"Nunca le contaron, ni la tiraron", asegura orgulloso Luis Oliveras. Sin embargo, la Locomotora Alejandra, su hija, se abraza a la cama como si le costara despertar de un largo KO. Es lógico: la mañana nublada y fría en el barrio de Once es un imán para que el reloj despertador sea víctima de un cross de derecha. En el lobby-cafetería-recepción del hotel frente a Plaza Misserere espera sentado el cordobés Julio Chupete Ler, una de las jóvenes promesas del boxeo argento y su sparring ocasional. Afuera, los muchachos de un local mayorista de golosinas y gaseosas cargan una chata blanca que, en minutos, pasa de peso mosca a peso pesado, con los bultos que le inyectan. En eso, aparece Alejandra, bolso en mano. Luce groggy, aunque coqueta: labios pintados, calzas largas negras, remerita ídem ajustada, pechos grandes, bíceps marcados, espalda intimidante, boca carnosa... la Locomotora busca la calle. "Abrigate", le pide Chupete, para que un resfrío no la descarrile a dos días de la pelea frente a Claudia La Chica 10 López, en el Buenos Aires Lawn Tennis Club (¿no era la Catedral del tenis?).
Cruzamos Rivadavia y encaramos hacia el gimnasio que está a dos cuadras. Le contamos que la exhibición de la que participó el día anterior en el para promocionar la velada de esta noche salió en todos los diarios. Cuenta que estuvo muy bueno y pregunta qué se dijo en las crónicas. Llegamos y luego de pagar los cinco pesos que le cobran para pasar el día allí, relojea un Clarín y lo pide. Obvio: va directo en busca de "su" nota. Qué mala leche, la foto es oscura y no se la puede distinguir del todo, por más que el epígrafe afirme que la que tira ese golpe es ella. El padre le pide que le lea, porque olvidó los anteojos. Dos, tres, cuatro, líneas y se aburre. Entonces, subimos a la zona de cintas y aparatos. Como la pelea esta cerca, no habrá sesión de guantes.
"Le gustaba pelear con los varones, tenía la fortaleza de los hombres. Un día leyó que Tyson había salido de la cárcel y me dijo yo quiero ser como él, sentir lo siente él arriba de un ring y ahí arrancó", explica Luis. La primera estación de esta Locomotora jujeña de 28 años, e instructora de aerobox y danzas latinas, fue a los 18. "La Pichona Ortega era la mala del pueblo, la peleadora callejera, pero Alejandra la recagó a palos", dice el padre, quien a partir de ahí empezó a aceitar el engranaje: "Me dediqué a buscarle peleas por todo el país, en cuanto festival se hiciera. A veces nos pagaban $ 40 o $ 60 y yo ponía $ 100 de combustible. Pero le dije que iba a ser campeona del mundo". Ella escucha y pide permiso para colar una anécdota con patente amateur. "Fui a Venado Tuerto a pelear con una chica que venía invicta y le gané por paliza. Se armó tal quilombo que nos tuvimos que esconder con mi papá y mi entrenador en el baño de hombres hasta que llegara la policía. A los jueces les tiraban las sillas, volaban botellazos". Todo por $ 30.
Con la mano derecha quebrada desde el tercer round se rompió el metacarpiano-, el 20 de mayo Oliveras derribó a la mexicana Jackie Nava en el noveno asalto y se quedó con el cinturón Súper Gallo de la CMB y con los dos mil dólares de la bolsa, que luego le robarían al llegar a Córdoba, donde vive. "A México fui a pelear con el único par de zapatillas que tenía", recuerda Alejandra. Al toque, le preguntamos por la suma que se llevará esta noche y dice que no le permiten dar los números. Sin embargo, aclara que ahora cuenta con sponsors que le permiten mantenerse durante los meses de inactividad.
Luis habla de Rocky Marciano, de Mano de Piedra Durán, de Leonard, de Monzón... Es que así como están los que recitan de corrido, sin repetir y sin soplar, la formación de Cambaceres de 1938, él se sabe los récords de todos ellos, dónde, cuándo y a quién le ganaron. Se reconoce un fanático del boxeo.
- ¿No te da cosa que golpeen a la nena?
- Nunca le pudieron pegar porque tiene un ataque extraordinario. Igual, cuando la tocan, a mí también me duele. Me enojo con Carlos Tello, el entrenador, y le digo "pará loco estamos trabajando para ella, no quiero que le peguen".
Alejandra escucha, se ríe y pide una foto juntos. ¡Click!