Además de cuatro perros y una gata, Anita tiene un hijo, Lorenzo, de ocho meses, que está aprendiendo a caminar.
"Empecé a trabajar el tema de la culpa, para que el nene no crea que soy una mamá maricona... A la larga, se va a dar cuenta igual. Tengo la ayuda de mi mamá, que es una abuela maestra jardinera, híper estimuladora, un gran apoyo para mí. Estoy aprendiendo, me estoy ubicando como mujer, como profesional de otra manera". ¿En qué sentido? "Yo tenía el sí fácil, y por primera vez está apareciendo el no. Estoy empezando a establecer prioridades, a preservar espacios, a darle a las cosas la dimensión que realmente tienen".
"Cuando aparece un hijo -reflexiona-, es como dos cachetadas de lado que recibís, que te meten adentro de un molde".
¿Cómo es Lorenzo? "Es vigoréxico, le gusta mucho el ejercicio, y tiene mucho carácter", cuenta Anita.