Todos saben bien quién es Guido, pero pocos saben cómo se escribe su apellido. Los logros profesionales en la carrera del actor y conductor no se detienen en cada temporada. Guido Martín Kaczka, a sus 37 años, es uno de los presentadores con más proyección, y años de éxito en sus espaldas. Comenzó como niño prodigio, criado entre Villa Luro, La Paternal y Moreno, acompañando a sus hermanos Analia y Emiliano, que formaban parte del elenco de Pelito. Pasó por varios ciclos similares, y algunos de gran éxito como Clave de Sol y Grande, Pa. Pero muchos niños talentosos suelen desaparecer en la adolescencia o la adultez. No fue el caso. Ya teenager, se sumó a las huestes de Cris Morena y Gustavo Yankelevich, para Chiquititas y Verano del 98, donde seguramente absorbió mucho de lo que hoy muestra en sus ciclos. Tuvo la gran oportunidad de ser "segundo" de Gerardo Sofovich en Polémica en el bar. Sin embargo, muchos otros que pasaron por las manos de estos maestros, no supieron canalizar tremendas oportunidades.
Su vida personal fue bastante pública con su primera mujer, Florencia Bertotti, con la que tuvo a Romeo. Tras la escandalosa separación, ambos rehicieron sus vidas y optaron por preservar prolijamente estos detalles. Hoy, está en pareja con Soledad Rodriguez, y juntos fueron padres de Benjamín el año pasado.
Antes de la consagración como conductor de Telefe y El Trece, Kaczka participó de los elencos de Rincón de Luz, Máximo Corazón y Los Pensionados. Pero en 2005 todo cambió cuando fue elegido para animar El Último Pasajero, una remake aggiornada de Feliz Domingo. El éxito en la pantalla de Telefe lo acompañó por varias temporadas, y le redituó dos Martin Fierro. En esa época, montó la productora Kaberplay para este ciclo y la ficción Niní con Bertotti (que terminó en juicio con Cris Morena, por ser una copia de Floricienta), y fue ahí donde desarrolló su faceta menos conocida.
Sin dudas, como productor descubrió varias claves de la tele, que lo catapultaron a ser uno de los conductores más reconocidos de la tele. Lo que no se ve de Guido, es la autoexigencia y dedicación para cada programa que encabeza. Algo de Gerardo aprendió, y es que el conductor debe conocer todo los resortes de cada show. Por eso, Guido conoce a la perfección cada uno de los juegos que presenta, porque los prueba y los juega antes de que lleguen a la pantalla. Por un largo camino recorrido, por muchos años de trabajo y también la cuota de carisma necesaria, se convirtió en uno de los mejores conductores de la década.
El esfuerzo del trabajo lo llevó a tener más el TODO que la NADA.