Un día voy a cantar acá", dijo. La chica de pelo frisado pasaba por ahí, y se le ocurrió que no estaba mal sentar un precedente para lo que se venía. La ocurrencia las hizo reír. A ella y a su amiga. "Ni siquiera había logrado ser popular en la Argentina, pero estaba segura de que iba a triunfar", confiesa, pelo lacio y atado Valeria Lynch, poco más que tres décadas después, y cuenta que sí, que cantó en el Carnegie Hall tres veces. Y que el New York Times le hizo una crítica bárbara. "De Villa Urquiza al Carnegie, dije cuando me paré en el escenario por primera vez, antes del ensayo", cuenta. Sin embargo, la cantante habla de deseos, de proyectos. Pero no de sueños. Al menos cuando cuenta lo del Carnegie.
Desde aquel paseo neoyorquino hasta hoy, la mujer acumuló decenas de discos editados, una interesante proyección internacional y un nombre que es marca registrada en la canción melódica romántica. Todo un estilo. Pero aclara que transitar ese camino no le cerró las orejas a otras músicas. Y entonces, nombra a Mercedes Sosa. "Siempre dije que era la voz más importante de la Argentina. Y lo sigue siendo. Era como la madre de todos los cantantes, con esa cosa de madre, esa ternura para abrazar", dice.
¿Alguna vez tuviste la fantasía de cantar con ella?, pregunto. Y la respuesta es "no". ¿Nunca soñaste hacerlo? Otro "no" de Valeria, y le apunta a mi expectativa. "Vos querés que te diga que sí, pero no puedo. Nunca hubiera pensado que Mercedes me iba a llamar para compartir el escenario con ella. Acá te meten tanto que los estilos distintos no se juntan, que son mundos diferentes, que te lo terminás creyendo", explica. Pero bueno, ya estamos acá, tenemos la entrevista por la mitad, y quizá rinda, así que sigamos.
"Un día, creo que a comienzos de los 90, Mercedes me llama a casa y me dice que está por hacer un ciclo en el Luna Park con distintos invitados, y que le encantaría que estuviera allí. Mercedes, mi ídola, me había llamado a mi casa para invitarme a cantar con ella." Valeria, que estaba en el pico de su popularidad, fue. "Con un miedo terrible por no saber cómo me iban a tratar", admite. Y dice que se encontró con una madraza que se desvivía por hacer que sus invitados se sintieran bien.
Y tan bien se sintió que cuando le digo que Mercedes Sosa me contó meses atrás que mientras estaban en el camarín entró Charly García y la miró con mala cara, no se acuerda. "¿Y qué pasó?", pregunta. Le digo que la Negra contaba que le puso los puntos a García. "Es que era como una madraza generosa", repite, antes de recordar que cantaron Todo a pulmón, con Alejandro Lerner.
¿Y cómo te trató el público?
Fue una ovación impresionante.
"Es que a veces las compañías, los periodistas, marcan divisiones que para la gente no existen", reflexiona. Divisiones que tampoco existieron para que, después, ella retribuyera la invitación de la Negra. "La invité a un show que se llamó Valeria y los grandes. Que ella aceptara fue increíble", reconoce. Y cuenta que desde entonces compartió reuniones, cumpleaños. Que le regaló un retrato pintado por ella.
Pero de sueños, nada. Dice que haber cantado con la Negra era algo que jamás hubiera imaginado. ¿Grabar? Menos. "No se me podía ocurrir ni aunque lo intentara", insiste. Pero el teléfono sonó, y Popi Spatocco hizo de intermediario. "Mercedes está muy entusiasmada con la idea de que grabes con ella para el proyecto de Cantora, el disco de duetos que está preparando", dice que le dijo. La respuesta no se hizo esperar. "Acepté sin saber qué tema íbamos a hacer. Ni lo pensé. No me importó nada", cuenta.
Lo que siguió fue juntarse, compartir horas de estudio, grabar. "Tres tomas, creo que hicimos. Salió rápido. Ella me llevaba por donde quería que sonara la canción. Siempre con ternura. Jamás como mandato", relata, con el dolor de no entender (o justamente por haberlo entendido) por qué la versión quedó afuera de la edición final de Cantora.
"Grabamos Lo sé, una canción de Mina, a quien Mercedes admiraba mucho", detalla, y cierra: "Para mí fue maravilloso porque, a esta altura de mi carrera, tener juntas a Mina, que fue mi referente, y a la Negra, que es mi ídola, para mí fue un sueño cumplido. Porque realmente... ¿Cómo se llamaba la sección?"