Ahí donde debería haber reinserción, hay olvido, superpoblación y desidia. Ahí donde debería estar su mano, el Estado se declara manco. Ahí donde la libertad y los sueños cotizan en bolsa, el tiempo es de arena, un chicle que se estira entre barrotes. Ahí la ley que prohíbe fumar en espacios cerrados no llega porque, ahí, el mejor amigo del hombre es el cigarrillo. Ahí los años perdidos se miden en cantidad de mundiales. Pero ahí, en la cárcel, todavía hay tiempo para el humor. Un humor perpetuo. Porque en la Penitenciaría del Barrio San Martín, en Córdoba, todavía hay espacio para reír y crear. Porque de la pluma y las ideas de los presos nació 44jaja, la revista del taller de redacción humorística que los periodistas del diario La Voz del interior, Mara Balestrini y Emanuel Rodríguez, dictaron en el penal.
"El humor es una herramienta de supervivencia, una manera de sobrellevar situaciones dramáticas. En ese sentido se generaron instancias de alegría, un ambiente de mucha confianza, con todas las posibilidades, por mínimas que sean, de transformación que eso abre", explicó Rodríguez a Ciudad.com el aprendizaje que le dejó los seis encuentros que se realizaron entre junio y julio, en el marco del Taller de Periodismo que los docentes y egresados de la Escuela de Ciencias de la Información, de la Universidad Nacional de Córdoba, ofrecen en la prisión.
Apenas hace falta sumergirse en el mundo de la revista para conocer el mundo de los chistes y códigos que se tejen entre rejas. Así, se puede disfrutar de historietas que retratan diálogos de un día cualquiera en la celda, de cómo a un equipo de fútbol del penal, que "no ganaba ni jugando solo", lo bautizaron el equipo del Gordo Valor porque hacían siempre banco o de la exclusiva de cómo es un día común del Guidi.
Como quien prueba un dulce con desgano hasta confiar en su gusto, los 16 presos que participaron de los encuentros empezaron a involucrarse de a poco con 44jaja, hasta que la hicieron suya. "Del primer encuentro nos llevamos pedacitos de papel porque escribían dos o tres líneas con algún chiste y después lo cortaban. Pero del último encuentro nos fuimos con pilas de papel todas escritas hasta el último rincón. Fueron pocos encuentros, aunque bastante intensos", aseguró Emanuel.
Mientras derrocha tonada cordobesa, Rodríguez se ilusiona con repetir esa experiencia enriquecedora. "Queremos volver a hacerlo. Ellos dijeron que encontraron en el taller un espacio nuevo para decir cosas, un espacio de libertad. Y eso era fundamental porque entendemos que el humor es una consecuencia natural de la libertad y trabajamos en la cárcel en base a ese concepto". Tal vez, la única contra que deberá enfrentar Emanuel sean las cargadas de los 16 Piratas, por ser hincha de la T.