Sin las luces de los set de grabación y los estudios de televisión, (41) disfruta de su otra gran pasión, el boxeo, y asesora a jóvenes luchadores con la idea de ayudarlos a salir de la calle. "Saqué las manos pesadas como mi abuelo", confiesa el actor con humor en nota con la revista sobre su amor -desde temprana edad- por este deporte.
"El boxeo me cambió la vida. Me enseñó a serenarme, a controlar mis emociones. Me transformó en otra persona", dijo Luciano.
El sábado 17, el galán de Los ricos no piden permiso se acercó al gimnasio de una escuela de Jáuregui, partido de Luján, junto a su amigo Charly Rodríguez y el empresario Jorge Brito, para darle indicaciones a Walter "Yacaré" Sequeira, boxeador que se enfrentaba con Ezequiel Maderna y perdió en el sexto asalto por knock out. Preocupado por el desarrollo de la pelea, Castro asistió a su pupilo, le dio agua y ayudó en el vendaje de sus manos.
Retirado del ring, pero feliz por poder ejercer su segunda pasión como coach, Luciano aseguró: "El boxeo me cambió la vida. Me enseñó a serenarme, a controlar mis emociones. Me transformó en otra persona", dijo Castro, quien anticipó que su hijo Mateo (15) heredó el amor por el boxeo y que su debut en el ring es inminente. Y, por supuesto, lo acompañará.
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Fotos: revista Gente