Las similitudes entre la final del Mundial de Italia 1990 y la que ayer domingo disputaron Argentina y Alemania son dolorosamente notables. Una vez más, los argentinos nos lamentamos por los decisivos fallos arbitrales que perjudicaron a la Selección, que tampoco 24 años después logró quebrar la valla germana.
Quien fuera el vituperado mexicano Edgardo Codesal, que inventó un penal para los teutones en Roma en 1990, hoy se convierte en Nicola Rizzoli, que no sancionó el claro penal que Manuel Neuer le cometió a Gonzalo "Pipita" Higuaín, cuando le dio un rodillazo en el mentón. "No fue penal. Neuer llega primero a la pelota… Cuando volví a ver las imágenes me di cuenta que tampoco le había cometido falta al arquero alemán. Eso debo decirlo", se justificó el referí ante la prensa, y además contó la silenciosa complicidad del juez de línea que estaba atento a la jugada.
Además de los centenares de reproches y agravios que recibe de parte de los indignados compatriotas, también en el Calcio cuestionan con dureza a Rizzoli. Es que el árbitro tiene fama de favorecer a Juventus y hasta fue rozado por el escándalo de apuestas y partidos arreglados que la liga italiana resolvió enviando al descenso a la Vecchia Signora. Aunque también lo acusan de "venderse al mejor postor" y beneficiar a Milán.
Un "frondoso prontuario" que quizá pasó desapercibido hasta el domingo para todos los argentinos, que no sospecharon de quien casualmente dirigió en tres de los siete partidos que Argentina jugó en el Mundial de Brasil… Al menos, en su muro de Facebook, Nicola Rizzoli no podrá volver a exponer su presunta parcialidad y amonestar a los enardecidos argentinos por sus excesos verbales.