Más de 3.000 personas se reunieron ayer en el Planetario para meditar por la paz mundial en la primera meditación masiva que se realiza en el continente americano. A la misma hora que el periodista Ari Paluch daba comienzo a la actividad en Buenos Aires, otras 20 ciudades participaban de esta iniciativa llamada "América Medita, porque la paz se contagia".
La gente comenzó a extender su lona cerca del escenario a las 17 con ganas de asegurarse un lugar preferencial y sumarse a la clase de yoga. La meditación guiada comenzó a las 18.15. Tras unas palabras del rabino Sergio Bergman, el vice presidente de la Fundación El Arte de Vivir, Juan Mora guió a los participantes para que se relajaran y meditaran. Controlar la respiración, cerrar los ojos y dejar que los pensamientos fluyan sin detenerlos fueron algunas de las pautas para meditar unos 30 minutos.
"Empecé a meditar hace 25 años por la necesidad de encontrar mi paz interior", afirmó Estela, de 85 años. Y a su lado, Laura, de 35, agregó: "Yo nunca medité, pero me parece importante que los argentinos comencemos a reunirnos en este tipo de iniciativas que apuestan por la paz mundial".
"El objetivo de esta meditación masiva simultánea es tomar conciencia de que la paz es contagiosa y que es una experiencia posible en todo el continente. Creo que si cada uno de nosotros aprende a administrar su propio estrés, a manejar sus emociones negativas y a limpiarse de las tensiones cotidianas, entonces la paz se convierte en una experiencia real", destacó Pablo Faga, instructor de la fundación que organizó esta actividad, que contó con el apoyo del suplemento Buena Vida de Clarín.
El momento más emotivo fue el canto del mantra para purificar la mente. "Me llevo una mirada diferente de la meditación. Pensaba que era sólo encontrarse con uno mismo, pero este canto compartido me emocionó profundamente, pude sentir la energía de los otros invadiéndome", destacó Celina Gismondi, quien se sumó al ver a tanta gente reunida.
Como cierre del evento, el guía invitó a los participantes a fundirse en un abrazo, con el deseo de que desencadene paz personal y mundial. Un cierre ideal para esta jornada cuya propuesta principal fue reducir la violencia y construir una sociedad libre de estrés, donde la paz se contagie.
