Sábado 8 de agosto, 20.15 hs.
☔️⌚️ Paraguas en mano, llegamos a la coqueta Sala Siranush, del barrio de Palermo. Una larga fila nos recibe y el lugar, que habíamos conocido hace un mes, habitado con la sola presencia de Andy Kusnetzoff, ahora está lleno de mesas, sillones, mozos que van y vienen. Parte del público de Happy Hour ya se sentó y aprovecha para pedir algo para tomar o comer (para tener en cuenta: los platos armenios que sirven son ¡ri-quí-si-mos! y se pagan aparte de la entrada).
Ya ubicados, nos disponemos a hojear el programa-menú: nos ofrecen tragos diseñados exclusivamente por Andy, pedimos un par y nos acomodamos bien cerquita del escenario, con las expectativas lógicas de ver por primera vez al conductor de Perros de la Calle en teatro.
20.30 hs.
La sala está llena y, como queremos ver las sensaciones del público, elegimos Periscope para filmar un ratito de la previa. Mientras tanto, probamos un poco de hummus de berenjena. Las 21 horas se acercan y el telón empieza a moverse.
21.00 hs.
Llegan nuestros tragos, Caipi de la risa y Quitamanchas Violeta, cuyos nombres tienen que ver con lo que vendrá.
21.15 hs.
Comienza el show. Aparece Andy en el escenario y los aplausos son ovación. Hilda Lizarazu y sus exquisitos y carismáticos músicos (Sebastian Barbui, Mariano Godoy, Amílcar Vázquez y Federico Melioli) también se van sumando a escena con el correr de los minutos. Las risas se multiplican. La escenografía, el vestuario, el sonido y el ambiente forman una comunión. La armonía y el disfrute reinan en la sala. Andy se mueve como pez en el agua en el escenario y hasta vuela (sí, les juro que vuela).
La música se vuelve parte de la obra, se armoniza con su protagonista, que -recostado en el piso- disfruta de la voz de su compañera cantante, mientras el público hace palmas.
Con la letra de Erika Halvorsen bien sabida, los pies entre los actores exactos y algún otro chiste de actualidad que se cuela por ahí, Happy Hour recorre su camino con gran naturalidad.
22.45 hs.
La obra va llegando a su fin y Andy, un Andy totalmente distinto al que escuchamos en Perros de la Calle y Sólo por hoy, se tira al piso mientras simula tocar una guitarra eléctrica.
Todo es risas.
También hay tiempo para un sentido recuerdo homenaje, desde el corazón, con emoción. Andy aprovecha el pasaje melanco para agasajar a su amigo Martín Lousteau, presente en la sala, con un trago de su autoría. Mientras tanto, un original mapping se adueña de la parte superior del escenario. Sorpresas como las voces en off de amigos famosos de Andy y hasta una participación de Ricardo Darín (no se manifiesta en cuerpo y alma, pero casi) completan la atmósfera.
Vuelven las risas, la música y un final a toda orquesta, que corona un espectáculo redondito, ideal para un fin de semana distinto.
BONUS TRACK
El show termina, nos acercamos a saludar al protagonista, que detrás de escena vuelve a ser Andy. Un poco agitado tras la exigente función, su cara sólo refleja felicidad. Y sí, en definitiva Happy Hour, un shot de felicidad es el nombre de la obra y lo que Kusnetzoff pretende transmitir a lo largo de la misma. Incluso, se anima a contarle al público su secreto. ¿Te animás a conocerlo? ¡Nosotros sí!