Sería diferente la vida si uno pudiera arrancar cada día con la dosis de energía que brindó No te va gustar en el show de la mañana del jueves pasado por la presentación de "Todo es tan inflamable" en el Teatro Flores de Colegiales que organizaba la R&P con Mario Pergolini a la cabeza. Deberían hacer más recitales para ver antes de ir a trabajar. Sobre el disco, el cuarto de la banda, dice Emiliano Brancciari, voz, guitarra y alma de NTVG, que es el mejor, al menos para él. Para nosotros también, y eso que los otros nos gustaron mucho.
El cantante de la banda uruguaya es argentino, bostero y de Munro, pero se fue para Uruguay con apenas doce años y hoy es un botija más. Sólo si uno sabe de antemano que es porteño puede notar que porta una tonada mitad de acá y mitad de allá, y puede encontrar algunos rasgos de argentinidad en sus formas. La primera vez lo encontramos en nuestro viaje a Montevideo fue en la conferencia de prensa que organizaron por la cumbre de presidentes y le preguntamos qué opinaba sobre las papeleras, a él y a Jorge Drexler.
Esquivando el análisis de un tema que lo excedía, Emiliano hizo suyas las palabras que corea la gente que los sigue en Buenos Aires y aseguró: "las papeleras no nos van a separar". Finalizada la conferencia nos invitaron a su casa que está cerquita del Parque Rodó para hacer esta nota y tomar unos mates de verdad cebados por "El Japo" Gonzalo Castex. El tipo es más uruguayo que Zitarroza y Los Olimareños juntos y como buen charrúa cayó con mate y termo bajo el brazo. Como dato, Gonzalo pasó de la percusión a la batería reemplazando a Pablo Abdala.
Hicimos la nota con Denis (trombón), Emiliano y Martín (trompeta y coros) mientras el resto deambulaba por la casa. Hablamos un poco de la infancia del cantante en Argentina, nos contaron cómo fue que terminaron trabajando con el ex Sumo y Los Redondos, Tito Fargo; recordamos el verso - ese que dice "Amar sin nadie, vaya cosa triste / Sin nada que abrazar, miedo a que nos abracen / Amar con alguien, vaya cosa buena"- que les regaló Mario Benedetti recitado en su propia voz para la canción más hermosa del disco (al menos para nosotros y por eso la elegimos para compartirla con uds), y de otras cosas que se enterarán viéndolo o ya se habrán enterado.
Terminada la entrevista, Emiliano se sentó a tocar el piano antes aclaró que no sabía tocar, cosa que no se notó-, y los muchachos nos invitaron a La Comuna, un boliche que frecuentan y en el que tocaba Monoroots, una banda en la que algunos de ellos y otros amigos tocan haciendo covers de Bob Marley. Allí fuimos. Hay que decir que las canciones de Robert Nesta les salen prácticamente idénticas a las originales. Tan bien que daba pena que no se larguen a hacer su propia música. Pasta les sobra.
Ahí nos despedimos de ellos y nos perdimos en la ciudad silbando bajito. Estaba lindo Montevideo, bo. La ciudad invitaba a caminar sin prisa y al ritmo de ese mar manso que nosotros llamamos río. De aquel lado tienen playas con arena blanca y viven a otro ritmo, más parecido al de nuestro interior. Lástima que nos tocó el fin de semana que la ciudad se vistió con vallas de protección y se llenó de policía. Pero bueno, todo sea por cuidar a nuestros presidentes. Porque nosotros los elegimos, y poder elegir es lo importante. Muchísimo peor es vivir en dictadura, eso sí que no te va a gustar...