstrucción, misión personal, justicia para la infancia y el nacimiento de Howe, una app pionera creada “por y para los niños”. Y, sobre todo, habla de cómo muchas veces, la vida sortea la tragedia y se abre paso.

-Gabriela, has hecho de todo para sobrevivir a una situación de la cual se cumplen 28 años. ¿Cómo te ves hoy después de todo?
-Trato de mirarme con mucha humildad. No es fácil el lugar que decidí ocupar en la historia familiar, en mi historia personal.
-Tu alma lo eligió en algún punto, ¿no?
-Eso se dice, sí. Lo que tengo muy en claro es lo que me pasó a mí, atravesando mi propio dolor como mamá, y atravesando todo el horror, a nivel familiar. Lo que a mí me ocurrió con los niños.
Y eso a mí me cambió por completo. Ahí sí te puedo decir que siento que fue algo “misional” mío, porque hay cosas que hice hacia mis hijos y hacia los niños que han aparecido en las historias que he tenido que, digamos, trabajar, que no eran las mías.
La historia de los niños en conflicto, con sus padres, la sensibilidad que yo arrojé, tomé, hasta el día de hoy me ponen como en un lugar muy nuevo en la humanidad. Esto que yo te digo fue todo mi desarrollo de casi 30 años.
-¿Y qué planes tenés? Porque tenés libros que cuentan tu historia (Ayuda, quiero a mis hijos; Jordania, la travesía; Vínculos; Después de todo, amor lo hizo posible, entre otros), la fundación, talleres, viajes...
-Bueno, ahora estamos creando la primera aplicación en el mundo que pone esto, ¿no? Que es para y por el niño, que se llama Howe. Le pusimos este nombre porque todo empieza inspirado en mi historia personal.
El niño, cuando los padres se separan, se va a la casa de mamá o a la casa de papá. Pero, ¿cuál es su casa? Entonces, eso es Howe, que es home (casa en inglés) al revés, y jugamos, estuvimos todo un tiempo aplicando esto en el lugar de pertenencia del niño. Entran a Howe a crear su casa.
Nosotros le armamos una estructura y le decimos al chico, “bueno, esto es tuyo, ahora vos decís como querés que sea”. Entonces vamos recibiendo lo que los chicos nos van diciendo. Por ejemplo, hubo un chico que le pidió al padre el cambio en el cuarto, porque muchas veces en las separaciones les arman una pieza pero no les preguntan cómo la quieren.
-Claro, también incluye la responsabilidad, ¿no?
-Exacto. Así que bueno, estamos en un momento muy interesante, muy feliz de poder estar creando este ámbito en el cual con los padres en conflicto me costaba a mí mucho que entendieran que había que crear un ámbito donde el chico no se sintiera en riesgo, que no se sintiera que el conflicto es él. Es muy grande lo que al chico se le va cargando en su vida cuando sus padres lo ponen en el conflicto.

-Y estás en Argentina ahora. No estás viajando tanto, entonces.
-No, porque la salud, el año... estuve con algunos temas. Y el cuerpo está primero. Así que necesité frenar.
Argentina, su lugar en el mundo
-¿Por qué amás tanto a nuestro país?
-Me voy a emocionar. A ver, primero siento que todos los que se están yendo van a volver en algún momento, van a regresar. Argentina tiene algo que no lo podemos explicar. Es una tierra que yo amo. A mí me convirtió en una mamá... ¿sabes lo que era llevar el “producto argentino” a Jordania?
-Eso fue espectacular. Quiero que lo cuentes porque realmente viviste una odisea en todos tus viajes para ver a tus hijos y abrías las valijas y salían todos nuestros productos, es conmovedor.
-Te estoy hablando del año 1997 que no estaba todo globalizado como ahora. Nuestros chocolates eran nuestros chocolates. Los alfajores eran nuestros alfajores. Los caramelos. Digamos, hoy vos tenés tienda de caramelos, yerba en cualquier parte del mundo.

-Y a vos se te ocurrió eso que fue fantástico: meter en una valija lo que podías, porque tampoco es que te llevabas diez.
-Llevaba lo esencial. Y crecieron con esos sabores a 15 mil kilómetros de distancia. Hasta la carne. Porque llevé carne, agua. O sea, a todo esto, también a medida que yo lo iba haciendo, mi terapeuta me iba diciendo, “bueno, ahora vamos con el agua, vamos con la harina”. Llevé harina, porque no hay como nuestro trigo.
