“Hola, ¿me podrías volver a llamar después de las 22.30?”. Con su amable tono, Arturo Puig le pide a Ciudad.com retrasar unos minutos la entrevista pactada. ¿El motivo? “Estoy terminando de ver la novela con mi mujer”. Su mujer es la consagrada actriz Selva Alemán, su compañera de vida desde hace 35 años (sí, 35).
Y la novela que están mirando, sobremesa mediante, es Malparida, donde actúa su esposa. “Como va a la hora de la cena, cuando vuelvo a casa después de las grabaciones, aprovechamos para verla juntos”, agrega el hombre que por las tardes se convierte en Antonio Fernández Gaudio, uno de los personajes centrales de Secretos de amor, la telenovela de las tardes de Telefe (lunes a viernes a las 14.15 horas).
Allí Arturo es un exitoso empresario, casado hace 30 años con Diana (Soledad Silveyra), pero de un día para el otro su vida se convierte en un calvario, víctima de la extorsión por la muerte de una mujer. “Como mi novela sale al aire mientras estamos trabajando, la grabo para verla tranquilo en casa”.
-¿Te gusta verte? Porque hay actores que dicen que no les agrada mirarse.
-Sí, a mí me gusta, sobre todo en los primeros capítulos, para ver cómo salgo, la luz, la ropa, etcétera. Y una vez que la novela ya está andando, más que nada me preocupo por ver algunas escenas jugadas.
-¿Te encontraste con una televisión diferente luego de seis años sin protagonizar una tira diaria, desde Doctor Amor en 2003?
-En ciertos aspectos sí. Lo que veo ahora es que se graba de una manera mucho más cinematográfica, con muchas secuencias. Son novelas más cuidadas desde la luz, los decorados… directamente parece una película. También ahora veo tramas más completas. Por ejemplo, en Secretos de amor están las historias de amor, que son la esencia del género de la que para mí jamás hay que apartarse, sobre todo en una novela de la tarde. Pero detrás de eso surge la temática social, a partir del accionar de las prepagas, algo que recae más que nada sobre el personaje de Juan Gil Navarro (N de R: hace de su hijo), con los experimentos con drogas y esas cosas. Esto era muy difícil que se tratara antes en una telenovela de la tarde. Además antes todo recaía sobre una pareja, y ahora son más los protagónicos.
-También durante tu ausencia de la pantalla chica se incorporó el minuto a minuto del rating. ¿En la ficción eso es determinante para ver cuándo se engancha más la gente?
-Puede ser, yo igual pregunto por el rating general, no por el minuto a minuto. Pero los cambios en el rumbo de los guiones estuvieron desde siempre, no es algo de ahora. El director o el guionista olfatea cómo es el termómetro de la calle.
-Hablando de la calle, ¿qué rebote encontraste de Secretos de amor en la gente?
-Muy bueno, gustaron las historias y siempre están las mujeres que me preguntan por un adelanto de la trama. Fue raro haber comenzado en pleno Mundial, pero fue una decisión del canal. Al principio me sorprendió, pero por otro lado me pareció una buena idea, para poder ir asentando la novela de a poco.
-Otra diferencia es que te fuiste con una televisión sin Bailando por un sueño, y volviste con una pantalla chica Tinellizada. ¿Extrañás la época en la que en los programas de la tarde se hablaba de lo que había pasado en las novelas?
-Sí, lo que pasa es que Bailando por un sueño genera todo el tiempo peleas y encontronazos que al resto de los programas les viene bien para repetir de la mañana a la noche. Lo raro es que antes, si ocurría algo así, era muy raro que se pasara un segmento de algo que pasó en otro canal, por más llamativo que fuera.
-¿En un punto crees que le juega en contra a la ficción que hoy no se hable tanto de lo que pasó en el capítulo anterior?
-No, porque en parte el público que consume ficción es distinto al que se engancha con lo que genera Bailando o con los nuevos personajes que día a día inventa Tinelli.
¿A veces te encontrás consumiendo eso? ¿O lo evitás?
-Yo miro de todo, estoy muy informado de lo que pasa en la tele. Y a veces veo esas cosas, aunque no detenidamente.
-¿Cómo ves a las nuevas camadas de galanes como Adrián Navarro y Juan Gil Navarro, con quienes compartís elenco en la novela?
-Muy bien, muy serios y profesionales en lo suyo. En el caso de Juan y Adrián, me sorprendió gratamente lo compañeros que son entre ellos. Se ayudan, se aconsejan mutuamente, algo muy elogiable.
-¿Y en el manejo que tienen con la prensa sobre el hermetismo en relación a su vida privada?
-Es una postura respetable, si se manejan así tendrán sus motivos. Yo siempre manejé la fama de una manera diferente: si tenía 60 puntos de rating iba al cine o a comer afuera como si tuviera 3 puntos, y ante esa actitud la gente te respeta de una manera increíble.
-¿La gente te sigue recordando Grande, Pa por la calle?
-Sí, pero hoy el grito de “¡Grande, Pa!” quedó como un saludo afectuoso. Y para mi es un orgullo, porque es un programa que marcó un hito en la historia de la televisión argentina.
-Si aparece un productor y te dice “quiero retomar la historia de Grande, Pa, con las chancles y sus conflictos de los treinta y pico”, ¿le decís “no, gracias” o lo pensarías?
-Para que funcione habría que aggiornar la historia a los tiempos de hoy, pero bueno… sería cuestión de ver los libros y analizarlo.