Carmen Barbieri, recién operada y a full con su nuevo novio 28 años menor: "Somos amantes sin trampa y rezongo cuando no lo veo"
La capocómica habló de la decisión de retocarse el cuerpo, del “chip del deseo” y de su relación con Rodrigo. Las fotos de Gente.
Ocho kilos menos de grasa, abdomen más chato, lolas rejuvenecidas y un chip para estimular el deseo sexual. A los 59 años Carmen Barbieri decidió mejorarse, para estar bien por dentro y por fuera.
Enganchada con una relación free con Rodrigo, un joven de 31 años que la sedujo en un bar, la capocómica transita un momento de “casi” felicidad, como ella definió en la revista Gente.
“No siento los años que nos llevamos con Rodrigo y tampoco estamos calificando esta relación. No somos novios ni pareja. Somos amantes sin trampa. Nos amamos, vivimos el hoy, y aunque no proyectemos nada, cuando no lo veo cuatro o cinco días rezongo".
“Ya no lo amo, pero quiero que viva y esté muy bien. Cuando salga de rehabilitación va a tener su departamento muy cerca de la casa de Federico y la mía. Voy a pagarle mucama y enfermero”, comentó. ¿Y eso no es amor? Ella niega esa posibilidad: “No. No lo toco más. No le alcanzo ni un vaso de agua. Pago y punto. Volvió de la muerte con su soberbia y su ego de siempre. Pero ya no lo odio: lo respeto como padre de Fede”.
Rodrigo es el primer hombre con el que comparte cama después de 26 años de casada, aunque la relación no tuvo que ver con las ganas de operarse.
“Rodrigo no tiene nada que ver con la decisión de ponerme más guapa. Pero este chico es buenísimo: se aguantó mis cirugías tomándome de la mano. Y después el posoperatorio. Lo primero que hizo cuando llegó a casa para cuidarme fue ver las heridas y me revisó como un médico. Lo único que quiere es que no vuelva a operarme porque estamos en cuarentena. Tiene miedo de que se me venza el chip del deseo”, bromeó.
El comentado chip, según explicó, se trata de un dispositivo "que te ponen en la cadera, del tamaño de un grano de arroz, que larga testosterona. Te ayuda a adelgazar, a que crezca el pelo, a que cambie el humor y te aumenta el deseo”.
Con cuatro meses de relación, Carmen prefiere no aventurarse demasiado a un futuro romance, con mayor compromiso. “No siento los años que nos llevamos y tampoco estamos calificando esta relación. No somos novios ni pareja. Somos amantes sin trampa. Nos amamos, vivimos el hoy, y aunque no proyectemos nada, cuando no lo veo cuatro o cinco días rezongo. Cuando le reclamo que sea más compañero, mi hijo Federico lo defiende”.
Miedos y traumas, hubo. “Es raro, siento que lo conozco de toda la vida. Pero las primeras noches fueron difíciles. ¡Volví a tener otro hombre en mi casa después de 26 años! La primera noche no dormí, tenía miedo de que me matara. Es que bueno, no te olvides que lo conocí en la calle”, se sincera sobre el hombre que ya va dejando sus huellas en la casa. Y asume: “Tiene mucha ropa en mi hogar: camisas, pijama, cepillo de dientes…”.
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