O sea, cuando vos entrás a una panadería en Argentina, no hay panadería en el mundo que la supere. Nos quejamos mucho de Argentina. Quisiera llevar a todos los argentinos a esos lugares del mundo donde no hay agua, donde realmente no te bañás con agua potable, en los que toda la fruta y verdura son importadas. Y nosotros, por ejemplo, tenemos manzanas todo el año, por decirte algo.

-Argentina era tu refugio también porque siempre volvías para acá.
-Claro, cuando volvía de los viajes, que eran viajes desgarradores, venía acá y la tierra y Argentina era la que me volvía a dar la fuerza para lo siguiente. Por eso yo amo este país. Lo amo y estoy sumamente agradecida. Por eso hice la fundación. Todo lo hice acá. Y agradezco todo lo que tengo al país y a ser argentina y mi maternidad salió desde acá a Oriente. Por eso me sigo quedando.
“Cuando volvía de los viajes (a Jordania), que eran desgarradores, venía acá y la tierra y Argentina era la que me volvía a dar la fuerza para lo siguiente. Por eso yo amo este país. Lo amo y estoy sumamente agradecida”.
-Sos del fin del mundo, como dijo el Papa Francisco, ¿no?
-Soy del fin del mundo y como una vez me dijeron en la embajada americana que estaban estudiando por qué Argentina daba historias de mujeres tan fuertes. Estaban estudiando mi caso, el de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo. Estaban observando este fenómeno que tiene Argentina.
Jena, la estrella
-Bueno, y hablando un poco de tu familia, me gustaría que intentes explicar cómo es que se dio que tu primera nieta nació también un 10 de diciembre pero de 2023, 26 años después de lo que pasó con tus hijos.
-Son cosas del destino que ni idea. Esto ni la biodescodificación lo puede explicar. Que Jena nazca el mismo día que Imad desaparece con nuestros hijos... A ver, nosotros los seres humanos a veces no queremos ser quienes somos por la responsabilidad que nos toma ser quienes somos y en el lugar que nacemos y en el momento histórico que nacemos.
Histórico, digo, porque cada persona nace en un momento histórico para el sistema familiar. Porque vos no sabés lo que va a producir esa vida de ahí en adelante para la familia, para quienes acompañan esa vida y lo que va a construir esa vida. Creo que todavía tenemos que poner como mucha conciencia en lo importante y bendecido que es la llegada de cualquier persona a la vida.
-¿Cómo viviste ese momento de su nacimiento?
-No me había dado cuenta. Porque el embarazo era de riesgo y había que poner la energía ahí. Pero me lo hizo saber una seguidora, yo ni me había dado cuenta, dije: “Dios mío, años atrás, que fueron muchos, nunca hubiera imaginado que en esta misma fecha...”.

-Ibas a tocar el cielo con las manos.
-Entonces, esto es importante para todos. Nunca sabemos cómo la vida va a sortear la tragedia. Por supuesto que vos tenés que poner lo propio. Yo la siento a Jena como la estrella que nace en ese instante y que su historia hablará de eso. Es fuertísimo.
“Nunca sabemos cómo la vida va a sortear la tragedia. Por supuesto que vos tenés que poner lo propio. Yo la siento a Jena, mi nieta, como la estrella que nace en ese instante y que su historia hablará de eso”.
-Viene como a terminar de sanar todo, ¿no?
-En realidad, todos los descendientes tienen ese propósito, te lo digo como consteladora. En cada vida que llega a nuestra familia, todos vienen con ese propósito de poder pegar una vuelta a esa historia familiar que viene desde hace tantos años. Y millones de años, porque imagínate, Bert Hellinger trae a la Argentina las constelaciones familiares en su primera llegada que fue en el año 97. También interesante.
Bert Hellinger viajó a muy pocos lugares del mundo. A uno de ellos es acá. Justo en ese año. Pero bueno, yo no lo conocí en ese momento, pero fue coincidente. Pero, digamos, él transmite las constelaciones en ese momento. Empezó, digamos, por decirte en los 80 y nos trae a todas, a todas, a varias generaciones, nos trae la posibilidad de poder reparar el sistema familiar. Por eso las constelaciones hoy tomaron tanto auge y que como toda, como todo inicio de algo nuevo, rompe el paradigma de la psicología lineal y bueno, veremos cómo se va acomodando eso en la psicología tradicional.
