El 8 de mayo cumplió 59 años y lo dice con orgullo. Es una mujer fuerte, no caben dudas, pero también muy dulce y compasiva. "Soy dócil pero muchas veces, o casi siempre, hago lo que quiero", reconoce Nequi Galotti en la comodidad de su bellísima casa del barrio Belgrano.
Cuadros de la emblemática familia Mitre, adornos perfectamente combinados, sillones cómodos y muchísima calidez por parte de la anfitriona son el marco ideal para una charla relajada y emotiva, ante la atenta mirada de sus perras Rita y Roma.
Nequi se encarga personalmente de la merienda y con su tono suave nos cuenta parte de su historia de vida en su amplísimo living. El último martes 16 de julio, semanas después del encuentro con Ciudad, Galotti compartió en Instagram un pedido a sus seguidores para que recen por su hermano Marcelo, quien tiene TEA y está pasando por un momento difícil de salud. Sus palabras en esta nota, entonces, cobran un significado todavía más conmovedor.
-Te observo y me da la impresión de que sos un poco como la directora de toda esta orquesta que son las familias, ¿te sentís así?
-A mí me gusta un poco organizar todo. Además de mi marido Bartolomé (79) y mi hijo Santos (19, ella también es mamá de Luis y Miguel Rusconi, fruto de su anterior matrimonio con el empresario fallecido Luis Rusconi) que viven conmigo, también tengo a mi mamá que tiene 87 años y mi hermano Marcelo, que dependen un poco de mí. Mi hermana Lucía es un sol de mujer pero vive en Santa Rosa, La Pampa. Entonces, en Buenos Aires, en lo inmediato, estoy sola para resolver un montón de cosas. Más allá de lo que es mi familia acá en mi casa, mi mamá y mi hermano son una prioridad enorme.
"Soy una persona dócil pero muchas veces, o casi siempre, hago lo que quiero".
-¿Sos la que aglutina a todos?
-Soy muy de unir a la familia, creo que es lo más lindo y lo mejor que les puedo dejar a mis hijos. El amor, el respeto, la unión. Si nos comprometemos con algo, hacerlo en serio y no a mitad de camino. Mi historia es larga pero la clave de todo es poder estar bien con mis afectos, pero estar bien en serio. Y cuando hay un problema poder hablarlo a fondo y resolverlo. La vida es muy difícil y muy complicada en muchos aspectos y si vamos a arruinar el momento de la intimidad y los afectos más importantes, muchas cosas pierden sentido. Ya demasiado hay que luchar afuera.
-¿Cómo es tu relación con Marcelo, tu hermano?
-Sé que el día de mañana Marcelo va a vivir conmigo, lo tengo cien por ciento claro. Ahora él vive con mi mamá y son muy felices viviendo juntos. Pero
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ecesita mucho de la asistencia de otro y la va a necesitar toda la vida. De la forma en la que me crié, me formaron, me hice y soy, sé que él a mí me va a tener siempre, siempre. Se lo digo a mi mamá habitualmente: "Vieja, relajate, hiciste todo bien, estoy yo ahora". Aparte estoy tranquila porque tengo una relación con mi hermano, no es que la tengo que forzar el día que ella no esté. No es que hay que crear algo. Intento darle toda la tranquilidad que puedo con respecto a eso. Para mí él es un sol.
-¿Sentís que estás ocupando un poco el rol de tus padres con respecto a eso?
-Siento que estas son las cosas que te humanizan en la vida. Mirá, yo me acuerdo que las últimas palabras que me dijo mi papá en vida fueron: "Jurame que a Marcelo nunca lo vas a dejar solo". Estaba internado en terapia intensiva y le dije "ay papá, no me lo tenés ni que decir". Pero él seguía: "Me tenés que prometer que nunca, nunca lo vas a dejar solo". Le di un beso y se lo prometí. Me fui y a las cinco horas se murió. Fueron las últimas palabras que hablé con mi papá, ¡imaginate si voy a dejar solo a Marcelo! Desde ese tiempo a esta parte yo seguí evolucionando. Y yo también estoy elaborando todo. Ahora ya estoy organizada, serena y por eso se lo puedo decir a mi mamá.
