Su día comienza bien temprano por la mañana en su casa de Tigre, a la que recién vuelve ya entrada la madrugada. En el medio, Germán Paoloski (41) exprime la agenda para conducir y producir La mesa está lista (de 11.30 a 13 horas, por la pantalla de El Trece), La Tarde (de 17 a 20, por Radio 10) y Nunca es Tarde (de 23 a 0.30, en Fox), todo sin descuidar el romance con Sabrina Garciarena y la atención a su hijo, León (1 y 5 meses).
“Vengo a capital, hago el programa, tengo reuniones de producción. Almuerzo algo rápido y ya viene la radio. Termino y me voy a grabar el programa de Fox. Estoy todo el día, no me desconecto”, asegura Germán, quien hace un punto para destacar que nada sería posible sin la entrega de su mujer. “Obviamente, en el medio está Sabri que es una genia y me trae a León y almorzamos juntos. Hay un constante vínculo para no pasar todo el día lejos de ellos. Si no me apoyara en ella, sería imposible”, confiesa.
Paoloski recibe a Ciudad.com en su camarín y le imprimirá a la charla la intensidad con la que enfrenta sus desafíos. Develará un costado desconocido de hombre calentón y perfeccionista, hablará del éxito y del temor de enfrentar nuevos proyectos, de la culpa por no poder compartir más tiempo con su familia y mucho más.
-Ya estás con tres programas y ahora sale Asombrosamente, la serie que grabaste para NatGeo, ¿cuál es el techo?
-Por suerte sigue subiendo. No sé, es ir viviendo la profesión y ver dónde me va llevando, no tengo una zanahoria adelante. Sí trato de seguir determinadas reglas que no me hagan correrme del camino que imaginé. Trabajo hace 20 años y no quemar etapas me parece importante. Arranqué como productor radial, después cronista, productor en televisión, luego comencé a tener participaciones en cámara y así fui armando mi carrera. Siempre con la premisa de no quedarme, no estancarme, de no encasillarme y de ir buscando nuevos horizontes dentro de lo que a mí me gusta.
-¿Dejaste de lado proyectos que no te cerraban pero muy redituables desde lo económico?
-Me han ofrecido un montón de cosas que no eran de mi agrado, y preferí dejarlas a un lado por más que fueron propuestas económicas y artísticas interesantes. No me parece que uno pueda hacer absolutamente todo, hay cosas para las que uno no está preparado. Eso de creer que porque estás en el medio podés hacer todo no es así. Yo lo que hago lo hago con cierta mesura, siempre tratando de buscar nuevos horizontes y no escaparle al cambio. No creo en esa frase "más vale malo conocido que bueno por conocer". Esa frase atrasa. Uno tiene que lanzarse al vacío, pero acotando el margen de error, no es que hago cualquier cosa. Dejar Diario de medianoche y Pura química fueron decisiones difíciles y, en general, no muy acompañadas por la gente de mi entorno. Y bueno, yo sentía que tenía que hacer otra cosa y preparé otros programas.
-Te bajaste de varios éxitos televisivos, ¿no te da miedo?
-¿Sabés lo que pasa? Mirá si te bajás cuando el ciclo ya no funciona… ya no sirve. Para mí los ciclos, si son exitosos, tienen que serlo hasta el último momento, porque es muy feo ver que algo que funciona ya no lo hace. Cuando uno siente que ya dio todo lo que tenía para dar, que vos mismo te cansás, ¿qué le espera al espectador? Ahí tenés dos opciones: o cambiás desde adentro el lugar o te vas. En los dos casos, quise cambiar desde adentro y modificar las estructuras. Pero bueno, tanto Telefe como ESPN no tenían la misma idea y está todo bien. Cada uno piensa y siente como quiere, y tuve que seguir mi camino en otro lado. Uno no se tiene que quedar a vivir en la comodidad, te termina achanchando.
"La felicidad son momentos y en esta etapa de mi vida, son más los felices. Cuando lo veo a mi hijo, cuando hace algo nuevo, cuando aprende a caminar, cuando veo cómo me mira, son momentos plenos. También estando con mi mujer, acompañándonos y compartiendo la vida".
-Hoy muchos programas se vuelven esclavos del rating y los volantazos. ¿Cómo te llevás con esa dinámica televisiva?
-No estoy de acuerdo. Yo respeto todo, porque esto es un negocio y no le voy a pedir a alguien que se inmole. Ahora, a mí como conductor, la verdad es que yo tengo un estilo, una forma y no voy a variar. No voy a hacer algo que vaya en contra de lo que me ha funcionado hasta el momento porque nada me garantiza que ese volantazo vaya a subir el rating. Entonces no me voy a apartar demasiado de mi esencia, vos comprás o no comprás el producto. Ahora, si me comprás, eso es lo que yo soy porque eso es lo que vendo. Si no, trae a otra persona. Eso lo dejé muy claro a las autoridades de Endemol y de El Trece cuando llegué. No estoy en desacuerdo con ir modificando cosas para ir buscando el número, lo que no puedo es ser otra persona. Si el canal o la productora creen que es por otro lado, bueno, perfecto. A lo mejor no es conmigo.
-Arrancaste como periodista deportivo y pegaste el salto a conductor todoterreno. ¿Cómo te definís hoy?
-Es difícil porque me considero todo eso, yo no dejé de ser periodista deportivo. Lógicamente que mi tiempo hoy está distribuido de una forma diferente que cuando empecé que estaba mucho más empapado en el fútbol. Me fui corriendo y sí, me siento conductor de televisión y de radio. Un tipo que lidera un equipo, porque yo creo en los equipos, no creo que una sola persona pueda hacer una diferencia.