En retrospectiva
-¿Alguna vez creíste que ibas a hacer todo esto en tu vida?
-No. Yo quería ser mamá. Pero era muy ahí mi mirada. Había dejado ciencias de la comunicación cuando vivíamos en Guatemala para dedicarme a la maternidad. Hoy miro el pasado y digo: “todo me trajo esto. Valió la pena”. Gabor Maté es alguien que tiene que escuchar toda la humanidad.
Es un hombre que al que siendo pequeño le mataron a toda su familia en los campos de concentración. Y bueno, por esos milagros, logró sobrevivir y después se convirtió en uno de los líderes de trauma más importante del mundo. Y hoy está hablando mucho, porque el trauma está a flor de piel. Entonces, él en una entrevista dijo: “si volvería a nacer no haría lo mismo”. Yo si volviera a nacer, sí.

-Qué fuerte. ¿Por qué decís eso?
-Porque siento que ha sido mi escuela de vida. Y que sin esa escuela yo no estaría hoy compartiéndote todo lo que te estoy compartiendo, le estoy compartiendo a la gente de lo que fui aprendiendo, de lo que aprendí de mi maternidad.
Mi maternidad era muy egoísta, yo quería que mis hijos fueran míos. Y yo les quería inculcar mi cultura. Y cualquier mamá que me escucha dice, “sí, pero eso es la maternidad”. No. Eso es una maternidad egoísta.
La maternidad y la paternidad es un estado de desapego total, donde vos simplemente fuiste un instrumento para ese chico y el chico no te pertenece. Eso es.
-Y vos lo tuviste que vivir de una manera totalmente brutal eso, porque literalmente te pasó.
-Yo lo aprendí y bueno, es lo que llevo a cabo y sigo aprendiendo.
-Tenés otros desafíos ahora también. Como madre, como abuela.
-Sí. Hoy también acompaño a todas esas mamás y a esas abuelas que tienen a nietos lejos, a sus hijos lejos, que decidieron vivir en otro país, que son muchos, y entonces es cómo habito no la ausencia, cómo habito la existencia de ese hijo, de esa nieta o de ese nieto, en otro lugar.
Bueno, entonces yo me convertí en una “maestra”. Y cómo uno en vez de sufrir digamos, depender... cómo habito la alegría de saber que mi hijo está bien y que mi nieta está bien haciendo lo que tienen que hacer.
-De lo más conmovedor que leí en tus libros, además de lo que hablábamos de las valijas, es cómo hiciste todo ese trabajo con tu imagen, tu piel, tu pelo, tu vestimenta para que cuando tus hijos te volvieran a ver sientan a la misma mamá que no veían hacía un año.
-Adquirí una conciencia que me brotó. Siempre digo que el día que hagan la película de la historia sería muy interesante poner la cámara al nivel de los chicos, a su altura. Porque cuando el niño te ve, no te escucha.
¿Viste que el adulto es, “escúchame”? Y el chico ve a través: si te pusiste tal color, qué textura, cómo está tu piel, luminosa o no. Yo me vestía para ir a ver a mis hijos. No podía llegar a la visita y largarme a llorar o ir vestida de negro y hacer un escándalo. Sabía que eso no podía hacerlo porque teníamos que entrar a relacionarnos en la “memoria de quién es mamá, quiénes son los hijos”, ¿entendés? De algo que se va creando en el momento en que tenés a tu hijo. Entonces, por ejemplo, yo no cambié el perfume.
-¿Tuviste miedo que después de ese primer año tan tremendo sin verse no te reconocieran?
-No. Ni lo más interno. Para mí eso no existe en el chico la alienación parental, discúlpenme. Cuando el chico rechaza a un papá y una mamá, es porque ese papá y esa mamá están en el “yo”. “Yo luché por vos”, “yo hice esto por vos, pero tu papá...”.
Entonces en ese momento, el chico se retira, rechaza lo que está pasando porque dice “ninguno de los dos está salvaguardándome a mí, necesito salvarme”. Esto lo hace instintivamente, por eso es maravilloso, porque es un resiliente. Cuando pude ver La vida es bella (del director Roberto Begnini) me sentí sumamente identificada porque fue pintar, fue crear en medio del dolor, del caos, del conflicto.