-¿Cómo viviste de chiquita el tema de que tu hermano tuviera TEA?
-Cuando era chiquita, me acuerdo que una compañera mía del colegio no vino a mi casa porque la mamá le dijo "¡cómo vas a ir a jugar a la casa de ella? Tiene un hermano 'bobito'". En esa época no se hablaba del trastorno del espectro autista. Mi mamá y mi papá me enseñaron a no enojarme y me dijeron "dejala, no sabe. En algún momento se va a dar cuenta sola". Me enseñaron lo que es la inclusión y el respeto por la diversidad desde mi más tierna infancia. Lo hicieron para que Lucía y yo seamos fuertes. Me acuerdo que una tía abuela una vez dijo: "Ay, pobres tu mamá y tu papá, tienen una cruz en sus espaldas". Yo miré y dije "¿una cruz?". Nunca lo sentí así yo, ni mucho menos. Pero antes la gente pensaba así. Hoy por suerte se hacen muchas cosas para incluir, para darles oportunidades, para que saquen lo mejor de sí, para el trato dentro de la familia. Por ejemplo, para ir a algo práctico, el hashtag #SéAmableConelautismo es clave para que la persona se sienta bien, no grite. Lo inventó la doctora Alexia Rattazzi y tiene que ver con la dulzura, el esperar, el escuchar, preguntarles qué les parece alguna situación. Es fundamental para que esa persona se pueda desarrollar. A nosotros mis papás nos lo enseñaron intuitivamente. Ahora me alegra que se hable mucho más del tema.
"Las últimas palabras que me dijo mi papá en vida fueron: 'jurame que a a tu hermano nunca lo vas a dejar solo'. Me fui y a las cinco horas se murió. Fueron las últimas palabras que hablé con mi papá, ¡imaginate si voy a dejar solo a Marcelo!".
-¿Qué sentís que cambió en vos con esta situación familiar que te tocó?
-Siempre digo que soy el resultado de mi hermano más que de mí misma. Por ejemplo, si alguien se desubica me quedo callada, pero no porque no sé contestar sino porque no quiero entrar en la misma sintonía de la falta de respeto. Y esto va en consonancia con lo que te decía antes del modo de hablar.
-Dentro de todo esto que me contás, ¿hay lugar para vos, para tus gustos, para mimarte?
-Cada cosa que vivo es un disfrute personal pero si me preguntás la parte más egoísta, a mí me encanta hacer yoga y me encanta estar sola también. Hace poco me fui 10 días sola a Nueva York por ejemplo. Me decían “¿por qué no te vas con una amiga?”. No, me quería ir sola. No quería tener que decidir "¿vamos acá o allá, vamos a comer o no?". A veces me gusta mucho estar sola y es egoísta 100% porque no quiero estar con nadie. Entonces capaz me iba a las 7 de la mañana a andar en bicicleta porque me gusta. Y después siempre hice lo que quise en la vida, aunque no parezca. Yo estudiaba danzas en el Colón y de un día para el otro, dejé.
-¿Y con respecto a tu trabajo, por ejemplo?
-Yo trabajo porque quiero trabajar, me hace bien, me gusta ser independiente, contar con lo mío y no pedir. Empecé con una línea de ropa que se llama By Nequi, estoy diseñando, mandando a hacer las cosas, vendiendo online. Ahora tengo 59 años y digo "quién me mandó", pero es porque tengo ganas, soy entusiasta y emprendedora, y no me importa la edad nada.
-¿Cómo vivís el paso del tiempo?
