Hace poco más de dos años, Agustina Kämpfer (37) se enteraba que iba a ser mamá por primera vez. No estaba en pareja, tampoco lo había deseado "desde siempre", pero estaba feliz con su plan de "maternidad en solitario", como ella misma define. Después las cosas -¡como casi siempre en la vida!- no salieron como ella pensaba.
Juan, su hijo, nació exactamente el 20 de octubre de 2017, bajo el signo de Libra, lo cual no es un dato menor. Es que Agustina, además de periodista, es fan de la astrología y un poco por destino y otro por su anhelo personal, acompañó la idea de que su bebé naciera en esa fecha específicamente. Madre e hijo, juntos, empezaron a transitar un camino que pronto dejó de ser de dos, para convertirse en uno de a tres. Carlos Gianella (46), actual pareja de Kämpfer, apareció en su vida al mes y medio del nacimiento de Juan y no se separaron más. Ahora viven todos bajo mismo techo, en la moderna e impactante casa del comunicador en un barrio privado en zona norte y planean casarse en primavera.
"Cuando me puse a salir con Carlos tenía las lolas con leche, todavía tenía pérdidas, tuve cesárea pero con varias horas de trabajo de parto, una cicatriz violeta acordonada, la panza inflamada, era un desastre. Pero me tomé el tiempo que necesitaba para sentir que estaba lista para disfrutar con alguien nuevo".
Ciudad visitó el hogar que comparten y entrevistó a Kämpfer en la sección #ExpertxsEnPañales (podés seguir el hashtag en las redes sociales), donde habló sin tapujos de la maternidad, su pareja y más. Mientras Juan se divierte en una "pelopincho" armada exclusivamente para él en la galería de su casa, Agustina revela divertida: "A mi hijo lo que más le gusta ahora es morderme. Compartimos mucho este espacio afuera ahora que hace calor".
-¿Cómo es criar a tu hijo en un lugar donde está más conectado con la naturaleza?
-No me siento una sociópata por haber crecido en un lugar con semáforos y edificios. Pero al traerlo a él acá me di cuenta que la diferencia es inmensa. Después, tiene sus contraindicaciones criar a un hijo de modo "salvaje". Juan no le tiene miedo al agua. De hecho, tenemos un muellecito con unas escaleras que terminan hundiéndose en el agua y a veces nos sentamos a tomar mate ahí y él se quiere mandar solo. No es tan consciente del peligro. Por suerte es un niño sin miedo y eso me parece sensacional. Pero eso a nivel maternidad hace todo más complejo porque tenés que prestarle mucha más atención porque se anima a lo que sea. Si tuviera que decirte "esto es lo que hice bien en la vida", sería justamente criar a un hijo sin miedos, que es lo que más quería. No quería transmitirle los míos o crearle nuevos porque finalmente la vida es eso: animarse a hacer cosas nuevas, probar y recapacitar si algo salió mal. Yo siempre estoy a su lado.
"Alrededor de mis treinta años empecé a sentir que no me iba a ir de este mundo sin haber sido mamá. No sabía ni cómo ni con quién ni en qué momento, pero sabía que iba a pasar".
-¿Cuándo llegaron tus ganas de ser mamá?
-No es algo que quise de toda la vida, nunca tuve un perfil de Susanita. Pero alrededor de mis treinta años empecé a sentir que no me iba a ir de este mundo sin haber sido mamá. No sabía ni cómo ni con quién ni en qué momento, pero sabía que iba a pasar. Precisamente no tener pensado todo eso hizo que Juan viniera a este mundo de la manera en la que vino (N. de la R.: el padre biológico de Juan es Agustín Badaracco, amigo de Agustina y, desde hace 10 años, chef en México) que es de una manera muy espontánea, muy especial. Juan fue muy autónomo y llegó así.
-¿Cómo te imaginaste que iba a cambiar tu vida cuando te enteraste que estabas embarazada?
-Creo que los primeros hijos cambian rotundamente la vida de las familias. Los segundos, terceros, etc. se acomodan más fácil a un plan familiar. En mi caso, yo tenía un plan de vida muy solitario, aún estando en pareja. Siempre fui súper independiente, de hacer mi vida, mis viajes, manejar mis horarios, que ya no me pertenecen o me pertenecen de otra manera. Al principio, los primeros tres meses de la vida de un niño que llega a un hogar sin hijos bordean el infierno en la tierra, más o menos. Lo quiero decir así como es, sin utilizar el falso romanticismo de la maternidad.
"Creo que la foto de una madre primeriza debería ser la de una mujer llorando en el baño agarrándose la cabeza. Porque te pasa. Y muchos dirían 'qué ingrata, qué desagradecida'" .
-¿Qué te pasó a vos con el tema?