-¿Sentís culpa de trabajar tanto sabiendo que podrías estar durmiendo una siesta abrazado a León?
-Siempre, la culpa forma parte de todo, pero cuando uno toma una decisión sabe que gana y pierde. Así es la vida, toda decisión te lleva hacia un lugar y te deja la incertidumbre de si hubieras sido más feliz con otra elección. Son momentos, este es uno de mucho trabajo y ya vendrán otros de más tiempo para ellos. Va fluctuando, me siento un privilegiado porque no sé si hay tanta gente en este país que pueda trabajar de lo que le gusta y sentirse como me siento yo con lo que hago.
-¿Y con tanto trabajo cómo funciona la pareja?
-La verdad que bien porque nos llevamos bárbaro. Antes de ser pareja, con Sabri fuimos amigos y hoy esa condición se sigue manteniendo con la relación amorosa. Una cosa no quitó la otra, el compañerismo y la comprensión hace que podamos estar bien. Tengo que reconocerle a Sabri que ella resignó un poco su trabajo para acompañarme a mí y ser madre. Este año me toca a mí mucho trabajo y el año que viene seguramente cambiará porque no se puede mantener este ritmo de intensidad constante. Se viene fin de año y ya empecé a hacer los balances. Además, Sabri también va a trabajar más intensamente, yo no puedo ser egoísta, pretender que ella viva para mí y para mi hijo, y que no se desarrolle con independencia.
-¿Todavía no retomaron la rutina de a dos?
-Es difícil, tengo poco tiempo, tratamos de estar más en casa y disfrutar. Nos mudamos hace poco, estamos contentos armándola de a poco, todavía nos faltan muebles. Estamos en ese proyecto y para el esparcimiento hay menos tiempo por las obligaciones.
"No me parece que uno pueda hacer absolutamente todo, hay cosas para las que uno no está preparado. Eso de creer que porque estás en el medio podés hacer todo no es así. Yo tengo un estilo y no voy a variar. Si me comprás, eso es lo que soy porque eso es lo que vendo. Si no, trae a otra persona. Eso lo dejé muy claro a las autoridades de Endemol y de El Trece cuando llegué".
-¿Por dónde pasa tu felicidad hoy?
-Parece una frase hecha, pero la felicidad para mí son momentos. Y en esta etapa de mi vida, son más los felices. Cuando lo veo a mi hijo, cuando hace algo nuevo, cuando aprende a caminar, cuando veo cómo me mira, son momentos plenos. También estando con mi mujer, acompañándonos y compartiendo la vida. Y el trabajo, hago lo que me gusta y eso me hace feliz.
-¿Todo es color de rosa?
-Obviamente no. Soy híper calentón y me agarro broncas con la producción y mis compañeros, porque quiero que el programa salga 10 puntos todos los días. Y la verdad es que cuando tenés un programa diario, es muy difícil mantener siempre el mejor nivel todos los días. Pero a eso apunto y por eso me enojo y por eso trato de que sea un 10.
-¿En serio? No parecés un tipo calentón…
-Ahh… tenés que hablar con mis productores, ja ja ja. A veces levanto el tono, pero no insulto. Las cosas hay que hablarlas con corrección, capaz por esta cosa impulsiva y calentona que tengo, a veces elevo el tono, pero siempre con respeto. Hay que marcar pautas de trabajo porque todo lo que puedas agregar por la frescura y el carisma está excelente, pero tiene que haber una estructura atrás. Tiene que haber roles y cada uno saber cuál es para interpretarlo de la mejor manera. El desorden, el caos y el libre albedrío no van. Si no, cada uno va para un lado diferente y es un ‘viva la joda’. No, no, es un laburo, ¡tiene que salir bien! No es lo mismo hacerlo bien que hacerlo mal.
-¿Sos tan riguroso?
-Las excusas no se televisan, me podés explicar 300 cosas, pero lo que ve la gente es la puesta y el resultado. Si yo vengo y tartamudeo todo el programa, y después digo ‘sabés qué pasa, es que estoy cansado porque tengo muchos programas’. ¡Entonces no los hagas! Obviamente que hay excusas y razones, pero no sirve. A mí me contrataron para que esté lúcido, despierto y divertido. No tolero las excusas porque no las tolero para mí, y mis productores lo saben perfectamente. ‘¿Por qué no está el tape?’. ‘No, lo que pasa es que…’. ‘No está el tape’. ¡Obvio que hay una razón, pero no me importa! ¡Tiene que estar! Y siempre digo ‘mejor pedir perdón que pedir permiso’. Yo voy y después, si tengo que pedir disculpas, las pido. ¿Cuál es el problema en pedir perdón? Hay que saber pedir perdón y no tengo vergüenza en decir ‘sí, me equivoqué’ y en tener autocrítica porque no todo lo que hago está bueno.
-Se te nota efervescente.
-Y si, claramente las cosas las tenés que salir a buscar con ganas. Me mata el tipo que no tiene sangre en las venas, me mata la desidia, el quedado. Eso no lo tolero. Prefiero un tipo que se equivoca a un tipo que no hace nada. Es así y yo prefiero arriesgar a equivocarme. Por lo menos trato de hacer algo diferente, puedo morir en el intento, pero estoy ahí y le pongo ganas. A mí la cómoda no me va en ningún aspecto de la vida y están mis hechos para demostrarlo, no es de la boca para afuera. Vamos por más, voy y hago. Y si, me puede ir mal porque nadie tiene asegurado el éxito. Intento y eso exijo para los que están conmigo, la gente tibia no me va.