Los días de encierro obligatorio dan para que las más íntimas confesiones salgan a la luz. Al menos, a través de esa ventana a su vida privada ocurre que algunas celebridades se sinceran como nunca cuando les proponen a sus seguidores preguntarles lo que sea.
En ese plan se embarcó Karina La Princesita y terminó revelando detalles jugosos de su relación con El Polaco, el papá de su hija Sol. Por ejemplo, que el cantante no fue, de ninguna manera, el amor de su vida. Además, que tampoco lloró demasiado cuando la pareja se rompió.
La Princesita venía respondiendo sobre temas variados con la cuarentena como leit motiv y cuando alguien le consultó si el cantante de música tropical fue el amor de su vida ella respondió, directa: “No, el único amor de mi vida es y será mi hija”.
Pero la cuestión no iba a quedar así. Luego otra persona insistió sobre el tema y quiso saber si no le había afectado el hecho de que, apenas separados, El Polaco haya rearmado su vida con una segunda hija. “¿O ya no lo amabas?”, le preguntaron.
“Ja, ja, ja, ¡qué pregunta!”, reaccionó ella, sorprendida. Y contestó: "Habrá dolido, pero no el hecho de que alguien rehaga su vida, sino por haber sido tan rápido. Pero ya quedó muy atrás. No recuerdo. Habré llorado, seguramente". Y sumó un “no hay mal que por bien no venga”, a modo de comentario entre paréntesis, con un emoji de carcajada y aclarando que era un chiste.
Luego el ida y vuelta se convirtió en una suerte de consultorio sentimental cuando alguien le pidió un “consejo para una relación que no funcionó”. Más precisamente, qué hacer si le piden una oportunidad después de varias.
"¡Uh! Lo único que puedo hacer es decirte que haría yo en tu lugar. Si se aman y vos a él o ella, las segundas oportunidades tal vez sean lindas. Pero si amaras no me estarías preguntando, lo harías y ya”, empezó diciendo.
Y continuó con su explicación sobre cuál sería su postura, dejando una reflexión final: “Si fue por engaño o por algo malo, la Karina ingenua tal vez creería y volvería. La Karina pilla no. Porque con los años entendés que aunque lloren, pataleen y te juren, las personas raramente cambian".