Cuánto pagaría el alumnado argentino por estudiar en una universidad donde se repartan revistas sobre sexo con portadas ilustradas por sus compañeritas de aula totalmente desnudas y posando para la cámara, con la más desfachatada actitud felina. Seguramente, una fortuna. En EE.UU., ese sueño de sentirse dentro del curso como Hugh Hefner en su mansión Playboy no sólo es una realidad, sino que además, en muchos casos, es gratis. Desde hace años, los estudiantes editan sus propias publicaciones porno y las distribuyen en los pasillos de las facultades, sin que nadie pueda oponerse: la libertad de expresión las ampara.
La primera de todas las revistas fue "Squirm: The Art of Campus Sex", de la Universidad de Vassar. Según sus realizadores, fue fundada en 1999 "para trazar una perspectiva del sexo que supere los discursos tradicionales y para explorar los placeres sexuales de forma inteligente y provocativa". Y según los lectores de otras universidades, un ejemplo a seguir porque en 2004 los estudiantes de Harvard crearon "Hbomb", una revista anual en la que la poesía, la fotografía y el sexo se relacionan íntimamente para oponerse tanto al silencio sobre la materia que quiere imponer los sectores más conservadores, como al tratamiento superficial que le dan al sexo los medios comerciales.
La Universidad de Chicago también siguió los pasos de Squirm con "Vita Excolatur: Art & Porn issue", cuesta seis dólares y como su nombre lo indica, también considera que la sexualidad y la más sofisticada intelectualidad pueden estar profundamente ligadas.
Por su parte, los estudiantes de Boston abrieron "Boink: Collage sex by people having it" una revista mensual que se encuentran en pleno scouting de diez alumnos de todos los Estados Unidos para que posen en las páginas de su próximo libro "Boink: The Book". Los conejitos ameteurs cobrarán 2.500 dólares, además de disfrutar de una semana all inclusive en una villa privada del Caribe. La editorial también realiza fiestas con concursos de dirty dancing y tiene su propia marca de ropa, en la que los modelos, lógicamente, aparecen como vinieron al mundo. Y para la envidia del alumnado argentino, también, están a la venta pósters gigantes de las tapas de las compañeritas de clase muy cariñosas entre sí.