-Me di cuenta cuán injustas somos las mujeres entre nosotras con la maternidad. No sé por qué es un tema tabú lo que genera un niño de contradictorio. Si lo naturalizamos, va a dejarnos de hacer sentir tan mal cuando nos pasa. Creo que la foto de una madre primeriza con su niño recién nacido en brazos en vez de la que todos nos imaginamos, con un deshabillé amamantando con una ventana atrás, debería ser la de una mujer llorando en el baño agarrándose la cabeza. Y te hace sentir muy mal porque te hace creer que sos la única malvada en este mundo a la que le pasa algo tan sagrado y no tiene la capacidad de disfrutarlo al cien por ciento. Ni me quiero imaginar la todavía más grande contradicción que sienten aquellas mujeres que estuvieron años para lograr concebir a sus hijos y finalmente tienen a sus hijos y se quieren pegar un martillazo en la cabeza. Porque te pasa. Y muchos dirían "qué ingrata, qué desagradecida" o "el universo te bendijo con lo más sagrado y bello y vos estás tan triste". Bueno, sí. ¿Y qué? Un hijo necesita una mamá humana. Ninguna madre ama menos a sus hijos por sufrir el luto de esa mujer que nunca más va a volver a ser. Al contrario.
-¿Cómo lo transitaste vos?
-En la vida uno cree que va digitando cosas, pero después no pasan. Por ejemplo, yo me imaginé una maternidad en solitario y la verdad es que no la tuve por mucho tiempo. Me gustaría plantarme más en ese rol de heroína de "la madre soltera que pudo con todo", pero la verdad es que tengo un hombre maravilloso al lado que me acompaña desde que Juan tiene un mes y medio. Es mucho más habitual que alguien tenga un plan de pareja, que llegue un hijo y que quizás eso se rompa, a que una mujer tenga un plan de maternindad en solitario y aparezca alguien casi inmediatamente. Pero a mí me pasó así y formé una familia de manera muy espontánea. El universo tenía planeado esto para nosotros.
"Yo me imaginé una maternidad en solitario y la verdad es que no la tuve por mucho tiempo. Me gustaría plantarme más en ese rol de heroína de la madre soltera que pudo con todo, pero la verdad es que tengo un hombre maravilloso al lado que me acompaña".
-¿Cómo hiciste en ese momento de crisis y revolución para poder seducir y sentirte seducida por un nuevo amor?
-¡No sé ni cómo hice!
-¿Cómo te sentías vos con todo lo que te estaba pasando física y emocionalmente?
-Mirá, hay una cuestión biológica que lleva consigo un parto. Cuando me puse a salir con Carlos tenía las lolas con leche, todavía tenía pérdidas, tuve cesárea pero con varias horas de trabajo de parto, una cicatriz violeta acordonada, la panza inflamada, era un desastre. Y el tema de las hormonas post parto también. Carlos me tuvo mucha paciencia, porque por ejemplo a nivel intimidad me tomé el tiempo que necesitaba para sentir que estaba lista para disfrutar con alguien nuevo. Encima justo querés estar potrísima y yo estaba hecha un tambo. Pensá que cuando estamos embarazadas tenemos un niño que se alimenta, vive, respira adentro tuyo y en lo que dura una cesárea, que son quince minutos, ¡pum! no está más adentro. Y tu cuerpo empieza a hacer miles de millones de reconexiones para volver a su estado. Adentro tenés un tsunami que quizás desde afuera no se ve y se vea como incomprensible para los demás. Podrás ser lo que quieras, pero cuando hay un hijo hay algo que ya no es igual, en tu cuerpo o en tu vida. Y no te enseñan a despedirte de la mujer que fuiste. Sobre todo si te gustaba esa mujer. Es como "no te pude decir adiós y ya no estás".

Agustina Kämpfer y su novio, Carlos Gianella. Se casarán en la primavera.
-Es interesante lo que planteás. ¿Creés que hay una parte de la maternidad y el parto de la que no se habla?
-Es un tema tabú, pero es responsabilidad de la mujer de hoy "desromantizar" la maternidad y el parto. Hay como una convención silenciosa entre mujeres en donde no nos contamos que el parto duele, que se puede complicar. Debe haber un montón que estén viendo esto y digan "yo lo escupí, lo disfruté" pero pasa muchas veces que no y de eso no se habla.
-¿Vos cómo estabas luego del parto?
-Al día siguiente, tenía la cara llena de "arañitas" por la fuerza que había hecho durante el trabajo de parto. Mi pelo era una especie de virulana, un desastre. El agotamiento de todo lo que intenté y no pude más, el útero cortado. No servía para nada. Y tenía a esta personita a mi lado a quien no conocía. Pensé en decirle "hola, ¿qué tal? Yo estoy acá hecha pelota, no tengo ni idea de vos pero te prometo que te voy a amar y que no te va a faltar nunca nada mientras yo esté al lado tuyo, pero por favor alguien que me saque de esto". Porque el parto finalmente es así y las relaciones con los hijos se construyen y el amor va creciendo; no está mal que sea así.
"Es responsabilidad de la mujer de hoy desromantizar la maternidad y el parto. Hay como una convención silenciosa entre mujeres en donde no nos contamos que el parto duele, que se puede complica. De eso no se habla".
