Después de ganarle a Grecia, Emanuel Ginóbili no podía consigo mismo, era una montaña de felicidad, una sonrisa de lado a lado. Fue entonces cuando volvió a resaltar la personalidad de la selección de básquetbol que está en Beijing, y que esta mañana tenía ante si una dura prueba ante Estados Unidos (sería "casi un milagro" dijeron los que saben), en las semifinales de los juegos Olímpicos. "Nos cubrimos las espaldas, nos apoyamos. Si vieran lo que pasa en el vestuario... Nunca estuve en un equipo así", enfatizó la estrella del básquet en la previa de la lucha en busca del oro olímpico.
No fue fácil llegar hasta allí. El mismo Manu lo resaltó. "No somos el Dream Team. Somos un equipo al que todo le cuesta mucho. Nos rompemos el culo todos los días. Eso hace que valoremos más lo que conseguimos, porque nadie nos regala nada". Ante Grecia se sufrió. "Fue un partido complico y durísimo a nivel físico, mental y anímico. Estamos destrozados pero muy felices porque se logró el objetivo primario que era llegar a las semifinales". Entonces, la mira ya estaba puesta en los Estados Unidos.
Manu sabía que la Generación Dorada no era la favorita para esta ocasión, que ganar sería un milagro, pero de todas maneras, apostaba a ver más allá del horizonte que llevaría a la selección de básquet a la conquista del oro en Beijing, a repetir aquella alegría descontrolada de 2004. "Ahora hay que hacer lo imposible para buscar una medalla y subirse al podio", dijo.
La historia es benévola con Argentina. El equipo de Hernández tiene en su haber los triunfosante el poderoso Dream Team de Indianápolis 2002 y Atenas 2004. Hace cuatro años, los argentinos, dirigidos por Rubén Magnano, se impusieron por 89-81 a Estados Unidos. Manu convirtió 29 puntos.
Algunos soldados de aquella epopeya deportiva siguen integrando el "ejército dorado": Andrés Nocioni, Fabricio Oberto, Luis Scola y Carlos Delfino. Seguramente, Estados Unidos, golpeado por los resultados de Indianápolis, Atenas 2004 y el Mundial de Japón, no querrían dejar escapar la oportunidad, al considerarse a si mismos los mejores del mundo.