Es un clásico desacuerdo en las parejas heterosexuales. Sé que muchas mujeres disfrutan tremendamente del sexo anal y de paso hacen muy felices a sus parejas, pero otras muchas no quieren saber nada. Y, convengamos, no son pocos los varones que se están quedando con las ganas, los que insisten, insisten pero no consiguen nada. Es que ¿cómo convencer a una mujer tenga sexo anal cuando no quiere? No es fácil.
Seguramente, antes de seguir y seguir intentando sin ningún resultado, será mejor saber el por qué de la negativa. El "no" puede tener varias razones:
Están las mujeres a las que la sola idea del sexo anal les repugna, esas que escuchan "anal" y dicen puaj. O sea, son las que tienen un problema con la idea del anal. En este caso vale la pena averiguar si es porque la palabra suena mal o si realmente lo que pasa es que hay un poco de miedito a intentar cosas nuevas y "raras" en la cama. Porque eso a lo mejor se soluciona con un poco de confianza, amor y entendimiento.
Algunas tienen miedo de que les pueda doler y esas se diferencian de aquellas otras que ya tuvieron una mala y dolorosa experiencia de sexo anal. Estas cosas hay que saberlas entender. Porque a no ser que a alguien le guste que le duela, el dolor no es negociable. Ni la posibilidad de que duela, ni de que lastime. Y, como decía, algunas mujeres ya tuvieron una mala sesión de sexo anal y no solamente les dolió en ese momento si no que les dolió, también, varios días después. Ellas no quieren que esto les vuelva a pasar. No es que no quieren sexo anal, es que no quieren que les duela. Si es así, entonces la solución está más a la mano de lo que podía parecer: hay formas de tener sexo anal y que no duela ni lastime. Es cuestión de investigar un poquito, ser gentiles, señores, y tener paciencia.
También están las mujeres que dicen que no para que las convenzan. Con esto no estoy diciendo que sea cierta la famosa (y estúpida) frase de que "cuando dicen que no es sí". No es no, por la razón que sea. Pero puede ser que la doña esté queriendo ser seducida, ser dulcemente disuadida, ser exquisita, amablemente, amorosamente llevada a la situación de rendirse a la posibilidad del sexo anal. Para eso, caballeros, hay que ponerse las pilas y no simplemente decir "dale, gorda, copáte".
Y para terminar, seamos justos. Es que muchas veces los caballeros que tan insistentemente reclaman su derecho al sexo anal son tan reticentes como sus mujeres a la posibilidad de ser penetrados por atrás. Todos tenemos un ano y no es cosa de gays utilizarlo. Así que si al señor le causa pavor la posibilidad de que le "metan" "algo" por "ahí", podrá comprender fácilmente que a su dama le pase algo parecido, ¿no?
¡!