A lo largo de su desarrollo -por ser dinámica y cambiante como cualquier ser vivo- la familia atraviesa distintos ciclos. Y uno de ellos, "crucial" para los progenitores, es la independencia de sus hijos o el síndrome del nido vacío.
Una nueva fase comienza, en la que los padres viven un sentimiento extraño, de vacío y soledad, que genera situaciones de silencio o expresiones como "falta algo", "la casa está casi vacía". Y claro que sí, faltan los hijos.
Es en ese momento que la familia se reduce y la pareja vuelve a quedarse sola, pero con una diferencia a cuando aún no habían tenido hijos: han pasado ya varios años y la relación fue mutando. Hoy, son muchas las experiencias vividas gracias al paso del tiempo.
En ciertos casos, la partida desencadenará en ellos una crisis personal, en donde los sentimientos de tristeza, desolación y desmotivación se traducirán luego en fatiga, ansiedad, problemas sexuales o desinterés por las actividades cotidianas. A todos estos síntomas se los llama el "síndrome del nido vacío".
Pero, algunas veces, es uno de los padres quien lo sufre más que el otro. Por lo general, les sucede a las madres, que centraron el eje de sus vidas en el cuidado de sus pequeños, por más que hoy sean personas adultas.
Cuando sus hijos ya no están en casa, hasta pueden llegar a sentir que perdieron utilidad. En estos casos, es aconsejable hacer un recambio en su modo de vida actual.
Porque, además, si ambos no quieren que su pareja se vaya a pique, es este el momento justo para replantear su matrimonio y asumir que sus hijos se convirtieron en seres adultos, diferentes a ellos.
La sensación de tristeza que produce la partida de "los nenes" puede guardar algunos aspectos positivos y que posiblemente no lleguen a reconocer.
Aquí, les brindamos algunas sugerencias:
- Compartir de a dos, sin disimular sentimientos de dolor, soledad y miedos.
- Decirlo en palabras y ser claro con su pareja.
- Potenciar los encuentros, mimos y detalles hacia el otro.
- Ahora es posible tener más tiempo para uno mismo: buscarse actividades que los haga sentir útiles, nuevos hobbies que siempre quedaron relegados.
- Rearmar la vida cotidiana, favorecer encuentros con amigos, viajes, salidas y entretenimientos.
- Promover la compañía mutua y el buen humor dentro de un nido que, si bien está incompleto, sigue vivo.
Fuente consultada: Somosinternet.com