Ya se atrevieron a mostrar una imagen del cazacocodrilos Steve Irwin ensangrentado y con un pez raya enganchado en su pecho en una fiesta de Halloween a pocos días de su muerte. Parodiaron a la estadounidense Terry Schiavo, cargaron a Tom Cruise por sus creencias en la Cienciología, mostraron a Saddam Hussein manteniendo una relación homosexual con el Diablo en el Infierno (a donde casualmente también estaba Mahatma Gandhi) y, al poco tiempo de los atentados contra las Torres Gemelas, también mostraron cómo los protagonistas viajaban en avión a Afganistán y encontraban a Osama Bin Laden. Se rieron de Jesús, de la Virgen María, de Mahoma y de todos los actores de Hollywood.
En pocas palabras, los creadores de South Park, Trey Parker y Matt Stone, siempre se las ingenian para que su programa no pase desapercibido y al mismo tiempo que reavivan el fanatismo de sus seguidores despiertan la indignación de los blancos de sus chistes.
En febrero del año pasado, por ejemplo, los líderes de la Iglesia Católica de Nueva Zelanda llamaron a boicotear la emisión de "Bloody Mary". "Hacerles saber cómo nos han ofendido los llevará a hacer una pausa para considerar que la libertad de prensa no es una licencia para estimular la intolerancia o para promover el odio religioso o la discriminación racial o de género" , decía la carta firmada por el obispo.
Pero, pese a las reiteradas críticas no hay nada que pueda hacer detener a la dupla canadiense Parker-Stone. En el último capítulo, la víctima fue la Reina Isabel II, quien se pega un tiro en la boca después de recibir un llamado en el que le avisan que su plan de conquistar EE.UU. fracasó.
Pese a que el episodio todavía no fue exhibido en Inglaterra, ya apareció en todos los noticieros (ver video) y los voceros de la realeza británica se vieron obligados a dar su opinión sobre el mismo. Sin perder la elegancia declararon: "No hacemos comentarios sobre interpretaciones artísticas"