Derrochando experiencia, calidez, profesionalismo y belleza, (59) atendió a Ciudad.com en un intenso raid de prensa, pero sin perder la frescura que la caracteriza.
La multipremiada actriz se puso en la piel de Epifanía Puccio, esposa de Arquímedes y madre de sus hijos, en lo que será Historia de un clan. La miniserie de once capítulos comenzará esta noche a las 23 por Telefe y narra el trágico devenir de una familia de San Isidro que en los ochenta secuestró y mató a una serie de conocidos. Dirigida por Luis Ortega y con un elencazo que tiene en sus filas a Alejandro Awada y el Chino Darín, la ficción promete una profunda mirada sobre la historia real con sus particulares vínculos familiares. En el marco de la presentación del programa, Ciudad.com habló con la protagonista femenina de este macabro clan...
-¿Cómo te sentís ante este esperado estreno?
-Tengo la sensación de mucho agradecimiento por este trabajo. Hubo una mística enorme en el rodaje. Luis Ortega es un artista de un talento extraordinario y pudimos hacer una experiencia larga, mucho más que si hubiésemos hecho una película. Estuvimos casi cuatro meses grabando, lo que hizo que nos conociéramos cada vez más y nos aprovecháramos. Lo disfrutamos enormemente. Aunque, por supuesto, el disfrute en esta profesión es algo muy particular, además de las horas de trabajo, de llorar o que te maten.
-¿Cómo es tu relación con Alejandro Awada, tu marido en la ficción? Él nos dijo que trabajar a tu lado lo enaltece como actor y compañero, y que sigue tu carrera desde tus comienzos.
-¡Ufff! Ja, ja. Ya habíamos hecho teatro con Alejandro hace algunos años (Días contados, en 2006). Lo adoro y me parece un actor de un compromiso profundísimo. Él "ES" Arquímedes Puccio. Da terror. Y a la vez, bueno, yo soy su mujer en la ficción y tuvimos una relación de enorme complicidad y de cierto sometimiento también. También es cierto que Epifanía iba tejiendo por debajo y por otro lado era una madraza. Parto de la base de que no hay que juzgar al personaje. Además, pienso que en este tipo de relaciones, como la de Arquímedes y Epifanía, tenían esta cosa doble.
"Es la primera vez que me pasa hacer este tipo de personaje. Hice personajes históricos, como la Reina Carlota de Nápoles, pero bueno, en mi propia historia no era un personaje que me modificó. En este caso, encarno a alguien que además está vivo. Pero yo no sé si soy Epifanía. Yo soy la Epifanía que entendí que era o que podía ser. Creo que está insertada en esta historia de la manera más coherente que encontramos todos. Todas las situaciones de ficción son las que uno podría haber imaginado y no creo que estén lejos de lo que sucedía. Hay algo de "de esto no se habla", pero que está todo el tiempo presente".
-¿Y por el lado de Epifanía?
-Epifanía, a lo largo de la historia, sufre enormes crisis. Es una situación vincular de esta familia muy trabajada por Luis y donde él puso el énfasis, en el crimen y castigo. Cada uno de los personajes cometió un crimen y cada uno recibe un castigo. Más allá de si el crimen es matar a alguien, son personajes verdaderos, de carne y hueso. Nos ocupamos de que no sean de cartón piedra.
-¿Cómo fue la experiencia de encarnar a un personaje con tanto anclaje en la realidad y protagonista de una de las historias policiales más impactantes de nuestro país?
-Es la primera vez que me pasa hacer este tipo de personaje. Hice personajes históricos, como la Reina Carlota de Nápoles, pero bueno, en mi propia historia no era un personaje que me modificó. En este caso, encarno a alguien que además está vivo. Pero yo no sé si soy Epifanía. Yo soy la Epifanía que entendí que era o que podía ser. Creo que está insertada en esta historia de la manera más coherente que encontramos todos. Todas las situaciones de ficción son las que uno podría haber imaginado y no creo que estén lejos de lo que sucedía. Hay algo de "de esto no se habla", pero que está todo el tiempo presente. Igual nosotros partimos con Luis de la base de que Epifanía sabía todo. Es inevitable. Con sólo ver el lugar donde vivían, te das cuenta que no podés no participar. Podés hacerte la que no lo ves, podés reinventar la realidad para que los demás te acompañen en eso, y podés padecerlo también. Es una complejísima red de sentimientos y creo que era lo más atractivo para trabajar.
"Martín, mi hijo, es un adolescente de 16 años, que mejor no hablemos... Ja, ja. Es un ser maravilloso, pero bueno, la adolescencia es una 'enfermedad' que se pasa. Está a pleno, pero no quiero hablar mucho de él. Me parece una falta de respeto".
-¿Cómo viviste como mujer argentina la historia del Clan Puccio?
-Yo llegué en el año '85 a la Argentina (N. de la R.: Cecilia estuvo exiliada en España junto a su familia en los años de la dictadura militar y regresó en 1985). y unos meses más tarde detuvieron a esta familia. En esa época hubo varios crímenes que me perturbaron: el de Oriel Briant, el de Open Door... Para mí, desde la perspectiva de haber vivido lejos tanto tiempo y quizás con más información de lo que pasaba acá, eran vestigios de la dictadura. Mucha mano de obra desocupada. Arquímedes lo decía: "Desaparece gente todos los días, así que una más...". Nosotros conocemos la historia a partir de Manoukian, el primer secuestrado por la familia, pero Puccio era un colaborador permanente de las fuerzas del poder de ese momento, tenía una mezcla ideológica: Tacuara, Triple A, tenía como libro de cabecera Mi lucha de Hitler, hablaba de Montoneros. Era un psicópata, el dolor ajeno le era indiferente. A mí lo ajeno me parece peor que si le hubiese dado placer. A ver... matar por placer hasta tiene una cuestión emocional vinculada, incluso algo erótico, pero la indiferencia del dolor ajeno es de un psicópata de manual.
-Volviendo a tu carrera, sé que estás en medio de la filmación de una película...
-Estoy rodando una película que se llama Migas de pan, que es una coproducción uruguayo-española dirigida por Manane Rodríguez, y se filma entre Montevideo y Galicia. Mi personaje, que compartimos con Justina Bustos, que también es mi compañera en Historia de un clan, es Liliana Pereyra. Estoy en el medio del rodaje, ya hice las escenas de Uruguay y ahora voy a volver a España, aunque cuando terminé la serie estuve unas tres semanas de vacaciones. Son los meses en los que mi hijo Martín (16, fruto de su relación con Fito Páez) se reconecta con su familia española, con mi hermano Ariel y mis sobrinos. Son esas dos veces al año ineludibles.
-¿Cómo vivís el hecho de ser madre de un hombrecito de 16 años?
-¡No es un hombre todavía! Es un adolescente de 16 años, que mejor no hablemos... ja, ja.
-¿Pero quién no daría todo por tener una madre así de canchera?
-¡Si no fuera su madre, seguro que él ja, ja! Es un ser maravilloso, pero bueno, la adolescencia es una "enfermedad" que se pasa. Está a pleno, pero no quiero hablar mucho de él. Me parece una falta de respeto.
-¡Última pregunta! ¿Vos estás sola o acompañada?
-No te voy a hablar de eso, ja, ja, ja. No te voy a hablar de eso. ¡A partir de esta noche a las 23 vean Historia de un clan!