En las propuestas de primavera-verano 2018 siguen apareciendo los pendientes XL. No se sabe con exactitud cuándo empezó el furor por ellos pero, sin duda, el año pasado fue decisivo en la popularización de este accesorio.
Se inició con una recuperación de la estética ochentera y siguió con una fantasía creciente que hizo que las versiones se contaran por cientos. Existen muchos modelos pero, según la Alta Costura de Givenchy, los que deben llevarse son muy largos y con flecos metalizados.
Así se mostraron en la presentación de la primera colección de Clare Waight Keller para la firma. En esta propuesta destacan los hombros marcados, los cuellos con tendencia a lo arquitectónico, la aparición estelar de volantes de tul y satén que parecen ser ingrávidos y el predominio de la paleta de azules.
Los pendientes XL se hicieron presentes en dos ocasiones, destacando en cada una de ella. Primero junto a un pantalón de pinza blanco y un abrigo negro en solitario y, más tarde, en pareja rematando un vestido celeste con bordados de paillettes y hombreras. Dos atuendos con espíritus muy diferentes que demuestran la versatilidad de este accesorio.
Es de destacar su longitud. Son tan largos que sobrepasan hombros y clavículas para descansar sobre el pecho, como si de la melena propia se tratase. A ese efecto también ayuda el hecho de que estén compuestos por decenas de finísimas cadenas doradas, delgadas hasta el punto de que podrían ser consideradas flecos, que nacen de un pequeño aro dorado.
Cuando se llevan pendientes XL, si no se tiene el cabello corto, la mejor opción es utilizar una coleta o moño para dejarles el rol protagónico en el look. De esta manera serán el centro de atención, dando un toque chic al atuendo y estilizando el rostro, las facciones y la figura.