Desde tiempos inmemoriales los hombres vivieron obsesionados el tamaño de sus penes. No es ninguna novedad. Ellas los quieren largos, o anchos o medianos o... Pero ahora parece que la exigencia se democratizó, al menos un poco, y también las mujeres se sienten obligadas a cumplir con ciertas exigencias acerca del tamaño y el aspecto de sus vaginas.
Nadie me lo contó, pero me causa gracia imaginar la situación de una mujer que va a hacerse un lifting y va con la foto de la vagina de la porno star preferida de su marido. "Dr, quiero tenerla como ella". ¿Así será la escena?
Lo cierto es que, como bien se sabe, las vaginas tienen grandes dotes de elasticidad y son capaces de adaptarse a los distintos tamaños de penes. Si una mujer busca mejorar su sensibilidad, puede entrenar sus músculos pubocoxígeos con ejercicios especialmente diseñados para lograrlo.
Hasta donde sé las mujeres esperan volver a su casa con una vagina, digámoslo así, chatita, sin protuberancias. Lo más parecido a una niña que sea posible. Eso en lo que a los labios se refiere. Pero no es sólo una cuestión de imagen. Hay mujeres que afirman que una vaginoplastía aumentó su placer sexual. En algunos casos logran agrandar el punto G. Otras van para reclamar que les devuelvan la virginidad. Tengamos claras las diferencias: una cosa es hacer una cirugía reconstructiva y otra cosa es una refrescadita. Pero por el motivo que sea, los riesgos siguen ahí.
Las europeas andan como locas retocándose las chuchis y parece que no hay riesgo que las amedrente. Los que tratan de explicar el fenómeno, dicen que son las películas porno, que vinieron a sumarse a la andanada de imágenes de féminas ideales que atosigan a las mujeres "normales". Así que, no sé muy bien cómo sucedió, pero además de ser flacas ahora las damas queremos tener vaginas de diseño.