Los espectadores de las películas de David Lynch se dividen en dos. Los que se horrorizan al no saber lo que va a ocurrir a cada segundo; y los que se dejan llevar, disfrutan la experiencia y están más felices cuanto más perdidos. Buenas noticias para estos últimos, porque el excéntrico David Lynch, a los 61 años, está presentando , su última película en varios años.
Una exploración sobre los temas que obsesionaron al director durante años, en tres horas de imágenes de iluminación claustrofóbicas y sin sinopsis reconocible hacen esta película una experiencia sensorial (no narrativa), que sigue la línea de Mulholand Dirve (2001) y la premisa de la serie de televisión Twin Peaks (1990), precisamente cuando se le pregunta al director de qué trata su última obra. En palabras del propio Lynch: "trata sobre una mujer en problemas y un misterio, y es todo lo que quiero decir al respecto. ¿Quién mató a Laura Palmer? A quién le importa. El foco está en todo lo que sucede alrededor del gran misterio.
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Tres años tardó en completar la filmación. Aunque Lynch tenía ya las ideas dando vueltas en su cabeza, se disparó la central cuando la actriz Laura Dern le comentó que su marido había nacido en un lugar llamado Inland Empire. Y por esa razón la película dicen sigue la estructura del proceso de descomposición de la psique de una actriz.
Desorientado como para calificar esta película graba enteramente con una Sony PD-150, en septiembre pasado, el jurado del Festival de Venecia le entregó el León de Oro a toda su carrera. Quizás porque en Inland Empire abundan los momentos de auto-parodia, en imágenes que transmiten terror e inquietud como pocos lo pueden lograr. Sus películas son únicas, con finales abiertos, sin continuidad narrativa reconocible y una lógica onírica. En esta oportunidad, uno de los personajes mira por televisión un programa donde toda la gente tiene cabeza de conejo y habla de forma incomprensible.
Si demasiado larga, personal y esquizoide les resultó a los programadores de los festivales internacionales, no fue menos para los distribuidores (que seguramente le harán cortes cuando se decidan comprarla). Por eso, en principio en los Estados Unidos y Canadá, el mismo Lynch desarrolló una gira de presentaciones en teatros por todo el país. En un alto, cuando pasaba por la meca del cine para la entrega de los Oscar, se atrincheró con una vaca en una esquina de Hollywood Boulevard en plan de apoyar la nominación a su actriz favorita Laura Dern. Pero no tuvo suerte.
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