-Aprendí a darle valor a todos los momentos. Tiene que ver con el yoga también eso. Hay veces que me gustaría que todos pudieran tener un buen maestro o maestra de yoga. Siempre digo que la vejez está en la flexibilidad de las articulaciones, es decir, mientras uno pueda llegar a los lugares, ahí está la juventud. Yo voy a la dermatóloga y me cuido las patas de gallo y todo, pero siento que la verdadera juventud está en poder tener la dicha de llegar a buscar algo y poder estirarse, en poderte dar vuelta, llegar a donde quieras. Ojalá la pueda tener durante mucho tiempo. En yoga la trabajo, la cuido y la mantengo. Sé que a veces no se puede, pero todos lo que lo puedan hacer, se los recomiendo. Ahora, por ejemplo, trabajo en Todas las tardes (el programa de Maju Lozano en El Nueve), pero tres veces por semana me obligo a ir a yoga. Cuando estuve en LAM, por ejemplo, había dejado y perdés mucho. Por suerte el cuerpo tiene memoria y voy recuperando. Hago yoga iyengar y es toda la corrección del cuerpo desde el cerebro.
-¿Qué sentís cuando ves a tus tres hijos grandes y cada uno con su vida y sus proyectos?
-Los veo a ellos y siento que fui una buena madre y pude transmitirles las cosas importantes. He tenido muchas charlas e incluso les he pedido perdón muchas veces por cosas que les he dicho o si me equivoqué en alguna actitud. También eso es enseñanza, ojalá ellos lo puedan hacer en su vida.
"Aprendí a darle valor a todos los momentos. El yoga tiene que ver con eso. Siempre digo que la vejez está en la flexibilidad de las articulaciones, es decir, mientras uno pueda llegar a los lugares, ahí está la juventud. Yo voy a la dermatóloga y me cuido las patas de gallo y todo, pero siento que la verdadera juventud está en poder tener la dicha de llegar a buscar algo y poder estirarse, en poderte dar vuelta, llegar a donde quieras. Ojalá la pueda tener durante mucho tiempo".
-¿Cómo sos como suegra?
-A la mujer que hace feliz a mi hijo ¡cómo no la voy a amar! Es lo más maravilloso del mundo. Flor, la mujer de Luis, es un sol, la quiero y le abro mis brazos permanentemente. Tienen una historia de amor divina. Santos tiene novia también y la adoro; y Miguel tenía novia hasta hace poquito y también la adoro. Creo que la forma de tener los afectos siempre cerca es tenerlos con la mano abierta, es decir, abierta para dar y recibir. Esto me lo enseñó Bartolomé cuando lo conocí. Él me dijo: "Cuando vos empezás a querer a una persona, pero sólo la querés tener para vos y cerrás el puño, es como tener arena en la mano. Cuando empezás a cerrar el puño se te va más rápido, se te escurre entre los dedos. Pero si estás con la mano abierta, podés permanecer toda la vida así". Si hay algo que soy con los afectos es abierta. Cuanto más gente los quiera y más relaciones tengan es mejor y más cerca mío van a estar. Mis hijos ya son grandes y tienen su vida, pero si levanto un teléfono sé que los tres están.
-¿Estás ansiosa por ser abuela?
-¡Muerta de ganas! Estoy súper celosa porque todas mis amigas fueron abuelas. Nosotras somos un grupo de 12 ó 14 amigas, entre las que están Teresa Garbesi, Sofía Neiman, Teté Coustarot, Teresa Frías, Laura Ocampo, Evelyn Scheildl, Teresa Calandra, Mora Furtado, Delfina Frers, Andrea Frigerio, Ginette Reynal. De todas, sólo tres todavía no somos abuelas: Mariana Arias, Ada Mazo y yo.
-¿Cómo se formó este grupo?
-Éramos modelos, muy seguras todas de nosotras mismas. Éramos muy distintas y empezamos a tener confianza para charlar y ver cuánto cobrábamos o cuánto pedir por alguna producción y después nos empezamos a juntar a tomar el té. Cuando ya no éramos modelos nos seguimos juntando y decimos que cuando seamos viejitas nos vamos a ir juntas a vivir al mismo lugar ja, ja, ja. Nunca hubo un problema, nos contamos todo, nos reímos mucho. Y bueno todas están fascinadas con los nietos, ¡menos nosotras tres!