Ayer metió la pata hasta "el caracú" y lo hizo sin querer queriendo. Todos entendieron que hablar de droga y prostitución en el elenco al que todavía pertenecía era peligroso, pero ella no se dio por enterada. Hasta que el productor de la obra decidió prescindir de sus servicios y Rocío reaccionó.
Y entonces como ayer, hoy también volvió a elegir a Rial para hablar de su despido, pedir disculpas, e irse por la tangente involucrando términos como "muerte" y "Dios" en un conflicto de matriz pura y exclusivamente vedettonga.
En el piso la escuchaba Mónica Farro, que decidió no intervenir mientras su compañera hablaba, y en cambio optó por repartir caras de espanto y risas irónicas ante la supuesta angustia de Marengo. No fue necesario más que preguntarle por el desenlace de esta historia secreta que ella misma se había encargado de montar en la edición anterior, para que Rocío empezara a hacer lo que hizo durante todo la entrevista: victimizarse y minimizar.
"Siento que me equivoqué; cuando digo las cosas, siempre hay una base que es real, y después me mandó a hablar, pero esta vez me desvincularon de la obra. Yo dije algo en el programa de ustedes y tampoco es para salir a pegarme tiros, a matarme", se "sinceró" en primera instancia. Parecía tranquila, fría, aunque, luego se supo, era "pura espuma".
De hecho contó que estaba angustiada, y que no iba a llorar para demostrarlo, pero, acto seguido, comenzó a lagrimear como una niña y se despachó con un discurso no apto para cardíacos: "Que quede grabado que todo lo que hago, lo hago desde el humor y con ganas de divertir a la gente, y sin intención de hacerle mal a nadie. Si alguna vez lo hice, pido disculpas, porque si me muero, yo quiero que quede claro que nunca quise hacer nada con maldad: nunca dí nombres de quién se había drogado, sólo dije que había sentido olor a porro, y tal vez era olor a otra cosa, era fuerte y hay muchos olores fuertes, y tal vez me equivoqué", dijo, intentando justificar lo que, a esta altura, parecía injustificable.
Y para culminar su triste performance, decidió recurrir al "todo poderoso" con la intención de volver a justificar su "error": "A mí me duele bajarme de un éxito porque me gusta el teatro, pero tal vez Dios me mandó ésto para que lo diga porque yo no estaba bien con la compañía. En la vida las cosas pasan por algo, yo creo en el destino y tal vez lo que dije era groso".
Pocas palabras para definir este alegato, aunque algo claro para destacar: Marengo todavía no sabe que lo que dijo es realmente delicado.