Después de estar internado en estado crítico con serio riesgo de vida, confiesa que tuvo, entre otras cosas, mucho miedo de no volver a cantar.
"Tenía drenajes y tubos por todos lados. Pasaba las noches con fiebre rogándole a la enfermera que me diera morfina. Todavía me tira la herida. Hoy tengo una cicatriz de unos diez centímetros desde la boca del esternón hasta el ombligo" confiesa , sin dejar de esta convencido de que la cosa podría haber terminado peor. De hecho en algún momento, recuerda, le pidió a Dios que no lo dejara despertar.
Y hoy, ya recuperado, se refiere a aquellos que mal informaron sobre su estado de salud: "Se dijo que tenía cáncer, fue preocupante. Siento que a algunos les divierte generar mala información apelando al morbo".
(Revista Gente)