Mientras tanto la gente lo puede ir probando en sus casas también esto que te digo de agacharse para hablarles, vestirse. Bueno, es lo que yo más o menos voy transmitiendo desde mis redes, con toda la gente que se me acerca.
-Y también mucho esto de “dar un paso hacia atrás” como diste vos en pos del bien mayor.
-Sí. Creo que fue como un zig-zag. Atrás, al costado, atrás, al costado, para un bien mayor. Atrás entre comillas, ¿no? Mi vida ha sido eso, atrás, adelante, atrás, todo el tiempo. Ahora estoy como... mi máquina de coser está un poquito cansada.
-¿Te cuesta todavía la “Gabriela mujer”?
-Sí. Estoy trabajándolo un montón. Pensá que recién empecé a desarrollar mi vida más o menos como para el 2018. Que fue cuando empecé a estudiar las constelaciones, a mis 55 años. Ahí por primera vez pude pagarme un departamento en alquiler.
-Claro porque vos desde Guatemala te viniste a Buenos Aires y tu papá te cedió tiempo después un departamento para que vivas sola.
-Sí. Claro. Mucha gente no sabe, porque estas cosas no se hablan. Pero sí, fue todo así. El otro día me escribió una señora: “usted pudo porque su papá era diplomático y usted tenía mucho dinero”. Y le respondí: “mire señora, yo recién tuve obra social en tal año”. Mi padre era jubilado y, la verdad, no tuve una vida de privilegios. Pero bueno, no importa. Algún día se conocerán más detalles.
-Quizás el foco de tu historia estaba puesto en otro lado, lógicamente. O era atractivo también por otro lado. Y hay un montón de cosas en los libros que vos escribiste, que tienen que ver con otras partes de tu vida que la gente no conoce. Con esta parte de “Gabriela mujer”, con todo lo que haces para cuidar tu salud. También lo importante de tener hábitos saludables, incluso estando en otro país.
-Bueno, yo si no iba al gimnasio estando allá no habría sobrevivido. Terminaba las visitas destrozada. Y bajaba al gimnasio para hacer un cambio de oxigenación. Así también empecé yoga (n. de la r.: luego hizo el profesorado). Y hacía una rutina fuertísima. Además, después terminaba con sauna, o sea, utilizaba todo para poder irme a dormir y al día siguiente poder llevar a cabo la siguiente visita. Me tocó hacerlo, me tocó y me dispuse y bueno, y pude.
Y también agradezco que me haya sucedido en una edad donde yo tenía todos los recursos físicos, mentales, espirituales para poder llevarlo a cabo. Esto me sucedió siendo muy joven. Y también agradecerle al cuerpo que me bancó. Nunca me dejó a gamba. O sea, fue impresionante mi cuerpo como me dio todo hasta “ayer”.
Empecé con temas no complicados de salud, pero que hay que ocuparse. Y ahí es cuando me dijo: “pará, porque hay que recoger la siembra, tenés que parar, tenés que observar”. Me vino muy bien el parate, porque me hizo también tomar responsabilidad, crecer mucho en mí, así que también le estoy súper agradecida.
-Y ahora, ¿cómo está toda la situación familiar?
-La situación familiar está... ¡fuerte! Porque mamá no está viajando. Claro. ¿Qué pasa? Que se rompió eso de que mamá siempre venía y ahora no está viniendo.
“La situación familiar está... ¡fuerte! Porque mamá no está viajando. Claro. ¿Qué pasa? Que se rompió eso de que mamá siempre venía y ahora no está viniendo”.
-Te extrañan, me imagino. Conseguiste compartir muchas cosas entre los cinco, viajes, momentos.
-Una de las cosas increíbles que me salvaron la psiquis es no entrar a interpretar. Ni a entrar en la psiquis de no. Y eso me salvó a mí de poder concentrarme. En mi infancia, yo había vivido una historia muy fuerte con mis padres. Y esa fue la que me enseñó todo y por eso fui a la reparación digamos yo soy una convencida que dentro mío se unió la filosofía, lo vivido como hija a lo que me tocaba como madre.
Entonces fue un combo muy interesante y muy valioso para no repetir la historia de mis padres en mis hijos y poder ser una adulta, una mamá que fuera a la reparación. Hay algo que voy a decir para los que estén leyendo esto: “vos, cada persona, tiene que asumir la responsabilidad de con quién se casó”. Yo asumí la responsabilidad y la llevé a cabo.




