Se planta como talentosa en la pista e implacable en los conflictos con sus compañeros de Soñando por bailar 2, pero este miércoles en Este es el show, Magdalena Bravi reveló el costado sensible de su personalidad y se quebró al recordar su infancia.
Magui explicó que a los 19 años se fue a vivir con su padre para abocarse al estudio y a su trabajo de azafata. "Dejé la danza porque tenía bulimia", explicó.
Pero la muñeca brava se quebraría cuando Marcela Coronel destacaba su carácter rígido y entre lágrimas se aseguró: "Yo sé aceptar todos mis errores, soy una mina vulnerable. Tengo el error de buscar la perfección en todo lo que hago, pero sé que me equivoco y las cosas me cuestan. Toda la vida fui así de autoexigente. El que bailó clásico, o lo hizo de manera profesional lo debe entender. Es imposible el gris, es blanco o negro y vamos al máximo".
Y luego Magui se explayó sobre los problemas que le causó la formación en danza clásica: "No podía bailar más, para curarme de la bulimia necesitaba estar lejos del ambiente. Tuve una mamá muy exigente, ella siempre quiso que sea la primera bailarina, pero no se daba, siempre estuve en el cuerpo de baile. Mamá quería que dejara el colegio, por ejemplo. Gracias a papá no lo dejé. Ella quería ser bailarina de chica y no pudo".
"Ustedes no saben lo fuerte que es el examen físico del Colón. A mí me pasó que coreógrafos me dijeran 'vos tenés que bajar 3 kilos', sin medir ni hablar con una nutricionista. Y hasta que no los adelgazás, no tenés el papel que querés tener. Pero también quiero decir que el baile profesional da otras cosas, eso es una autoexigencia. Tampoco es para no mandar nunca a una nena a bailar clásico", marcó Magui.
Además de esta fuerte confesión, la participante del Soñando contó un aspecto desconocido sobre ella: "Estudio en la facultad hace un montón de tiempo, también eso es algo que no se sabe. Estudio filosofía, estoy en tercer año de la UBA".
De ahora en más, Magui Bravi, la filósofa de Soñando por b ailar 2.