-Es decir que el amor con Juan lo van construyendo entre los dos, como en cualquier otro vínculo...
-Claro. ¿Por qué tiene que ser un amor que se dé por imposición? Yo lo amo a él por quien es y no porque sea mi hijo. A mí me deslumbra Juan y eso va más allá de que sea mi hijo. Podría ser mi sobrino o hijo de una vecina y estaría deslumbrada igual. Eso es lo más lindo que le puedo decir a él cuando el día de mañana entienda algo sobre los vínculos. Él, además, le pone toda la onda, nos divertimos mucho. Carlos es padre de dos hijos y ya es abuelo. La experiencia previa de Carlos fue un norte en muchas oportunidades en las que la situación me desboraba y él venía a decirme "tranquila, vamos a resolver esto juntos". Para mí era como "te mandó el universo, algo hice bien para que estés acá durmiéndolo". Él ya pasó por todo esto y es como un faro, es maravilloso.
-¿Cómo es la relación entre Juan y Carlos?
-El amor entre Carlos y Juan me trasciende totalmente, tienen un vínculo más allá de mí. Muchas veces llegamos juntos y Juan se tira primero a los brazos de él. Es una tranquilidad que todo fluya así, bien, lindo. También en armonía con el padre biológico de Juan que vive en México y ahora vino para verlo. Hablamos casi todos los días con Agustín. Y se podría decir que Juan tiene dos figuras paternas. Y con esta madre es como que tiene mil en una.
-¿Es cierto que elegiste el día del nacimiento de Juan para que no sea de Escorpio sino de Libra?
-No es tan así como se dijo en los medios. Creo mucho en la astrología, la recomiendo como consulta. Y yo sé que la gente de Escorpio es brava, que no se me enojen. Yo soy de Aries y también somos bravos. Y la gente de Libra es tranquila, es armoniosa, más contemplativa. Son todas cualidades que me gustan. Entonces él estaba al borde del fin del signo de Libra y el comienzo de Escorpio. Cabe aclarar que yo ya había cumplido las 40 semanas de gestación y le pregunté a la obstetra si lo podíamos inducir, no sólo por el tema astrológico sino porque yo estaba enorme, no daba más. Se me había reducido mucho la capacidad pulmonar, yo tenía una panza grande. Cuando me hicieron el último control se dieron cuenta que Juan se estaba quedando sin líquido amniótico y ahí la obstetra me dijo "ya no es un deseo tuyo, sino una contraindicación, te quedás".
"Siempre creí que iba a tener dos hijos pero desde que viví en carne propia lo que es la maternidad estoy pensando que capaz que con uno estoy bien. Pero no lo descarto".
-¿Y ya le ves características librianas?
-Juan tiene muy buen carácter, está de buen humor. Entiende casi todo con mucha madurez para su edad.
-Dos de tus exparejas famosas Jorge Rial y Amado Boudou son justamente de Libra y Escorpio respectivamente, ¿la elección del signo de Juan también estuvo basada en tus experiencias con ellos?
-Conozco mucha gente de cada signo. Relacionalo con lo que quieras pero eso es tema tuyo, a mí ahí me metas, ja, ja. Mirá, tengo 37 años y si creen que tuve sólo dos parejas están equivocados...
-Entonces, ¿cuál es el mejor signo?
-¡Aries, el mío! Ja, ja. Carlos, por ejemplo, es de Cáncer. Y también tiene mucho que ver el ascendente, la luna y muchísimas cosas más que te pasen en la vida.
-¿Pensás en tener más hijos?
-Mirá, Carlos es abuelo, su hijo mayor tiene 26 años y tiene una nenita, Maite, de 4 meses. Siempre creí que iba a tener dos hijos pero desde que viví en carne propia lo que es la maternidad estoy pensando que capaz que con uno estoy bien. No lo descarto. Juan absorbe tanto mi energía en el sentido positivo que no queda resto en mí para pensar en otro hijo ahora. Pero es muy probable que en el futuro diga "es hora de agrandar esta familia".
-¿Cómo van los planes de boda?
-Nos casamos en la primavera. No tenemos nada, ni siquiera la fecha. Ya tenemos visto el lugar, más o menos la cantidad de personas y la onda que queremos darle, qué va a decir la tarjeta. Como mi papá falleció hace algunos años estoy pensando con quién voy a entrar. Primero le hice una propuesta feminista a Carlos. Los dos somos feministas así que creí que estaba bueno proponerle que cortemos con esa tradición espantosa de que un hombre entregue a otro hombre a la mujer que se casa, y que yo lo espere en el altar y su mamá sea la que camine junto a él, pero la idea fue descartada de manera inmediata. ¡Ahí sí le pareció feo que una persona "entregue" a otra! Ja, ja, ja. Entonces dijimos que entramos juntos o tal vez camine hacia el alta junto a Juan.
Fotos: Musepic
Videos y edición: Leandro Bevilacqua