Egresó de la Escuela Nacional de Cerámica, es artesana y actriz. A los 21, se puso la mochila y con un grupo de siete amigas recorrió Centroamérica "todo por tierra" y llegó a representar sketches de payasos arriba de colectivos en Costa Rica. Acá, hizo teatro para chicos y para grandes. Ya se subió a las tablas junto a su mamá y a su hermano, Pablo. Su asignatura pendiente es compartir un elenco con su papá. Mariana Gióvine, de 28 años, hija de Virginia Lago y Héctor Gióvine, ahora actúa (y se luce por el compromiso con el que asume a su personaje) en Telémaco o el padre ausente, en el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815).
Para integrar el elenco fue convocada por la directora, Dora Milea. Además, ensaya Esplendor de lo invisible, que en julio se estrenará en La castorera.
Muy desenvuelta, esta vecina del barrio de Boedo cuenta ese viaje experimental, de búsqueda, que hizo cuando cumplió la mayoría de edad. Y lo asocia con el de Teo, el personaje central de Telémaco, un joven que se va de su casa. Mariana anduvo por Perú tras cuatro días de andar en micro, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México. "En ese viaje, el teatro fue mi medio de vida. Hacíamos teatro en la calle y en los colectivos", cuenta. Alquilaban casas o armaban las carpas o paraban en un hostal. "Fuimos sin saber cuándo íbamos a volver. Y estuvimos un año y medio", dice. La vuelta no fue fácil. Había que reinsertarse, profesional y emocionalmente. Fue entonces cuando se incorporó al grupo Catalinas Sur.
Mariana empezó a hacer teatro en el Instituto Vocacional de Arte Manuel Labardén, cuando era una nena. A los 13, ingresó a la escuela de Alejandra Boero y a los 17, a la de Agustín Alezzo. "Mi primer trabajo pago fue en la Feria del Libro Infantil, con mi hermano y mi prima. Contábamos cuentos para chicos. Tenía 15 años", relata. Luego actuó en la pieza teatral Juancito de la Ribera en Andamio 90. Más tarde vinieron las oportunidades junto a su madre, en Porteñas y en Filomena Marturano, obras que la llevaron de gira por todo el país.
Teje a crochet, y para una obra de teatro infantil hizo los tejidos para los muñecos. Porque siempre intentó que sus artesanías estuvieran vinculadas al teatro. En televisión, tuvo algunas participaciones en las telenovelas Montecristo y Mujeres de nadie.
"Estoy muy entusiasmada con Telémaco o el padre ausente", asegura. Patricio Contreras, Patricia Palmer y Nicolás Mateo encabezan el elenco de este espectáculo que estará en cartel hasta fines de junio, y luego, los fines de semana, hará gira nacional. " Los textos son muy poéticos. Mi personaje es la hermana de Teo y tiene mucha fuerza. Es la que se queda en la casa, con una esperanza total puesta en su hermano", afirma. "El motor de la obra es Teo, que a pesar de que todo lo que lo rodea es muy oscuro y denso, sigue su búsqueda", expresa acerca de una obra llena de símbolos y múltiples sentidos.
Mamá Virginia Lago sólo pudo ver un ensayo de esta obra, porque por las noches actúa en Por el placer de volver a verla, en el Multiteatro. Papá Héctor Gióvine asistió al estreno. Y Pablo, el hermano, prometió ver una función, pero como es papá de una beba de un año y medio, todavía no le resulta fácil organizarse.
Transitó escenarios del teatro comercial, independiente y ahora, el oficial. Todavía no hizo nada en cine, pero le encantaría. Y la televisión, si bien hizo apenas unos bolos, es un rubro que querría explorar más. La aguja y la lana siempre están a mano: si no le surgen trabajos, lo hace por hobbie; así le tejió una manta a Simona, su sobrina