Camila cebó un mate con cara de haber descubierto la pólvora y me dijo: "Ya le encontré la vuelta, Greta, desde ahora nunca más nos vamos a aburrir". Por supuesto, la felicité, pero seguía sin tener idea de qué estábamos hablando, así que la miré con cara de pregunta y me dijo. "Disfraces, son lo más".
Por supuesto, yo me imaginé a Camila vestida de enfermerita, de bomberita o de colegiala (vieron, en los sex shops se suelen usar diminutivos para las disfrazadas). "Pero no es lo que vos pensás", me aclaró. "Lo mío es más bien reciclaje".
En realidad Camila se dedica a pensar combinaciones que puedan resultarle estimulantes a su amado. La primera vez se dio casi por casualidad, mientras ella buscaba y no encontraba qué ponerse. Y entonces Damián la encontró decorada con tan sólo una remera chiquitísima que apenas tapaba lo necesario, un bombacha más chiquita todavía y los zapatos de taco. La reacción de Damián fue inesperada, pero grata para Camila, así que tomó nota.
Y un día se compró una camisita de seda, un corpiño push up, que no es lo que suele usar habitualmente. Y lo esperó a Damián con cara de distraída. No falló. Ahora anda en busca de unos pantalones requete ajustados. "No es la ropa que usaría para salir a la calle, Greta, vos me conocés. Pero justamente, como Dami nunca me ve así, le resulta interesante".
Me pareció buenísimo. Para Cami es como un juego y Damián anda más ratoneado que nunca pensando en cómo va a encontrar a su noviecita la próxima vez. "Ya lo voy a convencer, quiero verlo lucir algunas prendas", prometió ella y no fue chiste.
¿Y vos? ¿alguna vez te disfrazaste para tu pareja?