Verónica Perdomo no para. Termina su último ensayo para Bailando 2012, camina apurada por los pasillos de Ideas del Sur, habla por teléfono, chequea el vestuario que debe usar para bailar, saluda a todo aquel que se le cruza y se dispone -siempre con una amabilidad casi en extinción- para la charla con Ciudad.com.
Cuesta creer -mirándola- que apenas tres años atrás los médicos llegaron a proyectarle "dos horas de vida", tras sufrir un ataque cerebrovascular isquémico que la tuvo literalmente al borde la muerte. Verónica permaneció en coma farmacológico durante un mes y debió someterse a una craneotomía para intentar descomprimirle el cerebro. Cuando despertó, luego de estar dos meses en un “sueño”-como ella misma lo llama a aquél enigmático estadío-, no sólo debía aprender a hablar, comer y caminar; sino que la vida le tenía deparados dos golpes fuertísimos.
"Cuando estuve en el límite entre la vida y la muerte, me iba muy feliz. Estaba relajada y no me preocupaba nada ni nadie"
Al poco tiempo de despertar, su padre falleció víctima de una trombosis intestinal y luego su hermano, Gabriel, de 30 años, sufrió un infarto fulminante. A ella, paradójicamente, se la ve llena de vida: “Estoy feliz. No puedo creer el momento que atravieso: con salud, amor, trabajo. De verdad, no pensaba estar en Bailando. Para mí, era un chiste, ni siquiera un sueño. Cuando estaba internada y no podía ni caminar, bromeaba con mis amigas con que íbamos a ´bailar por un cráneo´”, cuenta la modelo de la agencia Multitalent entre risas. La risa que, precisamente, asegura que tuvo mucho que ver con su recuperación.
- ¿Cuánto te ayudó el humor a sobrellevar todo lo que te pasó?
- Cuando entendí que no podía hablar, empecé a llorar sin parar. Pero cuando tenés una traqueotomía, llorás sin ningún sonido y yo decía “ni siquiera me dejan llorar a los gritos. Entonces, me voy a cagar de risa”. Cuando me reía mucho, obviamente no había sonido, pero de la garganta me salía una mucosidad y todo el mundo se reía conmigo. La familia, los amigos, los médicos, hicieron que sea más lindo eso de estar internada tres meses. No podía comer ni tomar nada, pero estaba segura de que algún día lo iba a volver a hacer. Eso me ayudó y también que no me hayan dicho que tenía un derrame, porque me hubiera asustado.
- A la distancia, ¿cómo ves toda esa experiencia?
- Todavía no lo puedo ver como algo lindo… Creo que todo es por algo: en ese momento estaba muy triste y tuve un ACV. Lo que no entiendo es que se hayan muerto mi papá y mi hermano. Después el ACV, en un momento lo entendés: no voy a poder comer ni tomar agua. Pero la muerte es incomprensible. Además, vos sabés que los padres en algún momento se van a morir, pero un hermano… no hay chance. Para mí está en un lugar de viaje.
"No entiendo que se hayan muerto mi papá y mi hermano. El ACV lo puedo comprender. Pero la muerte es incomprensible"
- Haber tenido una experiencia tan cercana a la muerte, ¿te ayuda a comprender qué pasó con ellos tras su muerte?
- Sí, totalmente. Mi papá me decía que cuando la gente se muere, se muere y no me hablaba del Cielo, por ejemplo. Yo creo que hay un Dios, un Universo y que la fe es lo más fuerte de la vida. Pero después de mi “sueño”, me da mucha tranquilidad saber que mi papá seguro está bien. Y que mi hermano está súper bien. Porque cuando yo estuve en ese sueño, yo no pensaba en mi familia. Yo me iba y me iba sola, muy tranquila y relajada.
- ¿Ese es el recuerdo que tenés de tu coma?
- Sí. De hecho, cuando volví en mí, dije: "qué mala que soy, nunca pensé en mi papá, mi mamá, mis hermanos y en su sufrimiento". Yo creo que los que sufrimos somos nosotros, que estamos en la Tierra. El que se va, se va a otra forma. No sé cómo explicarlo en palabras. Por lo menos, eso es lo que me pasó a mí. Podés creer o no, pero cuando yo estuve en el límite de la vida y la muerte, me iba muy feliz.
"Tuve que usar un casco durante un año, regalé todo los maquillajes y toda la ropa. Estuve un año sin depilarme, ¡y encima me daban corticoides!"
- ¿El ACV te hizo apreciar las cosas que antes pasaban desapercibidas?
- Sí, totalmente, y yo me pregunto: ¿es necesario llegar a un accidente para ver las cosas de forma distinta? Y aparte yo me preguntaba: ¿por qué me pasó a mí? Igual, creo que todo es por algo y sé que Dios sabe lo que hace. Ahora valoro cada minuto de mi vida como si fuera el último.
- Siendo modelo, ¿cómo te afectó a nivel estético?
- ¡No me importaba nada! Tuve que usar un casco durante un año, regalé todo los maquillajes y toda la ropa. Estuve un año de mi vida sin depilarme y encima me daban corticoides… ¡así que era un señor peludo! Pero no quería nada que me hiciera sufrir y la depilación me iba a doler. Pobre, mi novio no sé cómo me aguantó… Me ama mucho.
- ¿Cómo fue para la pareja superar ese momento?
- Tanto mi novio actual (el director publicitario Juan Chappa), como mi ex marido (el periodista Gustavo Presas) se mantuvieron a mi lado de forma incondicional. Son dos personas excelentes y me ayudan en todo. Tuve mucha suerte. Los dos estuvieron esperando a que yo me despierte y se dijeron "si Verónica no puede caminar o se queda ciega, los dos la vamos a ayudar".
- ¿Con Juan tienen ganas de casarse y tener hijos?
- Me encantaría tener una familia. Empezamos a convivir porque después del derrame sí o sí necesitaba estar acompañada. ¡Fue una manera rarísima de empezar una convivencia! Yo me preguntaba, ¿en qué momento empezó todo esto? La verdad es que me aguantó un montón. Imaginate que yo no sabía cocinar un huevo, ni preparar un mate. Es importante que la gente que sufrió un ACV no se desespere porque todo tarda y es muy paulatina la mejora. Demasiado. Pero, gracias a Dios, yo puedo contar mi experiencia y decirles que todo mejora.
¡Mirá el video con el ping pong a Verónica: la importancia de Bailando 2012, su deseo más anhelado y un emotivo mensaje a la gente!